Twenty One Pilots en Lollapalooza: más respeto

Desde el día uno que fue lanzado el line up, los dardos apuntaron a la aparición de Twenty One Pilots como headliners de la edición 2019 de Lollapalooza Chile. Que “no están al nivel”, que “no se comparan con Kendrick o los Arctic”, e incluso “que a la producción le faltó plata para traer otro headliner de peso”. Ante toda crítica, los estadounidenses se subieron al escenario del VTR a tapar bocas.

Si ya demostraron en su primera visita a Chile -en 2016- que su show es un golpe de energía, hoy simplemente lo recalcaron. Un Josh Dun con antorcha en mano y un Tyler Joseph apareciendo entre el calor de un auto en llamas, fueron suficientes para desatar el alboroto que generó el dúo en el parque O’Higgins.

Desde que los primeros riffs de “Jumpsuit” comenzaron a sonar, las miles de personas que llegaron al principal escenario del festival tomaron su celular y prendieron el flash con un papel encima, para dar la bienvenida a la segunda visita del grupo a Chile bajo un mar de luces amarillas. Todo organizado por su fan club, el que se apostó a las rejas del VTR Stage desde las primeras horas de la tarde festivalera con ropas y pañoletas amarillas.

Es este uno de los factores importantes de porqué hoy Twenty One Pilots es headliner del festival: los fans. Jóvenes en plena pre-adolescencia y uno que otro treintón son los que le dan sentido a canciones como “Levitate”, “Heathens” y “Lane Boy”.

El desempeño del grupo en el escenario fue digno de un show de primera línea festivalera. Tyler bajaba y subía del escenario con toda la confianza. Corría al público, interpretaba una parte de “Holding On To You” y volvía. Se subía al piano y Josh lo acompañaba con una vuelta en el aire. Después de un segundo de éxtasis, regresa al órgano y toca como si nada ha pasado.

Saltan. Gritan. Invitan a su staff. Juegan con el público. Tyler canta y Josh sigue en la batería. Se ponen las máscaras y se las quitan. Tocan el ukelele, la batería, el teclado y hasta una trompeta. Salta del escenario y llega a la parte alta de una torre del sector de la mesa de sonido. Como si la confianza fuera mutua. Como si llevaran varios años en esto de la música. Como si se subieron al escenario a callar bocas.

El broche de oro: “Trees“. Dos tambores sobre el público y, tras una emotiva interpretación en piano, Josh Dun y Tyler Joseph vuelven a lo llamativo del show. Al desorden, al verdadero show. Arriba del público nuevamente y tambores, en conjunto con confeti amarillo y verde, crean la mejor escena para cerrar uno de los mejores shows de la segunda jornada del festival.

Lo de Twenty One Pilots es un claro síntoma de mejoría. Crecieron. El tiempo no pasó en vano y su vuelta valió la pena. Gran enseñanza para los prejuiciosos y buena elección de Lollapalooza. Los pilotos están para cosas grandes y piden respeto.

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