Niños del Cerro desliza la Suave Pendiente, canción por canción

“Jardín en sol al fin, tranquilo espero que me toque a mí”, dice al comienzo de “Tentempié”, el primer single del tercer disco de Niños del Cerro. En ese mismo mood nos recibe Simón Campusano, vocalista. Tras una intensa primavera, marcada por el lanzamiento de “Suave Pendiente”, más una gira por España y una trilogía de presentaciones en el debut de Primavera Sound en Chile, la banda comienza a hacer un recuento de su 2022.

Desde su publicación en octubre, el álbum ha recibido reacciones positivas, llegando incluso a ser uno de los destacados del año según el foro Rate your Music. “Quizás se debe a que con la gente que nos escucha en internet, participa activamente de estos foros. Es bacán que el maní llegue a saltar tan lejos, y esto ayuda a que podamos hacer giras en otros lados. Es bonito”, señala Simón.

Un disco que aborda un concepto mucho más meticuloso que en sus anteriores publicaciones. “El relato de la Suave Pendiente desde la temática, parte desde cosas muy cotidianas y concretas hasta hacerse algo más abstracto y espiritual. Las letras del final del disco son mejores que las del principio, o les tengo otro cariño”, comenta el compositor.

Sobre las temáticas, que rodean lo bíblico y lo desértico-andino, Campusano comenta que aprovechó la pandemia para encontrar nuevas motivaciones. “Esta vida estática, quieta, contemplativa me llevó a la literatura espiritual, y puntualmente lo místico-cristiano, donde encontré textos más interesantes”, señala. Reveló, además, que los días de cuarentena fueron “una vida casi monástica, que en realidad disfruté mucho. Había un montón de cosas terribles en ese momento, pero me gustó eso de no salir de la casa y tocar guitarra todo el día (risas)”.

Las imágenes del desierto, por su parte, “han aparecido mucho en mis lecturas sobre teología, en distintas religiones y disciplinas, porque es el vacío y la desolación. Es como enfrentarse a uno mismo”.

En “Nonato Coo” fue un montaje azulado de las palmeras de La Florida, en “Lance” una ilustración en tonos pasteles. Para el arte de “Suave Pendiente”, decidieron ir por otro camino. “Es una fotografía de Francisca Mella que conocimos a través de Maya Bayer, quien nos ayudó en el arte de ‘Lance’. Vimos sus fotos, nos encantó su trabajo y Maya me dijo que esta debía ser la portada del disco, y tuvo la razón”, señala Simón, quien asegura no saber “nada de la foto, y me gusta no saber. Es como un galpón perdido no sé dónde”.

Te invitamos a escuchar el nuevo disco de Niños del Cerro, mientras lees este XTrack.

Povidona

Es una canción de contención, una de las primeras que se me ocurrió. Prácticamente todas estas canciones son muy pandémicas, muy 2020. Hace poco subí unas maquetas a Soundcloud, lo primero que se me ocurrió fue el coro y ahí se me ocurrió citar a “Ojos Azules”, que es esta canción tradicional del folclor boliviano, que acá familiarizó Inti-Illimani, por lo que me hacía sentido cantar ese coro. Tener una persona que te quiere, eso básicamente.

Tentempié

Es la que habla sobre lo más cotidiano de la pandemia, sobre todo la vida en pareja. Manejar esas ansiedades y expectativas, todas esas emociones e incertidumbres de estar encerrado y con otra persona.

Musicalmente sigue ese relato de la Suave Pendiente, o al menos yo me lo imagino así, que parte de lo más pop y se va oscureciendo. Para Tentempié quería hacer una canción media noventera, como The Sundays, de hecho, tomé como referente “Here’s where the Story Ends”, con la que sigo muy pegado.

En el 2017 estábamos en Antofagasta con los chiquillos camino a una tocata y sonó en la radio “Linger” de The Cranberries. Ahí le dije al Diego (Antimán) “hagamos una canción así en el próximo disco”. Lo hicimos como pop liviana y noventera que nos gusta harto con los chiquillos, pero con el código Niños del Cerro.

