Faltan dos horas para el inicio fuerte de la noche y ya la fila da vuelta la esquina de Nataniel Cox en una noche de sábado. ¿Ahora todo es así post pandemia por la sequía de conciertos en dos años? Sí, es cierto, pero también se suma algo de justicia en esta ocasión.
Con más de 35 años en la ruta, El Cuarteto de Nos viene haciéndose de una fanaticada potente hace más de una década, la que ha transmitido el rumor tanto a sus amigos como a su familia. Aunque sus visitas han sido constantes, han hecho shows masivos y sus discos han tenido edición local, es recién ahora que su conquista se ha vuelto total: agotaron dos fechas en el Teatro Coliseo en pocos días y sumaron una tercera en el Trotamundos Terraza de Quilpué, que también fue sold out.
Una hora y media antes del show, la cancha ya lucía repleta. Entre cánticos barriales, se hacían notar muchos adolescentes ansiosos de ver por primera vez a la banda uruguaya. El recambio necesario para que los músicos sigan girando. Y no es casualidad: aquella mezcla de rock con ritmos latinos es el sonido ideal para una generación que creció (o nació) con fenómenos similares, como los grandes momentos de Los Fabulosos Cadillacs, Molotov, Café Tacvba o Mano Negra, y que no discriminan estilos en sus eclécticas playlists, donde Metallica y Bad Bunny se encuentran sin problemas.
Para una audiencia así, la música de Palma (el proyecto del ex Drakos y Johnny Olas, Pancho Padilla) calzó perfecto: un buen pop y reggae para masas, con una performance energizante y que sonó sin frenos con una contundente banda. Por si fuera poco, muchos celebraron la participación de un invitado especial para la velada: Tomás Maldonado, vocalista de Guachupé y Camiseta 22, quien hizo lo suyo en el set del chileno.
La calidad del Cuarteto en vivo y el bello feedback que lograron con su público hicieron parecer que todo era un show de grandes éxitos. No obstante, esta visita tenía como objetivo presentar su último álbum, Lamina Once, en el cual la identidad del grupo, con sus criticas directas y sin filtro a los distintos aspectos de la sociedad en que vivimos, se lucen sobre densas capas de guitarras y un sonido más sucio que el de anteriores producciones. De aquí sonaron solo tres cortes: “Fiesta en lo del Dr. Hermes”, “Maldito Show” y “Rorscharch”.
Tras años de ir sembrando el fanatismo en el público chileno y sorprendiendo con potentes shows en salas como el Club Chocolate, el Nescafé de las Artes o en el Parque Quinta Normal (para el Festival FIIS), finalmente los uruguayos dejaron instalada su bandera en el país, demostrando que sus rimas críticas y su incombustible música tienen una excelente convocatoria acá. Una estupenda noticia para los fans que ya no tendrán que esperar tantos años para volver a verlos.