“Hey, Arnold! The Jungle Movie”: el final que siempre quisimos

Hace 13 años, las cinco temporadas y los 100 episodios de “Hey, Arnold!” llegaban a su fin. La serie animada creada por Craig Bartlett y transmitida por Nickelodeon, contaba las aventuras del rubio y cabeza de balón Arnold, junto a sus amigos, su barrio y su escuela. Una historia como la infancia de muchos: lejos del computador, donde los celulares no eran más que costosos artículos usados por adultos empresarios -como el misterioso señor Smith- y donde jugar en la calle no parecía una idea tan arrebatada como podría sonar para la infancia de hoy.

Después de una película donde Arnold y su comunidad salvan a su barrio de un manipulador empresario, “The Jungle Movie” -estrenada por la señal estadounidense de Nickelodeon en dos partes- retoma lo visto en el último capítulo de la serie y viene a golpear justo en la nostalgia.

En las manos del protagonista se encuentra el misterioso diario de sus padres, quienes partieron a San Lorenzo en una misión humanitaria -salvar a una comunidad indígena de una misteriosa “enfermedad del sueño”- mientras él aún estaba en pañales, para luego perderse por completo su rastro.

El último día de clases, el quinto grado se entera de un concurso que podría llevarlos a nada más y nada menos que a San Lorenzo y, por razones obviamente más allá de las académicas, Arnold es el único interesado. Aunque sus esfuerzos para conseguir mostrarse como un humanitario fallan, la tarea queda en manos de sus mejores amigos, quienes a punta de esfuerzo logran juntar a todos esos personajes que fueron ayudados por el Cabeza de Balón durante la serie.

Sin duda, este se convierte en uno de los momentos más emotivos y nostálgicos de la película, pues no solo Arnold obtiene el viaje para él y sus compañeros de curso, sino que también vemos qué fue de personajes tan icónicos como el Hombre Paloma, en las grandes catedrales europeas; Dino Spumoni y su representante, reconciliados y trabajando juntos, o el chico del pórtico, ahora sin miedo de dejarlo. La liberación de la legendaria tortuga Mandíbulas y la ayuda a personajes como la gran Patty, Harold y Eugene son otros de esos momentos que te dejan una sonrisa estampada en el rostro, de esas que solo los buenos recuerdos son capaces de dejar.

Ya en el viaje, Arnold se encuentra con que el capitán del barco en el que será pasajero es Eduardo, el mejor amigo de sus padres y quien llegó hace años a la casa de huéspedes en su búsqueda para cumplir una última misión. Ambos comienzan a estrechar un fuerte lazo de amistad, donde surgen secretos y la revelación del villano que estaría asolando a la jungla y sus habitantes: Lasombra. Sin embargo, Gerald no confía totalmente en el capitán del barco y si algo nos enseñó la serie, es que su intuición nunca falla.

Pero en el barco se viven más tensiones que la intensa búsqueda de Arnold y las sospechas de Gerald. Helga, eternamente enamorada de Arnold, ya no puede seguir escondiendo sus sentimientos detrás de su antipatía. Como en la vida, la confesión de su amor viene de la mano con el peor timing posible, uno en que Arnold no está por completo pendiente de ella y en que un ataque asola a la tripulación.

En un camino lleno de misterios, intrigas y traiciones, la amistad y la cohesión del grupo se convierte en el pilar principal a la hora de enfrentar todo lo que la jungla les depara, mientras Arnold termina dándose cuenta que verdaderamente es el elegido a completar la última misión de sus padres.

En la hora y veinte minutos que dura “Hey Arnold! The Jungle Movie”, vemos en una versión extendida el capítulo final que los fans, hoy adultos, esperaban ver. Aunque con animaciones mejoradas, la película cuenta con todos los elementos que hicieron grande a la serie, incluso la recordada música de Jim Lang. Guiños a personajes pasados e incluso, la sorpresiva confirmación del verdadero apellido de Arnold: resulta que cada vez que el abuelo le decía “hombre pequeño” era más que un cariñoso apodo.

Una historia que se cierra de una forma completamente emotiva y satisfactoria, donde los más profundos dolores de la infancia de Arnold encuentran el remedio perfecto en la motivación y ayuda de los adultos que forman parte de su vida.

Pero no solo de finales se vive y para Arnold, un gesto tan simple como una tomada de mano se convierte en el inicio de la historia que todos quisimos ver.

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