Miel

Fue una idea que surgió en un ensayo cuando nos extendimos con Tentempié, donde encima se me ocurrió la melodía principal del tema.

La letra la escribí medio corriente de la conciencia. Se acerca mucho a estos poetas místicos de los que estuve leyendo en este tiempo, y habla de una búsqueda espiritual. Es la primera vez que aparece ese tipo de referencias en el disco.

Tenía súper claro cómo tenía que hacer esa transición entre las canciones, pero me costó mucho hacerle entender mi idea a Víctor Muñoz (productor). Había grabado un montón de teclados, texturas y voces, que se montó encima de la versión con banda en el estudio del GAM. Nos dimos cuenta que había que cortar Miel en la mitad de la última silaba de la canción. Fue harta pega y me gustó mucho el resultado.

Mi Modesta Ceguera Temporal

Es la canción más corta del disco, la más pop. Tiene una estructura simple, y por lo mismo no me hubiesen dado ganas de que entrara en un disco de Niños del Cerro, pero como este iba a ser bien largo, estaba bueno proponer cosas distintas.

Por lo mismo quería escribir una letra más críptica. Le di hartas vueltas y la melodía me daba un poquito de sinestesia, porque me remitía a tonalidades claras y al color amarillo.

Hay un texto de Borges en “Siete Noches”, que son siete conferencias, en donde una de ellas habla sobre la espiritualidad, la cábala, la poesía, y la única conferencia más personal es sobre la ceguera. Ahí parte diciendo que el único color que reconoce es el amarillo, que era su color favorito. También abla de un poema que se llama “El Oro de los Tigres”, que cuenta cuando sus papás lo llevaban al zoológico, y a él se le quedó muy grabado el color amarillo del pelaje de los tigres. Es precioso eso, y al final hay otra frase que dice “en mi nombre y en nombre de mi padre y de mi abuela, que murieron ciegos; ciegos, sonrientes y valerosos, como yo también espero morir”. Lo encuentro muy lindo y resonó mucho conmigo.

El perder algún sentido es algo que me da miedo. Desde chico que siento eso, ahora igual soy piti, y también tengo problemas auditivos, así que además temo quedarme sordo. Aunque me hice una audiometría y salió bien, pensé mucho eso y dije “el día que me quede sordo voy a ser poeta”, y es una idea que sigo teniendo.

Sulamita 

Es la más bíblica. Rescata muchas imágenes de “El Cantar de los Cantares”, un libro del antiguo testamento que es básicamente un poema erótico, que es muy raro que esté en la Biblia.

Me hicieron mucho sentido todas esas imágenes de la Sulamita y la Azucena, el desierto mismo y el amor también. Fue un texto que trabajé meses, lo que me gustó mucho porque es una letra que no hubiese escrito mirando el techo tocando guitarra. Un proceso que me está llevando a lugares que no había explorado antes.

Antes de que tuviese nombre la llamábamos “La Súper Andina”, porque es una canción que, pese a estar medio oculto, tiene esta rítmica muy andina.

Tenía una maqueta, donde tiene una percusión evidentemente andina, más parecido a la época del Nonato Coo. Sobre eso, Pepe (Mazurett, batería) propuso hacer algo distinto: un ritmo con un cajazo constante. Me gustó ya que tiene sentido con la forma en que abordamos este disco: llevar las cosas que nos gustan de nuestra propuesta a un lugar más sofisticado. Además, se suman unas texturas que hizo Diego.

Tamarugal 

Es media Pixies. Los versos son muy suaves, y los coros súper fuertes. Es una de las primeras maquetas que hice en la casa, les gustó a los chiquillos, pero siento que tardó harto en cuajar. La consideraba una de las más débiles, hasta que terminé la letra.

Estaba en invierno, seguía dándole vueltas a esta imagen del peregrinaje en el desierto y lo andino, y me puse a leer sobre la fiesta de La Tirana. La letra la terminé justo en julio en el fin de semana donde se realiza la fiesta. Había escuchado también “Reina del Tamarugal”, que ganó el Festival de Viña en su momento.

