Los debuts siempre son complicados. Hasta al más grande crack del fútbol, por ejemplo, le temblaron las piernas los instantes antes de saltar a la cancha. Todos los ojos del estadio puestos en su persona, los flashes cegadores de las cámaras expectantes a cada jugada promisoria.
Así nos tenía Chico Bestia, banda porteña que tenía hecho un atado de nervios a los entusiastas de la escena de Valparaíso. La larga espera acabó y el promisorio salto al LP del grupo se hizo presente bajo el título de Nuestros días de invierno (2018), lanzado por Sello Recolector (que se ha anotado varios discos destacados en el último tiempo). La banda hizo parecer fácil debutar, a pesar de las ansias y la presión de los seguidores de su recorrido en los escenarios de la ciudad puerto.
Los singles liberados por el grupo y la potencia de las presentaciones en vivo allanaron la llegada de este disco de ocho tracks, en que por medio de guitarras saturadas y atmosféricas nos transporta por paisajes urbanos entregados a la llovizna y las marejadas. Y es que los porteños cogen ese ambiente indómito y poético del Valparaíso invernal para plasmarlo en sus canciones.
Intro nos prepara para El último recuerdo de este invierno, que vertebrada por un bajo y una batería potente dan rienda suelta una guitarra que entrega esa sensación de velocidad, de luces que se alargan. Justo en el verso, el quiebre para un; “no queda más…” resignado y triste. Luego, de regreso al vértigo ambiental en el coro.
Tras de nosotros, por su parte, es un calmo mar de distorsiones que acompaña a la voz; para luego volverse una densa capa de guitarras que recuerda los momentos más contemplativos de My Bloody Valentine. La sinergia entre bajo y guitarra en este track es simplemente exquisita, complementándose sólidamente. Un suave arpegio pregunta Dónde está la lluvia, un tema que si bien, no escatima en potencia eléctrica, tiene una esencia intimista y emotiva. Interludio quiebra la tranquilidad del tema anterior con una descarga de ruido, una carta de ajuste necesaria para desenvainar la última parte del disco.
Guitarra titubeante, bajo marcando y batería marchante; así inaugura Re, otro instrumental de ensueño que crece hacia la catarsis sonora de cuerdas y ritmos para luego dejarnos con la suavidad de la nada. Eterno suspiro, mi favorita personal, presenta otra vez la estructura de progresivo crecimiento hacia un alarido coreable hasta más no poder. Un “oooh” infinito que se repite mientras la guitarra toma vuelo otra vez. Con la debida proporción, es un pequeño The Great Gig in the Sky, no necesita más letra que ese suspiro inacabable. El epílogo lo marca Mis días contigo, un cierre que regresa al intimismo en su primera parte y que en su segunda sección desencadena toda la potencia eléctrica de los porteños.
Chico Bestia nos da un paseo por Valparaíso en esos días de llovizna, viento y mar picado. Es un disco que hace alegoría constante a los ambientes urbanos, a las vivencias de sus habitantes en medio de un invierno que no acaba. Los porteños lograron equilibrar letras sinceras y compromiso pop con el oscilar constante entre tranquilidad ambient y velocidad punk; estos ingredientes conforman un debut de lujo. Ya es primavera, pero con Nuestros días de invierno solo quiero que vuelva el frío.