Desde su primera vez en Chile el 2008, Interpol se siente como en casa en el Teatro Caupolicán. Tal es el vínculo que tras el anuncio de su regreso a nuestro país, alcanzaron un sold out a meses de aterrizar. Un éxito que se tradujo en un sorpresivo segundo concierto, esta vez a kilómetros de distancia.
Tras el terremoto del 2010, el Teatro Municipal de Viña del Mar quedó inutilizable. Su cierre por más de doce años por los cuidadosos trabajos e irregularidades en la licitación terminaron por reducir la oferta de conciertos en la ciudad jardín, polo cultural por el propio Festival que se realiza en febrero. Recién a fines del año pasado pudo volver a abrir sus puertas y este año ya ha levantado varios conciertos bajo su cúpula azul: Nick Carter, Cami y Gepe.
Aquel teatro, monumento nacional, fue escogido para la segunda fecha de los neoyorquinos en Chile, un día antes de la original. Y Viña respondió: en un reducido lapso de tiempo agotaron todas las entradas para la noche del 30 de mayo.

Para ambas noches la previa se sintió similar. Chaquetas, abrigos y polerones negros albergaron las fuentes de soda cercanas a cada teatro. Las manchas de ketchup funcionaban con la paleta de colores de los discos que la banda presentó durante esta gira: “Turn on the Bright Lights” y “Antics”, trabajos que consolidaron a Interpol como uno de los referentes del rock de principio de milenio.
El merch, pirata pero bien recibido, se tomó ambas veredas. Ambos ambientes se sentían similares, con una diferencia sustancial. En la quinta región, los asientos eran todos numerados, lo que llevó a que gran parte de los asistentes arribaran a sus asientos minutos antes del inicio del espectáculo. En la capital, 24 horas después, el ingreso masivo ocurrió con mayor antelación.
A pesar de lo anterior, El Significado de las Flores, banda que abrió la primera fecha, logró fundirse entre los aplausos de vecinos que los escuchaban por primera vez, y por los gritos de sus seguidores, que se hicieron notar desde la galería. Minutos después, y aún emocionados, lograron su cometido y compartieron una foto en sus redes donde aparecen con Paul Banks, que los felicitó por el show. Bendecidos.

Un día después, Chini.png hizo lo propio en un respetuoso y enérgico Caupolicán. Con “El Día Libre de Pólux” cada vez más reposado, nuevamente demuestran en vivo que son uno de los fuertes candidatos para llevarse el Pulsar a “Mejor Álbum de Rock”. También era firme contendiente a álbum del año.

Nueve de la noche en Viña y en Santiago, se apagan las luces en ambos teatros. Los gritos caen al escenario a medida que Interpol ingreso a los respectivos escenarios. Con su magnética voz, Paul Banks saludó para contar el plan para cada noche: primero un disco, luego el otro. El jueves partió todo con “Antics” para luego sumergirnos en “Turn on the Bright Lights”, mientras que en el Caupolicán ocurrió al revés.
En ambas noches las luces forjaron las siluetas de los cinco músicos. Acompañados por bolas de espejo, entregaban una atmósfera irrepetible. En la capital dieron el puntapié con todo con “Specialist” y “Say Hello to the Angels”, encendiendo al público que saltó en la cancha al compás del ritmo del baterista Chris Broome, que ha reemplazado a Sam Fogarino. Un día antes, iniciaron con “Next Exit” y a pesar de los asientos numerados, el público se agolpó lo más cerca posible al escenario a dejarse llevar por la melancolía del tema que abre su segundo disco, seguido de “Evil”.

Tan magnéticos como las luces rojas y azules fueron los sutiles pasos de Daniel Kessler, el público se enciende con temas como “Obstacle 1”, que fue de los puntos altos en cada jornada. En Santiago, se escucha el primer “gracias” del vocalista de Interpol, quien se maneja bastante bien con el español.
Si de momentos ilustres se trata, “NYC” de “Turn on the Bright Lights” hizo emocionar a ambos teatros repletos. El azul y los reflejos dotaron de textura uno de los temas más nostálgicos. “Ahora es mi turno de encender las luces brillantes”, señala la canción. Dicho y hecho, con la cuidadosa coreografía lumínica en más de hora y media de presentación.

Para el cierre del show en Viña, “The New” fue una de las canciones más disfrutadas de la noche. Un día después, fue una de las deudas pendientes para el concierto en Santiago, y tuvieron que conformarse con “Leif Erikson”. Sin embargo, en ambas noches “Slow Hands” y “C’Mere” fue de las más coreadas en las dos presentaciones, sumados a cada palabra en español que pronunciaba Paul Banks.
Los gritos y aplausos se sostuvieron y acrecentaron en la despedida con “Untitled”. Un foco se concentró sobre Banks, quien se inclinó para dar los últimos detalles a su pedalera para el cierre de ambos conciertos.
Ya sea bajo el rugir de la costa, o en medio de la selva de cemento capitalina, la nostalgia y melancolía forja nuestro carácter. Por esa razón, el llamado de Interpol a repasar sus primeros discos tuvo masiva respuesta en ambas fechas. Por un lado, reafirmando que el Teatro Caupolicán es un lugar cómodo para Interpol, mientras que el teatro viñamarino se instala como un espacio a tener en cuenta para la descentralización de la agenda de conciertos.
