Una luz se asoma en la cordillera, y como un acto de fé, una visita habitual atraviesa los Andes. Luego de casi dos años Mi Amigo Invencible se reencontró con su cariñoso público chileno. Pero antes, el encargado de abrir la noche fue Simón Campusano en formato trío, donde repasó parte de su repertorio como solista. Un abrazo al recuerdo y a esas canciones que te acompañan siempre, que mutan contigo y su sonido también. Simao entre chistes y más abrigado de lo normal, preparó el escenario para Candelabro y los viejos amigos invencibles.
Candelabro por su parte, desplegó toda su sofisticación. No recuerdo haber visto a una banda tan joven, natural y compleja en los últimos años, y su rol como “teloneros” fue más que satisfactorio. De hecho, entre el público se podía ver a Lu (bajista de Mi Amigo Invencible) moviendo la cabeza al son de “Dedo Chico”.

Con un leve retraso (de rigor), Mi Amigo Invencible aparecía sobre el escenario de Sala Metrónomo. Mariano, Nicolás, Arturo, Leonardo, Pablo y Lucila, llenaban el lugar con su presencia y buena onda. “Todo Lo Que Tengo” fue la encargada de encender una noche hermosa, cargada de clásicos y guiños al disco nuevo. Le siguieron canciones como “Fósil”, “Mapa” y “Bip bip no me hables”.
En el sonido de MAI no hay cabos sueltos. Pareciera que está todo meticulosamente pensado y puesto en su lugar. No hay vacíos. Las percusiones de Leo y Arturo en sincronía, la precisión de Nico en la guitarra, los arreglos de Pablo en el teclado, el groove de Lu y la sincera voz de Mariano, explican por qué son unos grandes del continente. Puede que no vengan a Chile a llenar estadios, pero la conexión que logran con el público llena el alma y colma todo espacio con bellas canciones.

La noche no estuvo exenta de sorpresas. Los invencibles regalaron canciones de tres de sus ocho discos. “Isla de Oro”, “Dutsiland” y “La Danza de los Principiantes” (y del próximo a salir). De este último sorpresivamente, tocaron “Gato Negro Pasa” y “Edmundo Año Cero”, dos canciones que hicieron saltar a los fanáticos más longevos. Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando Mariano interpretó a voz y guitarra “Noches de Ciencia Ficción” entrelazando frases con “Flaca” de Andrés Calamaro. Justo a mi alrededor un par de fanáticas no lo podían creer y corearon con emoción. Un regalo al corazón.
Avanzaba la noche. “La Araña”, “Batalla Gigante”, “Máquina del Tiempo”, “Lejos de Todo” y “Beso Relámpago” hilaban la historia con emotividad y baile. Las palabras de agradecimiento de la banda hacia el respetable eran constantes y la interacción también. A la hora de tocar “Impecable”, Mariano de forma cómica expresó, “si no se la saben esta, no volvemos más”. Por suerte, el público cantó letra a letra el hit de “Isla de Oro”.

Casi al final de la noche, Mariano hace gestos indicando el micrófono. De pronto, aparece Simón Campusano enérgicamente en el escenario para acompañar “Desayuno Continental”. No es la primera vez que ocurre algo parecido. En la visita anterior de MAI, Simón fue invitado a cantar “Suavemente Entusiasmado”, a estas alturas, un amigo de la casa, o mejor dicho, un amigo invencible (?).
El baile fue otro protagonista. La rítmica de la banda es difícil de comparar, ya que lo que suele recaer en la batería y el bajo, ellos se la dan a todos los instrumentos. Son una fuerza colectiva del ritmo, todos unidos por el baile. Además, los invencibles entienden la exclusividad del sonido en vivo y con ello aprovechan de hacer guiños a Toto, Peter Bjorn y John, Daft Punk y Andrés Calamaro. Se siente el amor, la sincronía y la experiencia de la banda, que con tanta naturalidad cautivaron a un público que les retribuyó con ovación.

Foto: Jacqueline Riveros (@j.riverosph)
La constante búsqueda y renovación de MAI se plasmó en casi dos horas de show, donde bailamos al ritmo del pop, saltamos frenéticamente con indie rock y coreamos solemnemente baladas modernas. Fuimos cómplices de una noche llena de luz, tanta que el temporal capitalino pasó inadvertido. Una noche que se transforma en semanas. “Manto Negro” cerró el telón.