Entre sus paseos por las calles de Barcelona, el artista chileno Diego Lorenzini escuchó de pronto una curiosa palabra: ‘guiri’, usada para definir al turista gringo que llega para vivir experiencias más libres.
Aunque no es su caso, este concepto le sirvió al músico de inspiración para armar una especie de retrato de sus días en la capital de Cataluña: “Me pareció divertido pensar en que al venir yo del sur del mundo podía utilizar la caricatura del “guiri”;, con toda su infamia y ternura, como metáfora por contraste de una experiencia igualmente única e irrepetible para mí”.
Así surge “Como un guiri en Barcelona”, el primer adelanto de lo que será su nuevo y cuarto álbum como solista, con fecha de salida posible para fines de septiembre próximo, el cual es fruto de las experiencias vividas en la ciudad española junto a su pareja.
“Mucha agua bajo el puente. Han sido tiempos difíciles para todo el mundo, pero si bien yo no he estado libre de dificultades e incertidumbres, he tenido la suerte de vivir esta época extraña acompañando a mi pareja como príncipe consorte. Esto me ha permitido encontrar el tiempo para estudiar, componer y producir cosas nuevas, las cuales espero sean buenas herramientas para volver a enfrentar la luz del día ahora que, al parecer, vamos a poder volver a vernos las caras”, cuenta a la distancia a LaRata.cl.
-¿La presencia latina brota más fuerte en la composición cuando se está viviendo en el extranjero?
Sí, tal cual. Cuando uno sale de su zona de confort, al menos en términos geográficos, es más fácil reconocer aquellas cosas que son parte de tu identidad y no tan solo una fotocopia deslavada y periférica de una moda global. Y, si bien en esta nueva canción (“Como un guiri…”) ironizo musicalmente respecto al cliché de “lo latino” para aquellos europeos que piensan que un chileno baila igual de bien que un brasileño, últimamente me he estado reencontrando con muchos matices armónicos y rítmicos propios de la melancolía conosurista que siempre me han conmovido.
Sin ir más lejos, “Como un guiri…” es una canción que parte desde esta ironía tímbrica que se construye a partir de las percusiones caribeñas típicas de la caricatura de “lo latino”, pero en el fondo es una composición mucho más introspectiva de lo que es en apariencia. Estas nociones musicales propias de mi identidad como chileno siempre las he tenido presentes (…) Ahora que lo pienso, en cierta medida, hay un olorcito a las primeras cosas de la banda de música no-experimetal Los VariosArtistas en este nuevo disco que estoy preparando, ya que en esa época también venía llegando de vivir un tiempo en el extranjero, y tenía muy presente la nostalgia propia de las formas musicales de mi infancia, las cuales siempre han tenido más que ver con la música popular del centro sur de Chile que con la música que un “guiri” piensa que uno debería tocar.
-¿Por qué escogiste esta pieza como tu primer adelanto del álbum?
Principalmente porque, tal como dice literalmente una parte de la canción, quisiera sacarle el máximo provecho a esta experiencia de poder vivir un tiempo acá mientras Maite, mi polola, cursa su doctorado en literatura. Yo sé que es muy probable que esta experiencia no volverá, y como no soy muy bueno para hacer publicidad, o estrategias de marketing enfocadas en el estudio de mercado de un territorio en específico, prefiero hacer este tipo de cosas para llamar la atención de la gente que está acá a través del la música y el humor, ya sea porque son locales, o porque están de paso en Barcelona.
¿Sabías que acá no se ocupa casi nunca la palabra “acá”, sino que la palabra “aquí”? Si dices “acá” te desenmascaras como alguien que no es de acá, o mejor dicho, que no es de aquí. Bueno, fuera de ese exabrupto semántico, publicar una canción que lleva el nombre de la ciudad donde estoy viviendo me permite entregar públicamente una información muy útil para mi sobrevivencia en un lugar en donde nadie tendría porqué conocerme.
En muchas otras canciones yo he canalizado vivencias de terceras personas en textos de apariencia autobiográfica, pero en este caso he hecho lo contrario al camuflar una experiencia muy personal a través de un personaje que, si bien a primera vista pareciera distante, me resulta convenientemente ajeno para decir algo muy propio.
-¿Por qué decidiste optar por una foto tuya como portada del single? ¿Te resistías a incluir tu rostro en las portadas?
