En un ya lejano 2016, el proyecto de Natalia Vásquez, conocido como Mora Lucay, salía a la luz con su disco debut “100 mg”. Con una propuesta basada en sonidos indie y folk pop logró instalarse como una de las voces reconocidas dentro de la región de Valparaíso, consolidándose con presentaciones en vivo tanto en Chile como el extranjero.
Cuatro años después, a fines del 2020, la porteña lanzó su segundo material discográfico titulado “Bestia”. “El título no tiene la acepción peyorativa que se le suele dar. Para mí representa cómo me decía mi hermana cuando chica. Tiene un lado infantil, lúdico, positivo e incluso nostálgico, que además resume el disco y lo contrasta con el anterior, que es más profundo e íntimo”, declara la compositora.
Espontáneo y a la vez trabado, de lo digital a lo orgánico. Conceptos que se contraponen y reflejan un proceso que, asegura, no fue para nada fácil. “Entramos a grabar dos de las primeras canciones en formato banda, y cuando recibí la mezcla me di cuenta de que por ahí no iba la cosa, artísticamente. No fue sencillo de asumir porque veníamos harto tiempo trabajando así, pero quería buscar un sonido que fuese atractivo o propositivo para mí”.
En esa indagación, buscó aliarse con el productor Juan Pablo Bello (Estudios Triana). “Él me pedía definir de qué se trata, si era solista o banda y yo no sabía lo que era. Hasta que finalmente entendí que la búsqueda artística venía de mí, que tenía que asumir mi responsabilidad, así que empecé a tomar más decisiones, lo que tampoco fue fácil. Tampoco quería caer en la trampa de los plazos. Hacer esto (el disco) a tiempo no va a ser lo importante, no puede ser lo que determine el resultado de mi trabajo”, señala.
Sobre el llamativo arte del disco, Natalia comenta que pasó por el mismo camino que las canciones que lo componen. “Lo que se ve ahora es un zoom de lo que fue originalmente. Trabajamos codo a codo con Jota Ampuero (@yey_si), quien en un principio me preguntó por conceptos para comenzar: la energía, la superficie, el salto. Pero también estaba lo enredado que fue. Se le ocurrió hacer un laberinto, en un patrón, de puras Natis hechas en la técnica de teselado generando un paño muy bonito, pero que no parecía portada. Luego fue mutando hasta que llegó al resultado final, que partió de lo digital a algo con cartulinas”.
Te invitamos a este nuevo XTrack, escuchando cada canción de “Bestia” de Mora Lucay:
Sí, sí, sí
Es la última que me surgió del disco, por lo que es la más fresca para mí, la que estoy disfrutando más. Nació con ukelele y fui guiando capa por capa con los integrantes por separado, donde grabamos cosas en mi pieza como las percusiones y después fuimos resolviendo cosas en estudio.
Es una historia repetida, sobre tener que esperar eternamente a que una persona pare de hablar, y darse cuenta de que esa persona quiere hablar, pero no escuchar. Creo que es un fenómeno social muy transversal. Entonces, hay como un reclamo de alguna manera y una necesidad de ironizar. El “sí sí sí” es para que te quedís tranquilo. Me encanta la energía que tiene, es como el momento en que ya te aburriste y dices: “chao, fin a esta persona que es un muro, yo sigo con lo que pienso”. En un momento la letra dice: “esto no se trata de un jiujitsu intelectual”. No se trata de enfrentarte, no es un forcejeo de ideas, relájate.
Sobre el video, la idea inicialmente fue montar una fotografía del arte del single y traspasarlo al dibujo. Y entonces después de tener esa portada, surgió la idea de hacer un lyric video. Iba a ser super sencillo, pero un día desperté de golpe y dije: “qué pasa si lo hacemos en tamaño real y calcamos la carita, y lo digo (la letra)”, y cuando lo hicimos pensé: “y qué pasa si le calcamos la mano también”. Fue un lindo proceso, pensé que sería mucho más complicado, y siempre me ha costado mucho organizarme con lo audiovisual (risas). En cambio acá surgió de manera muy natural.
La Experiencia
Fue la primera canción que hice del disco. La guitarra es del Jota, quien me dijo que hiciera una melodía encima y luego se fueron sumando los otros chicos. Fue muy bonito lo que sucedió en el estudio con las percusiones, le dieron un sonido muy selvático, húmedo.
