¿Les pasó alguna vez que, cuando chicos, los cambiaron de colegio y tenían que adaptarse a un mundo completamente nuevo, y no sabían cómo iban a encajar? Bueno, “El Libro de la Selva” (Jon Favreau, 2016) cuenta la historia de Mowgli (Neel Sethi), un cachorro humano que es criado por una manada de lobos luego de que fuera abandonado en la selva. Sin embargo, no todos los animales del lugar se encuentran a gusto con su presencia. El intimidante tigre Shere Khan (Idris Elba), resentido por el daño que causó la raza humana en su hábitat, planea asesinar a Mowgli, quien decide abandonar a su manada y emprender un viaje hacia la civilización más cercana, enfrentando los peligros que encuentre a su paso.
Primero lo primero: cada vez que sale el remake de una película antigua, esta suele ser comparada con su antecesora. “El Libro de la Selva” no es la excepción. A diferencia de la gran mayoría de las recientes reinvenciones hollywoodenses, la adaptación live-action de este año no tiene nada que envidiarle a la versión animada del año ’67. Nada. Favreau y compañía se las arreglan para crear un filme fiel al espíritu de la original y apelar a la nostalgia de aquellos adultos que vieron el filme durante su infancia. A pesar de esto, la película no cae en el error fácil de ser un remake plano realizado en base al recuerdo, ya que, a través de los efectos visuales y otras artimañas varias, el largometraje logra encontrar su voz propia.
El guión de la película no es nada del otro mundo, pero todo eso queda de lado al momento de presenciar los efectos visuales que presenta el filme. “El Libro de la Selva” es de esas películas en que el 3D aporta, y con creces. Desde el momento en que ves el logo de Walt Disney Pictures, te sumerges en una inmensa jungla llena de profundidades y texturas que solo pueden ser apreciadas con el no-siempre-bien-utilizado efecto tridimensional. Bill Pope, como de costumbre, se luce como director de fotografía y, con tomas dinámicas que no tienen nada que envidiarle a una portada del National Geographic, hace relucir la selva y la convierte en un personaje más del largometraje.
A pesar de las maravillas técnicas que presenta el filme de Favreau, uno de los mayores atractivos de la película son el reparto estelar que le brinda las voces a los animales de la jungla. Si bien la actuación del debutante Neel Sethi como Mowgli es bastante convincente, su rol pasa completamente a un segundo plano al escuchar a Ben Kinglsey (Bagheera) y Lupita Nyong’o (Raksha) dándole el peso necesario a sus personajes que tienen el objetivo de proteger y guiar por el buen camino al cachorro humano, en contraste a Idris Elba (Shere Khan) quién le presta de manera sublime su voz al villano de turno, el cuál no tiene nada que envidiarle a Scar, el recordado villano de “El Rey León” (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994).
Como todas las películas de Disney, el filme lo puedes encontrar en cartelera con copias dobladas al español. La cadena del ratón Mickey suele hacer doblajes fieles a las voces originales, pero ver la película en inglés tiene el plus de presentar temas clásicos del filme original como “Trust In Me”, “The Bare Necessities”, y “I Wanna Be Like You” en las voces de Scarlett Johansson (Kaa), Bill Murray (Baloo), y Christopher Walken (El Rey Louie), respectivamente.
En resumen, “El Libro de la Selva” es una película recomendada tanto para aquellos nostálgicos que amaron la original y quieren presentarle la historia de Mowgli a los más chicos de la casa, como para aquellos aficionados al cine que buscan algo de calidad en cartelera y no suelen apreciar las reinvenciones de clásicos de ayer y hoy. Los remakes suelen ser mal vistos entre la comunidad cinéfila, y eso está bien. Este tipo de largometrajes suelen ser versiones sin alma de las originales, las cuales son adornadas con efectos y música rimbombante con el fin de hacerlas más contemporáneas y agradables a los ojos del consumidor promedio de cine. Pero cada cierto tiempo hay un remake que merece ser visto. Un milagro. “El Libro de la Selva” es un milagro, y probablemente es la mejor película actualmente en cartelera.