Peter Hook & The Light en el Teatro Italia: Negra celebración

Ver un trozo de la historia de la música a metros de ti, es algo incomparable. Si a esto incluimos pocos atisbos de nostalgia, y más una celebración de la música, la jornada se visualiza como ideal. Algo así fue lo que los asistentes al segundo show de Peter Hook & The Light en Chile vivieron el pasado sábado 25 de octubre.

Es difícil describir como un concierto basado en elementos del pasado, pueda ser percibido como algo tan fresco. Y es que el catálogo de Joy Division suena así, tan raro que parece haber sido creado en esta década por una banda indie, sin sobreproducciones encima. Más aún, la carga rockera de la mayoría de sus canciones que en su forma de en estudio se esconde en brumas de oscuridad, renace en su versión en directo, llevada con eficacia por la banda que acompaña a Hook, quien se lo vio entregado y disfrutando de cada canción. Claro, estuvo ahí más de 30 años viviendo la historia de Joy Division y New Order, y esa experiencia no se podía recoger de otra forma.

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El show arrancó a las 10 de la noche puntualmente, luego de la presentación de Intimate Stranger, quienes acompañaron a los asistentes que ya sostenían problemas paran mantenerse en pie, frente al calor de una sala que se repletó tempranamente. Pero como todo concierto, las condiciones fisicas se hacen soportables si hay buena música de fondo, y el arranque de Hook no pudo haber sido más óptimo: una selección del New Order mid-80s con secuencias incluidas hizo saltar y bailar a los cerca de mil asistentes que se agolparon en el Teatro Italia, especialmente en los clásicos “Thieves Like Us”, “Subculture” y “The Perfect Kiss”, temas que si bien se echa en falta la voz de Bernard Sumner, su reemplazo con el apoyo vocal del ex Monaco, David Potts, fue posible escuchar estas canciones de la mejor forma. A la vez, el mismo Hook hizo gala de aquello que lo hace memorable en cualquier punto del planeta: sus incombustibles lineas de bajo esperados por todos, y que remarcó en cada instante que se hacían presentes, de paso recordando a una de sus inspiraciones, Jack Bruce, el mítico bajista de Cream que dejó este mundo ese mismo sábado.

Fuera luces. El público se mantuvo quieto a la espera del plato central: la ejecución de principio a fin de dos de los discos más inspiradores de la música británica: Closer (1980) y Unknown Pleasures (1979). Comenzando con los tambores de “Exercise One”, la banda de Hook sacó ovaciones y momentos de emoción en aquellos asistentes más jóvenes que jamás pensaron oír estas melodías en vivo, y vivir la experiencia más cercana a estar en la oscura sala de la vieja The Hacienda de Manchester.

Esa euforia transformó a la vez la sensación de ciertas canciones, de tonos más lúgubres que llevadas al directo, se convierten en melodías llenas de emoción y alegría. Más aún cuando llegó el turno de presentar el imprescindible “Unknown Pleasures” completo. Desde el riff inicial de “Disorder” hasta las oscuras atmósfera de “I Remember Nothing”, Peter Hook y The Light compartieron con gusto esta parte de la historia del rock, sin elementos extra como pantallas y una escenografía especial. Sólo dejando que la música hablara por sí misma.

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Para despejar dudas, aunque la voz de Hook parecía no ser la más óptima para canciones como “Heart and Soul” (especialmente al utilizar a ratos un filtro robótico en su voz), hizo frente al encarar los tonos del recordado Ian Curtis, más aún teniendo un público tan atento que fue capaz de rellenar aquellos vacíos que se hacían presentes, en mayor parte por ciertas deficiencias acústicas del mismo Teatro Italia que muchos criticaron a la salida del concierto.

Al igual que otro concierto de culto que tuvimos cerca hace un tiempo (The Cure, abril del 2013), el show cerró con cuatro hits imbatibles: “Atmosphere”, “Ceremony”, “Transmission” y “Love will tear us apart”. Toda la carne a la parrilla y una emoción que no se dejó caer en el segmento final del show, cuando ya el reloj marcaba ya las 00.30hrs. En total fueron 34 canciones las que se escucharon en este notable concierto, que sólo se viven una vez en una oscura sala, sin streamings ni cámaras de por medio. Como los de los viejos tiempos.

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