“Antics” de Interpol: cómo no ceder ante un debut exitoso

En 2004, Paul Banks estaba en Madrid, cuando se encontró con un fan. Este, efusivamente le dijo “me encanta ‘Evil’”, lo que desoncertó al cantante. “Antics, el segundo disco de Interpol, había sido filtrado a través de internet.

Si bien la oscuridad de “Turn on the Bright Lights” recibió buenos comentarios, fue con “Antics” que lograron una recepción masiva tras su lanzamiento. Un trabajo que los consagró en medio de la emergente escena neoyorquina en plena transición digital.

Con el espíritu roto y el amor no correspondido como banderas de lucha, canciones como “C’Mere”, “Evil” y “Slow Hands” se tomaron las listas de la radio. Pero también las listas de descargas y en portales como Napster, que poco a poco se hacían notar en el ecosistema musical.

La filtración de ’Antics’ no me pareció para tanto. Yo era más ignorante y le dije a Daniel (Kessler): ‘¡Qué más da! Ya está hecho. ¡No pasa nada!”, relata Paul Banks, vocalista de Interpol, en el libro “Nos Vemos en el Baño”, de Lizzy Goodman.

“Música bailable que necesariamente no está hecha para eso”, puede explicar la contraposición entre el sonido y las temáticas que rodean este disco. Siguen la tónica sombría de su antecesor, pero la banda juega al engaño con ritmos y coros pegajosos.

En medio del auge de las bandas de Nueva York, Interpol no se quedó atrás y consolidó su identidad con su segundo disco. Un doble acierto que, veinte años después, los lleva a celebrar una gira con dos escalas en nuestro país. El Teatro Caupolicán como lugar conocido, y el Teatro Municipal de Viña del Mar como terreno a explorar. Las entradas para ambos conciertos están agotadas.

 

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