También se van mezclando cosas sobre los místicos-cristianos, ejercitar sobre desasimiento y vacíos. Lo desierto es vaciarse para acercarse a lo divino, “para desentristecer”, y eso dialoga con el budismo que es algo que me interesa mucho.

Frío Frío

También la hice en pandemia. Dialoga mucho con Povidona al ser canciones sobre contención en contextos difíciles. Recoge harto de Big Thief, que es una banda que me gusta mucho, particularmente Adrianne Lenker. De hecho, tiene acordes muy parecidos a “Anything”, que es una canción preciosa de su proyecto solista. Además responde a querer hacer algo más acústico o suave, que no lo habíamos hecho tanto anteriormente.

Tengo claro qué quiere transmitir la canción, pero son cosas muy abstractas. No sabría decir si viene de alguna experiencia personal o algo más puntual. Pese que la letra no habla de esto, el título tiene referencia a eso cuando uno está buscando algo y te dicen “frío frío” o “tibio”, como decir “por ahí no es”. He hecho varias canciones que hablan del frío. Soy medio friolento y en invierno lo paso mal, y claro, también responde a eso.

Hay una parte de la canción que tiene dos versiones. Un video en Youtube, está la anterior donde digo: “si en Santiago nunca más irá a llover”, y después me pareció medio cringe, o muy loca. Aunque me gusta eso, quizás no eran las mejores palabras para decirlo.

Esta Enorme Distancia

Parte de una idea del Blondie (Felipe Villarubia, bajo), que tocaba en los ensayos: un motivo del bajo que se repite todo el rato en los versos. Teníamos grabada una maqueta del 2018 que recogí cuando estaba trabajando en las canciones de este disco, donde también Nacho había grabado parte de un riff. Sentí que esta canción tenía mucho espacio de banda e interpretación, ahí es donde entra Franz Mesko.

Teníamos este pasaje instrumental que no sabíamos cómo rellenar. La canción pedía algo más orgánico o distinto. En eso pensé en flauta y saxo, y cuando le comenté la idea a Víctor, él nos dice que invitáramos a Franz. Le mandamos la canción, llegó a grabar, y fue muy chistoso, porque no nos conocíamos y me dijo “esto es lo que pienso”, yo pensaba exactamente lo mismo.

Grabamos varias tomas súper rápido, y nos dijo “ya, ahí ustedes eligen lo que quieran”. Franz estaba dialogando con él mismo y fue muy lindo ser testigo de cómo trabaja.

También está el otro featuring que es Florencia Peña, que subió un cover de “Amigo Chincol” a Instagram y me gustó mucho su voz. Descubrí su soundcloud, y me imaginaba la melodía de esta canción con su voz. Le escribí si le interesaba cantar una parte y me dijo que sí. Estas dos colaboraciones hablan sobre cómo trabajamos este disco, que era responder a lo que nos pedían las canciones.

La letra es como la segunda parte de “Las Distancias”, e incluso pensé en ponerle “Las Distancias II”. Cuando escribía la letra del coro, con la frase “qué quedó de nosotros si olvidamos cuidarla” sentía que es una respuesta a la parte que dice “qué va a quedar de nosotros, ay”. También tiene una pequeña referencia a “Amor Violento” de Los Tres, que nadie se ha dado cuenta, cuando dice “de tú y de mí”.

Daniel

Es la canción más larga, y esta coda instrumental es una de mis partes favoritas. Tiene un arpegio medio Yo la Tengo, y siento que en ese final se refleja muy bien cómo trabajamos y hemos crecido como banda. En algún ensayo, a Blondie se le ocurrió cambiar una nota y nosotros los seguimos, o Diego hizo un cambio del sintetizador, y agradezco que pase eso porque enriquece la música, se vuelve más colectiva.

La letra viene de una noticia que me contaron hace un par de años, sobre un video que me dejó pa’ la cagá. Era en una casa del SENAME donde se escuchaban los gritos de un niño, que nunca vi porque lo encontré horrible, solo lo escuché. No sé si estoy confundiendo las cosas, pero creo que este mismo niño se subió al techo a tirar piedras. Quería imaginarme ese dolor y desamparo que te lleva a tirar piedras solo porque sí, aunque tampoco quería contar una historia o contar algo tan directo.