Es verdad que es la primera vez que tengo una portada con una foto mía. Si bien cuando comencé a hacer música fue natural publicar portadas utilizando mis dibujos y hacerle el quite a aparecer fotografiado en una, poco a poco se volvió también una suerte de regla que me autoimpuse y que con este sencillo quebré. De hecho, en principio tenía otra portada ilustrada pensada para esta canción para no quebrar esa norma, pero luego pensé que sería más divertido, así como también menos confuso, que la portada fuera la misma que se encuentra el protagonista del video en las ofertas decadentes de una tienda de vinilos.
Y claro, es una foto mía, pero al final es también un juego de diagramación en donde intenté lucir, con todo el orgullo y candor correspondiente, como el flamante autor demodé de una portada de la época de Peret, músico a quien homenajeo en mi interpretación. Por otro lado, siento que he llegado a un punto en donde contradecirme es parte importante de mi crecimiento como cantautor o dibujante, ya que tengo la certeza de que tarde o temprano me transformaré en una caricatura de mi mismo, así que al menos intentaré demorarme lo más que pueda probando cosas nuevas que me conmuevan sin poner como piedra de tope lo que se supone que debería representar según el resultado de mis obsesiones del pasado.
-Para este especial single, trabajaste junto a un numeroso grupo de personas en el video. ¿Cómo fue esta experiencia?
Fue muy bonita porque me permitió compartir y hacer el ridículo con gente que lo pasó muy bien jugando a actuar por primera vez. Es el caso, por ejemplo, de Javier Grande quien interpreta al guiri protagonista, como también a Félix e Iván que hacen de palmeros y a quienes los conocí porque me hicieron una entrevista en su podcast sobre música llamado Asombrosos Solos de Triángulo.
Todos debutaban como actores. Y la verdad es que en el amable universo de los créditos suena a mucha gente, pero en general todo lo hicimos con mucho tiempo de anticipación y en cada cosa que hacíamos éramos un equipo muy pequeño. Casi siempre éramos Bárbara Guzman-Galeb (la directora), Javier (el protagonista), y yo. En algunos momentos se sumaba más gente, pero, considerando que gran parte de las escenas las filmamos espaciadas durante el verano barcelonés pasado, pudimos tomarnos el tiempo para darle elegancia y glamour a una producción que en la práctica fue muy punki.
-¿De qué manera participaste en el rodaje?
Participé principalmente como asistente de producción y director de arte. Si bien hay escenas en donde aparezco tocando, cantando y bailando, eso fue grabado en una sola jornada y el resto del tiempo lo dediqué a acompañar a Bárbara, la directora, a resolver los desafíos relacionados con los efectos especiales. Es decir, diseñando los vinilos y las tipografías, o tomando clases de maquillaje con Josefina Nicolás para la escena del bronceado fascinante del guiri protagonista en la playa de la Barceloneta.
Javier Grande, quien actúa como Guiri, es mi compañero de piso y el mejor amigo de la universidad de mi polola, por lo que todas las grabaciones que hicimos en los lugares típicos de Barcelona fueron hechas entre nosotros tres, Javier, Bárbara y yo. Algo de lo que me siento muy contento y orgulloso como asistente de producción es de haber podido sumar al equipo al talentosísimo Joaquín Fernández para la post-producción que hicimos juntos en la ciudad francesa de Toulouse que, para quienes lo sabían, queda a la misma distancia de Barcelona que Talca de Santiago. Él también se vino a este lado del mundo por amor como príncipe consorte, por lo que ha sido genial poder seguir colaborando con él en persona, sobre todo considerando las maravillas visuales que ya había logrado para otros videoclips como “La Amenaza” o “Sí Po’”.
-¿Cuáles fueron tus fuentes creativas para la escritura del guion del video?
La idea original nació de cuando descubrí a Peret, considerado el rey de la rumba catalana, y a partir de quien armamos junto a Bárbara y Joaquín la estética de mis escenas. Algo que me cautivó de Peret fue que en sus presentaciones en vivo hacía bailar a la gente tan solo con una guitarra acústica, por lo cual me sentí identificado con el desafío de hacer mover las caderas con un formato de cantautor igualmente reducido.
