Música y conexión: Reflexiones sobre el Festival Uva Robot en Santiago

“En resumen: tiramos toda la carne a la parrilla”, escribió en una historia Rosario Alfonso una vez realizada la cuarta edición del Festival Uva Robot en Santiago. En efecto, quienes forman parte de este proyecto, básicamente, tendrían que haber sabido controlar el clima para que la jornada del pasado sábado 13 de enero sea considerada perfecta en todos sus aspectos.

En efecto, el trabajo de esta comunidad musical destacó por su desborde de amor al arte y la dedicación puesta en cada arista posible del evento, esto sumado a pequeños detalles, los cuales siempre hacen una abismal diferencia. El agobiante calor de verano no fue impedimento para que los asistentes disfrutaran de una amigable y cómoda velada llena de matices.

Que no hayan tras tiempos, o en caso de que hayan, no saberlo, y que el festival siga su curso natural es un factor del cual sentirse muy agradecido al momento de asistir a un evento musical. Saltador fue la banda encargada de dar inicio a la celebración y, puntuales, cumplieron con su pega. Con carisma desbordante y un sorprendente ensamblaje cargado de fusiones musicales, pasando por baladas, cumbias peruanas y pasajes más emocionales y experimentales. Fue, sin duda, la presentación con más colores.

Se nota cuando un público quiere y respeta a sus artistas. Para el turno de Rosario Alfonso, quién en su primera tanda de canciones -entre ellas “Canción para acunar”– las interpretó junto a su cuatro y con secciones a capela. El público en total silencio cantando entre susurros sus letras con tal de no arruinar esta atmósfera inquebrantable que solo ella puede generar con su voz. La guinda de la torta: escuchar “De haber sabido” junto a Diego Lorenzini, tal como su versión de estudio. Esta misma dinámica se repitió en el turno de Laurela.

Durante las conversaciones con destacadas personalidades del ámbito musical, como Profe Rayado, Esteban Acuña (bajista en Pau), y Lucas Achondo de Así me dicen, junto con periodistas de otros medios y músicos que estaban presentes entre las actuaciones, la opinión fue unánime: el nivel de pulcritud en la organización, la puntualidad, la calidad del sonido y la reciprocidad del público en el festival fueron impresionantes. No hubo ninguna crítica que señalar y se podía sentir el cariño en el aire.

Un factor que puede ser fundamental es que Uva Robot no solo está conmemorando por cuarta vez su vigencia, sino que también a través de los años ha sido un espacio que abraza a los oyentes, prestando ambientes seguros y acogedores en comunidad. La inclusión de niños también destaca como un gesto significativo. Al asignar un espacio especial para que los más pequeños puedan expresar su creatividad a través de dibujos, Uva Robot no solo promueve una idea lógica y económica, sino que también abraza una perspectiva humanitaria. Este enfoque demuestra la dedicación del certamen para ser un espacio para todos, independientemente de la edad, y contribuye a la sensación de comunidad y familia que lo caracteriza.

Para el turno de Fabrizio Rossi y Niña Tormenta, la energía vibrante se concentró con total atención. Los shows concentró una mayor cantidad de gente en la Casona Nemesio Antúnez, donde la atención absoluta primó. Para el turno de la cantautora, donde se realizó un amplio repaso a “Las Cosas Lento” (2023), su último trabajo de estudio, se generó una atmósfera brutal en la que la música más experimental y vanguardista tomó el control.

Y como buen ciclo de música, los contrastes siempre aportan diversión. Chini.png realizó una presentación que, si bien se sintió muy breve, fue muy poderosa. La cantante del momento pinceló diferentes etapas de su trayectoria musical, sorprendiendo al público con un paso por la era Technicians y presentando “Diagonal”, un nuevo tema llamado que deja entrever una nueva oscilación creativa.

El cierre, a manos de Diego Lorenzini, no solo marcó el fin del evento sino que condensó todo el espíritu de Uva Robot. El músico, cual titiritero manejando a su público, brindó una experiencia cómica y sonora con admirable humildad. Trascendiendo lo musical y cerrando el día con un festejo inclusivo y enriquecedor para todos los asistentes. Algunos reían con la dinámica de su presentación, mientras que otros tarareaban las instrumentales de sus temas, creando una conexión inquebrantable entre el artista y su audiencia.

En definitiva, los agentes de la música detrás de Uva Robot levantaron una cálida experiencia en la el profesionalismo brilló, pero fue la conexión humana lo que marcó la diferencia. Queda claro que, más allá de la impecable ejecución musical, fueron los lazos compartidos entre artistas y audiencia lo que elevó este evento a algo más especial. A tomar nota, que no hay mejor evento que el que deja una huellita en el corazón.

Todas las fotos por: Rodrigo García (@loco.nozco).

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