Después me acordé de “El libro de Daniel”, un pasaje en la Biblia, donde a un profeta lo tiran a los leones y no se lo comen, porque él cree en Dios. Me acordé de la historia de un joven que hace varios años se metió al zoológico del San Cristóbal, en medio de un delirio místico, escribió unas cartas suicidas, se dibujo a sí mismo como un león, se empelotó y se metió a la jaula de los leones para que se lo comieran. Al final lo tuvieron que salvar, creo que a los leones lo sacrificaron y parece que también era del SENAME.

Ahí me dio toda la vuelta, cómo esa misma desesperanza te puede llevar a hacer algo así. Haber vivido esas cosas en tu infancia te pueden llevar a este delirio medio místico. Son las temáticas que aún me llaman mucho la atención para componer, sobre todo si tengo música más oscura para hablar de esos temas.

Vía Contemplativa

Es otro delirio místico (risas), pero más luminoso. Tiene que ver con la pandemia, y fantasear con esa idea de tener una existencia tan contemplativa donde te puedes dar cuenta de ver cómo crecen las plantas, y también algo dentro de ti.

Me hizo mucho sentido el libro “Teoría del polen” de Victoria Ramírez, donde hay una reflexión sobre las plantas y me ayudó a terminar de aterrizar la letra. Hay un verso que dice “que una planta guarde silencio no quiere decir que mienta”, y esa weá me hizo pico. Ahí fue que aterricé “la verdad que esconde la azucena no es asunto nuestro”. Pese a que no sé nada sobre botánica, son cosas que me interesan porque conectan con mi sensibilidad.

Musicalmente conecta harto con Wilco. Decidimos invitar a don Ángel Parra Orrego a tocar el Lap Steel que es este instrumento que suena en “Olor a Gas”, porque sentía que la canción lo estaba pidiendo. Víctor lo conocía hace años, le mandó la canción, a él le gustó y nos mandó de vuelta lo que grabó. Estamos agradecidos por su colaboración y buena onda.

 El Dulce en la Piel de tu Nombre

Miel fue primero, pero pasó que en el ensayo siguiente (segundo semestre de 2020), no lo recordábamos bien así que lo improvisamos con otros acordes, con la parte C de Tentempié y quedó más oscura. Comenté que eso da para hacer una canción en sí misma. 

Esta tiene un ritmo más triphop, más lenta. Cuando no tenía título le decíamos “La Bristol”, porque nos recordaba a Massive Attack y Portishead. Me parecía interesante hacer un reprise, porque me gustaba mucho la letra. Al cantar esa misma melodía con otros acordes y esta cadencia más oscura, la letra agarraba otro sentido, mucho más solemne, a diferencia de Miel que lo siento más luminoso.

Mamire

“Mamire, el último niño” lo leí en el colegio y recuerdo haber pensado “este es el libro más aburrido que he leído en mi vida”. La letra en un momento trataba sobre ese libro, y luego se fue transformando en otra cosa. Es de las más entretenidas de tocar en vivo. Estamos cerrando siempre con esta, mucho más rápido y fuerte que en el disco.

Se armó espontáneamente en los ensayos. Creo que entre el Pepe y el Blondie se les ocurrió correr para atrás el tema del bajo sincopado y la batería. Es como una poliritmia y no es tan complejo como puede parecer, remite un poco a la samba y me recuerda a “Brother Sport” de Animal Collective.

Es media apocalíptica, pensamientos que a uno se le vinieron en pandemia, mezclado con estas imágenes del desierto andino. Me acuerdo harto de Evangelion porque mi buen amigo Rodrigo Herbaje me la recomendó hace como seis años. Me dijo “se trata de unos adolescentes en el fin del mundo, pero no se trata del fin del mundo, sino qué pasa contigo durante el apocalipsis”. Y yo quedé pa la cagá. Cuando canto el coro me acuerdo de eso, cómo se puede sentir uno cuando el cielo se parta en dos, pero quizás es algo más lento y tortuoso que eso.