Tiene mucho que ver con un momento en que estaba aprendiendo de la vida, entendiendo un montón de cosas que había hecho en el pasado bajo una necesidad de revisarme y cachar en qué había fallado y qué podía mejorar para adelante. En esa revisión había mucho de reconocer que hay muchas cosas que uno hace y no sabes por qué, solo que porque lo viste en tu familia.
Cuando hablo de patrones, me refiero a la línea directa familiar. Lo que entiendo, hasta ahora, es que no hay que negarse a nada porque lo dijeron, sino experimentar y luego ver si eso te acomoda o no. Es difícil, trato de hacerlo canción para que se quede en mi cabeza, pero cuesta deshacerse de esos patrones. Las canciones, por lo general, para mí son deseos, o intenciones, pero no necesariamente practico lo que predico.
Ahora Contesta
Inicialmente nació con guitarra y voz. Pero después, en un intento de trabajar desde la producción, vimos cosas como programar la batería, ver si hay canciones de referencia, tuvo varias decisiones en el camino a diferencia de otras. Yo soy mala para el compu y los programas de ediciones, y en ese proceso estuve con el Chino (Marcelo Guzmán, guitarra), que sí se metió a trabajar ahí traduciendo lo que le decía con palabras.
Es una canción dolorosa, de esas que te salen altiro, que me salió por necesidad, desahogo, por dolor. Me recuerda a “Dime que es una broma”, que también nació así. Es bien al hueso, en general yo me considero una persona bastante frontal, y me hiere mucho cuando la gente no lo es.
Bestia (ft. Chini.png)
Inicialmente la hice con voces que después fueron traducidas a instrumentos, y la percusión fue hecha con beats de una máquina portaestudios que tengo, que luego pasaron a una batería. El sonido puedo decir que fue muy responsabilidad de Juan Pablo Bello, que me empezó a decir que nos guiáramos con otra banda. Había un beat que se mantenía a cada rato, como martillando, que me hacía mucho sentido con la canción.
Era muy importante invitar a la Chini porque el tema contiene mucho de ella, del trabajo que había realizado en Chini and the Technichians. Por lo general, soy muy tímida mostrando mi música, mucho más cuando no está terminada, pero se la mostré, la invité a cantar y me dijo que sí.
Dentro de todo este proceso que hubo de trabajo, estuve con unas crisis e incluso tuve una reacción nerviosa en mi cara. Ahí me hice ver la cabeza, traté de enlazarlo con algo muy familiar, que es vincular las enfermedades con las emociones, no entenderlas porque sí. Tuve la suerte de ser guiada por muchas personas alrededor que me decían: “escucha a diferentes guías espirituales, mantras”, que me ayudaron a entender o explorar lo que me estaba pasando.
Dentro de esa búsqueda llegué a una psicóloga, que hace terapias que buscan reprogramar tu mente, donde es importante que la trates con amor, algo que habitualmente no hacemos. Por eso dice “amiga, ayúdame a vencerla”, porque es como si estuviese engañándola, me quiero autoconvencer de que no es mi enemiga.
Además, ocupé “Bestia” porque algo que es muy porteño es cuando se te acercan perros a ladrarte, y se dice que si demuestras susto lo notan. Lo que he aprendido, es que hay que hablarles como guagua, como si los conocieras, ahí cambian su actitud. La bestia es domada porque le hablas con amor. Es una canción clave.
El Código del Ritmo
Estaba llegando de la cordillera de la costa, y venía con ese espíritu de la montaña en mí, y no había preparado la clase de mis alumnes de un colegio, y pensé “waaa qué hago”. Estábamos viendo el ritmo, pero buscaba contarles un relato, que integre la montaña, pero al mismo tiempo meter este contenido. Entonces les inventé una historia que tenía una banda sonora que era “El código del ritmo”, donde uno entraba a una cueva que tenía un código que uno descifraba, y eso era parte de un juego que teníamos.
La usé en la escuela y les gustó. Se encendieron con la canción y luego se las mostré a los chicos de la banda, que también se enamoraron del tema.
Esta fue una de las conflictivas, porque fue una de las que grabé inicialmente y no me gustaron, por lo que decidí cambiar el rumbo del disco. Tenía un sonido más de banda, medio dance. Luego se volvió más íntimo y acústico con ukelele y guitarra. Tomó algo más cálido, de la madera, fue uno de los grandes consejos que me dio Bello: trabajar desde ese dúo e ir sumándole elementos. Retoma elementos pasados con otros teclados.
