Mad Men: La mejor publicidad llega a su fin

Un mes y nueve días después del final de Tony Soprano («Los Soprano») y seis meses antes del comienzo de Walter White («Breaking Bad»), Don Draper llegó a la televisión para marcar un hito, tal como lo hizo su amigo mafioso de HBO y lo haría tiempo después el profesor de química desde su misma cadena televisiva, AMC.

Porque antes que millones de personas en el mundo quedaran impactadas con la fantasía de dragones y caminantes blancos de “Game of Thrones” o los zombies de “The Walking Dead”, “Mad Men” se tomó la pantalla con una historia verosímil y crudamente auténtica, que quizá no contó con los ratings que tendrían las otras dos historias pero que sí tuvo la capacidad de cautivar a los espectadores con una historia ambientada hace cinco décadas pero que se sentía inmensamente presente en la actualidad, sólo que con autos, peinados y vestidos distintos.

Donald Draper, Roger Sterling, Peggy Olson, Joan Harris, Pete Campbell, Bert Cooper, Betty Francis, Sally Draper, entre muchos otros, nos condujeron en un viaje por la historia. Los asesinatos de Martin Luther King y de John F. Kennedy, el aterrizaje a la luna y tantos otros hitos pudimos apreciarlos de una forma distinta, como si de verdad los estuviéramos descubriendo en vivo, ataviados con viajes en LSD y con clásicos como “Tomorrow Never Knows” de los Beatles, “You Only Live Twice” de Nancy Sinatra y tantos otros (no por el mero azar mencioné sólo estas dos canciones). Porque Matthew Weiner creó una serie epítome de la visceralidad, relegando la acción para pequeños pero hilarantes momentos contados con los dedos de las dos manos, para darle paso al desarrollo de los personajes a un nivel único. Invitándonos a apreciar como Peggy y Joan surgen en una época incluso más machista que la actual; como Betty intenta lidiar con su monótona vida doméstica tras su truncada carrera como modelo; el paso de niña a mujer de Sally; la búsqueda de redención del otrora despreciado Pete; la carcasa que esconde el hedonismo extremo del mandamás Roger y Don… el eje central de la trama. Al igual que en la intro de cada capítulo, pareciera que éste cae en un limbo hasta que logra nuevamente sentarse en su sofá a beber su licor favorito. Exitoso, seductor e inteligente pero que a la par avanza la trama, cargada de simbolismos, pareciera que Draper ya no soporta su fachada que ha logrado mantener en pie, tanto desde el punto de vista de su mismísima identidad como la que él mismo ha construido para desenvolverse en su entorno.

Con una estética impecable, fiel a la época en la que se basa, con un complejo y profundo desarrollo de sus personajes, con una banda sonora de lujo, actuaciones formidables y un agudo guión, tras 92 capítulos en siete temporadas durante ocho años, se despide para siempre este domingo 17 de mayo la agencia más famosa de publicidad de los ’60 de Avenida Madison en Nueva York, la que nos hizo reflexionar, nos conmovió, confundió, entretuvo,  y hasta –contadas veces– nos hizo reír con momentos más cómicos que los de una sitcom promedio. Porque así es y será recordada “Mad Men”. Un drama ambientado en la “época de las flores” que nos dejó todo tipo de sensaciones a través de la pantalla chica, menos la decepción. Ésa se la dejamos al siglo XXI.

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