Si bien era un tema prendido, tiene un trasfondo y un final más oscuro en la letra. Por eso me hacía más sentido que apareciera al final del disco.

Foto: Carlos Molina

La Sombra Quieta

Habla sobre un mito de Buda que siento que habla bien de lo que es el budismo mismo, y este es sobre antes de la iluminación. Cuando era niño lo llevaron a un festival del arado de la tierra, y se quedó dormido mientras miraba la fiesta, bajo la sombra de un árbol. El sol se siguió moviendo, pero la sombra se quedó quieta, encima de él, cuidándolo. Lo encontré muy lindo. El budismo está lleno de esos mitos sobre la naturaleza y los animales.

Recuerdo que Nacho estaba tocando algo en la guitarra cuando grabamos Cuauhtémoc en 2019, y yo me puse a cantar encima esta melodía. Rescaté la maqueta, la ordené y armé la letra, luego el Nacho me mandó la segunda parte. Luego me confesó que esa idea se le ocurrió luego de ver un capítulo de “Al Sur del Mundo”, que era un programa muy lento, lindo y espiritual, donde iban a lugares muy recónditos de Chile. Como Tierra Adentro pero muy zen, mucho silencio.

Hay un capítulo de un artesano que hace guitarrones, y a lo largo del capítulo muestran todo el proceso, y al final toca una idea que, según el Nacho, es muy parecido a lo que grabamos ese día.

Además, tiene grabaciones que le pedimos a Arturo Zegers que tiene un estudio en Molco (Región de la Araucanía), en pleno campo. Siempre le quise meter una grabación de un lugar así, y no alcanzamos a hacerla nosotros. Él, muy buena onda, sacó un micrófono afuera del estudio y grabó lo que estaba pasando esa tarde.

Entrego mi alma al vacío como una ofrenda de amor

El título es una mención a una canción de Las Olas (Noispop) que se llama “Templo”. Ellos nos dieron el permiso de usarla porque me hacía sentido con lo que había escrito.

Es vaciarse para acercarse a algo trascendental, y lo desgarrador que puede ser eso. No solo de lo material, sino que también de los vínculos emocionales que tienes con gente importante en tu vida. Quizás es la más personal, y la que me dan menos ganas de tocar en vivo, como Melisa/Toronjil, pero sé que igual la vamos a tocar eventualmente. Es una canción tan personal que me cuesta mucho, es muy fuerte emocionalmente.

Musicalmente es parecido a Frío frío, y fue de las pocas canciones que no grabamos en vivo, sino que por pista. Estábamos probando cosas, y viendo hacia dónde nos llevaban. Habla de esta nueva forma de trabajar, de no abordarlo todo como banda, sino que ir viendo cómo podemos aportar cada uno. Aquí el Pepe se luce con algo muy simple tocando muy suavemente, escucho eso y me emociono de una. Es muy difícil lograr eso. Encuentro muy lindo descubrirlo en este proceso.

Noche Oscura

La maqueteé en mi pieza con guitarra, sentí que era muy delicada y romántica, así que decidí pervertirla de alguna forma. Habla sobre morirse y la experiencia trascendental que debe ser. Es bien denso, y ahora siento que ya salió el disco le he ido tomando el peso a lo emocionalmente pesado que quedó. Recoge ciertos versos de “La Noche Oscura del Alma” de San Juan de la Cruz, que es un poema cristiano.

Me hacía sentido cerrar el disco con una canción así. Pese a que la compuse en la guitarra es solo piano y voz, y tiene este dron final que también es un robo descarado a The Microphones.

En la etapa final de la preparación del disco uno se separa emocionalmente, cuando escribes las letras sobre todo. Estaba en otra, más pendiente de lo técnico y la mezcla, y cuando salió el disco amigos me preguntan “¿estai bien?” (risas), o me cuentan que “lo escuché y me hizo pico”. No lo puedo escuchar de corrido, pero me gusta que la gente conecte emocionalmente con un disco que es bien intenso.

Total
0
Shares
Previous Post

Sol, playa y música: los festivales que animarán el verano 2023

Next Post

Pancho Gana adelanta detalles del lanzamiento en vivo de su disco “Amor Moderno”