Del mismo modo, yo ya había coqueteado con esta estética provinciana del músico peinado a la gomina que va a la capital a tocar vestido elegante para que nadie lo juzgue como pueblerino, y es esa misma idea la que se repite en este músico de origen gitano que no le tiene miedo al ridículo. Esa primera idea se unió con la identificación que hizo Javier con la canción cuando yo la estaba componiendo en casa. Como vivimos juntos, él solía cantarla de vez en cuando mientras aún la estaba armando y me decía que era la que más le gustaba.
Paralelamente había conocido a la talentosísima directora Bárbara Guzmán-Galeb, también chilena y estudiante en España, con quién queríamos hacer algo juntos luego de que nos conociéramos por intermediación de Rosario Alfonso, y pensamos que sería una buena idea usar la devoción de Javier por esa canción para escribir un guion juntos en que él mismo protagonizara su videoclip.
-¿Habrá colaboraciones en tu próximo álbum, además de la de Erlend Øye?
Bueno, aparte de Erlend Øye estará La Comitiva, que es la banda con la que él colabora en Sicilia formada por Marco Castello, Luigi Orofino y Stefano Ortisi. Aparte me pude dar el lujo de contar con Marcin Oz, el bajista de The Whitest Boy Alive y el guitarrista Antonio Lannola de la banda noise napolitana Arrrgo, así como también colaborar nuevamente con mi queridísima Niña Tormenta y Alba Morena, una cantautora catalana que he conocido durante estos dos años que tiene una voz increíble no solo en términos literales, sino también, y sobre todo, porque tiene muchas cosas que decir.
Bueno, Maite, mi polola, y mi hermano Nicolás Lorenzini también me ayudaron con unas voces y líneas melódicas, así como también mi primo Tomás Gubbins, guitarrista y compositor con quién ya habíamos colaborado en Los VariosArtistas y con quien compusimos unas cosas juntos y hace que este sea un disco muy familiar. Por otro lado, en la producción he contado con el apoyo y la colaboración de Claudius Rieth (Inti Illimani – Chico Trujillo), Milo Gomberoff de Familea Miranda y Daniel Cortés, quién desde Bogotá ha aportado aquel talento que lo ha hecho trabajar para proyectos muy desafiantes y exóticos para mí, tales como Carlos Vives, Alejandro Sanz, o la película Encanto de Disney.
-¿Algún evento de lanzamiento especial, además de la anunciada gira por Chile?
La verdad es que la gira que estoy terminando de coordinar para finales de este año me tiene lo suficientemente entusiasmado como para agregar más cosas de carácter especial a corto plazo, pero definitivamente quiero hacerme cargo del interés que se ha despertado últimamente por mi trabajo en otros lugares de Latinoamérica como Colombia, México, Argentina, Uruguay y Perú, así como también en España y Alemania, en dónde mi música ya ha tenido muy buena recepción y he podido conocer personas inesperadamente interesadas en mi música de lugares tan inesperados como Turquía, Suecia o China.
-¿Qué música de la escena española estás escuchando? O quizás también te estás reconectando con proyectos chilenos?
Me imagino que, como a todo el mundo, me gusta mucho Rosalía. A ella ya la conocía antes de venirme a vivir acá, pero su último disco me gustó mucho porque tiene precisamente esa cuota de humor y juego que siempre me ha alimentado a la hora de hacer cosas creativas. Es como escuchar el disco de una niña talentosísima jugando a hacer canciones como quien dibuja una composición sobre las vacaciones. En una época en donde todo pareciera tener que ser una declaración de principios unidireccional, al mismo tiempo en que ser absurdamente desechable, es inspirador ver a alguien tomándose el tiempo de hacer las cosas que le gustan sin importarle si suenan inteligentes o no.
Así también he descubierto cosas muy interesantes y más densas, pero igualmente honestas, como Alba Morena, Niño de Elche, Silvia Pérez Cruz, Hidrogenesse, Rigoberta Bandini y al maestro Albert Pla, quién, dicho sea de paso, por mucho que su nombre parezca una versión en catalán de Alberto Plaza, no tiene nada que ver con este último. Albert Plá es un cantautor muy extraño que ha sabido madurar su ingenuidad a la cúspide de lo ominoso en su obra maestra llamada “Miedo”, en donde une su talento musical con el teatro.