Me Gustas
Creo que fue la única que partió con teclado. Nuevamente tenía una versión en banda, media soulera, hasta que un día la dejamos de tocar. Un día estábamos en ensayo, en la pieza del Chino, y encontré un teclado detrás de la puerta. Él me dice, “no, ese tiene puros sonidos malos”. Algo debe tener, contesté, y me puse a probar hasta que llegué a ese rarísimo, pero increíble sonido que considero como la columna vertebral de la canción.
En producción, Juan Pablo me dijo que la melodía no estaba buena, lo que me generó dudas y le di otra vuelta. Finalmente, lo que se conservó fue el teclado raro y sobre eso hice otra melodía y letra, terminó siendo lo más drástico en términos de producción. Cuando llegué con lo nuevo, ahí me dijo “esa es”. Pero fue muy difícil, había que estar fría para hacerlo. En el estudio jugamos hasta con botellas, las llenamos con agua para asimilar el sonido de una zampoña.
Es igual de directa como en “Ahora contesta”, y es porque suelo tener ese rol con mi gente.
Jugar con los Amigos (ft. Diego Lorenzini)
Es muy simbólica porque es la primera canción que hago con ukelele. Es un instrumento que no necesariamente lo escogí ni lo busqué, pero hubo una química especial con él. Entonces, cuando hice el tema, era otra letra, pero la melodía era lo potente. Después se la cambié y tomó esta cosa nostálgica de que “me encantaría que sucediera, pero no sucede”.
No fue fácil de resolver en su arreglo, tiene múltiples versiones. De hecho, el Diego (Lorenzini) me tiraba tallas diciendo “oye, ¿por qué no haces un disco con todas sus versiones?” (risas). Fue la última que se terminó y fue bonito porque lo pude integrar en la producción. Estaba incluso masterizada, se la mostré y le dije “¿quieres meterle mano?”. Hay mucho de su sonido ahí, le metió baterías y synths que fueron importantes para mí. Es casi un coproductor.
Es una canción que les hice a ellos (Diego Lorenzini, Niña Tormenta y Chini Ayarza). Dentro de mi humildad quería ser amiga de ellos. Me encantaban, los admiraba desde lo humano y luego artísticamente. Los conocí recién en las tocatas que hacía el Jota (“Vamos todos a la casa del Jota”), donde invitaban a cabezas de proyectos indie chilenos y fue muy bonito. Enganché mucho con las chiquillas, de hecho, hubo una fecha con ellas y Pía Zapata, que hoy son grandes amigas. Creo que la química es algo que uno siente y espera que la otra persona sienta lo mismo. Al inicio no sentí que fuera recíproco y ahí fue donde hice la canción (risas).
Valpo es un lugar donde por lo general artistas caen de un momento a otro, y es bonito ser sede de acogida. He podido experimentar lo que es recibir a diferentes amigues gracias a que vienen a tocar. Ojalá llegue el día que nos juntemos solo a pasarlo bien, a jugar, eso no más.
Humana (ft. Niña Tormenta)
Con las tres colaboraciones encuentro que hay un punto en común con uno y otro, y con Tiare (Niña Tormenta) lo que me une es el respeto por el ritmo, por darse el tiempo, reflexionar, profundizar. Ella es muy profunda, de asumir sus dolores y demostrarlo cuando, por lo general, el mundo no lo quiere mostrar, y por eso quería entrar en sintonía con esa energía y sí, creo que en eso remamos juntas.
La canción surge después de haber cortado el teléfono tras una larga conversación con una amiga. Me nació del hecho de darme cuenta que las problemáticas se repiten en el tiempo. A partir de lo que escucho tras relatos de estas aplicaciones como Tinder, veo que existen personas que no les acomoda, mujeres que buscan el amor y no necesariamente es el lugar para encontrarlo, y no es fácil.
Siento que es algo muy recurrente en conversaciones entre amigas. Creo que es la canción más profunda del disco, la que no tiene fin, no hay una conclusión, como un loop. Sentía importante declarar eso, en tono reflexivo, que no necesariamente todo tenga solución, o una respuesta inmediata. Se buscan soluciones rápidas, sanar rápido, que me dejó el visto, que no me ha respondido, que ahora mismo quiero estar satisfecho, agarro una aplicación y no me interesa conocer más. Ese diseño de nuestra sociedad es dañino para todes. Mirar más el ritmo de la naturaleza, nuestros propios ciclos femeninos, escapar un poco de esa necesidad y ese yugo del tiempo. Esa es mi conclusión, que continuará…