“A Brief Inquiry Into Online Relationships” de The 1975: las buenas canciones no fallan

El Ok Computer de la generación millennial. Así calificaban en diversos portales de internet a A Brief Inquiry Into Online Relationships (2018), el tercer trabajo en larga duración de los británicos The 1975. Si bien, con sus dos lanzamientos anteriores, la banda tiene créditos de sobra para ser tomada en cuenta, resulta tentador explorar qué variables entran en juego para tan pomposo apelativo. Se puede decir que esta etiqueta osada (incluso polémica para los más quisquillosos) hizo interesarme particularmente en este álbum.

Creo que es importante comenzar diciendo que The 1975 está en una situación similar a la de The Strokes, hace casi (¡wow!) 20 años. Entre la muchedumbre nuevamente resuenan las proféticas voces de la “muerte” del rock (o de la música de guitarras, en su defecto) y, desde ese mismo gentío se eleva a una banda joven y enérgica como una suerte de “salvación”. Aunque hay diferencias estilísticas (los oriundos de Manchester son más heterodoxos que los neoyorkinos), se repite el discurso.

En su tercer álbum, The 1975 hace justicia (voluntaria o involuntariamente) a su elevación a los altares. La banda presenta un disco que va más allá del “hitazo” y trata de articular un relato sobre las relaciones humanas en la era del internet. Si bien, su propuesta no es exactamente “rock” (a estas alturas es casi bizantino discutir sobre lo que es o no es rock), si toma parte de la energía característica del género pero en clave contemporánea.

Esta relectura se vuelve interesante desde lo inquieto y heterodoxo del conjunto. Tracks cargados de electropop discotequero como TOOTIMETOOTIMETOOTIME, la sentida balada Be My Mistake, momentos R&B en Sincerity is Scary, influencia trap en I Like America & America Likes Me, la referencia a The Cure en It’s Not Living (If it’s not with you), la jazzera Mine y el cierre del álbum con la hímnica I Always Wanna Die (Sometimes). Punto a parte para la cita/tributo/¿¿¿plagio??? a Disorder de Joy Division que es Give Yourself  A Try (que de cualquier forma sigue siendo una buena canción).

Este juego de estilos es interesante y destacable por la versatilidad de la banda y la seriedad con que afrentan las canciones, sin caer en el remedo o rozar la parodia. No obstante, así como la heterodoxia es una virtud, también es un defecto, pero no determinante. A ratos, el disco se notaba “en el aire”, sin un cimiento que lo llevara más allá de ser un cúmulo de buenas canciones. En momentos, me costó tragarme el relato que se planteaba, el supuesto concepto del disco.

En fin, The 1975 entrega su mejor disco a la fecha. Canciones sólidas, compromiso pop y versatilidad musical tomada en serio. Si bien fracasa como trabajo “conceptual” (por lo menos se vendió así), es un compendio de buenas canciones, incluso que trascenderán las efímeras rotativas radiales. Y bueno, no es el Ok Computer  de esta generación, ni The 1975 vino a salvar algo; solo es una buena banda haciendo buenas canciones. Lo mejor es tomar su carrera con calma, les tengo fe para su próximo trabajo, el año que viene.

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