La música tiene el poder de trascender y generar atmósferas vibrantes, y la noche del 7 de junio en Sala Metrónomo, fue prueba de ello. La banda argentina Peces Raros, con su estilo vanguardista y su energía arrolladora, sacudieron el escenario con su fusión única de rock y electrónica envolviendo a la audiencia en un trance dirigido por los sintetizadores.
Los trasandinos regresaban tras su primera visita a nuestro país hace un año. Aquella noche de abril, sorprendieron con su set a fanáticos y curiosos que se dieron cita en el mismo recinto que los albergaba para su retorno. Esta vez con un par de novedades: un disco en vivo grabado en su show en el Estadio Obras, un nuevo sencillo “Desaparecer” y su exitoso show en el mítico Luna Park de Buenos Aires.
El ambiente estaba listo para el reencuentro con los platenses. Desde las primeras horas de la noche, Alejandro Paz inició el evento con una energía palpable, calentando motores con su estilo único, y preparando el escenario para el huracán sonoro que estaba por venir. Cuando Peces Raros tomó el relevo, la noche alcanzó nuevas alturas de intensidad tocando un set que no tuvo descanso, y que estuvo acompañado de visuales destellantes.
Con una propuesta musical atravesada por la fusión de guitarras y texturas electrónicas, el dúo argentino compuesto por Lucio Consolo y Marco Viera presentó lo mejor de su discografía, pasando por los himnos más distópicos de “Dogma”, disco lanzado en 2021, y de “Anestesia” del 2018, desde donde sale su canción, sin duda, más coreada: “No van a Parar”.
Ya sea dejándose llevar por los beats y las imperceptibles transiciones, o delirando con los arranques de riff, el público fue un actor más, renunciando al descanso en un show que solo se detuvo por momentos para que los argentinos agradecieran la recepción de su segunda visita.
La entrega con el público chileno generó un ambiente caluroso, donde la expectación y la euforia estuvo presente en todo momento, y la banda pudo reafirmar una vez más el lugar destacado que ocupa en la escena musical actual internacional.
De principio a fin, como si de una conducción eléctrica se tratase, la banda trasandina logró dejar los ánimos bien arriba, lo que se tradujo en una extensa fiesta post-show, esperando por un nuevo retorno. Doblegando aquel mito de que las segundas partes no son como las primeras, la noche del viernes consolidó a Peces Raros como uno de los tantos grupos favoritos más allá de la cordillera.
