Fotografías por Miguel Fuentes / Cedidas por The Fan Lab
El formato de los conciertos liderados por artistas que traen “lo mejor de los 80” es algo de probado éxito en nuestro país, y que suele no dar muchas sorpresas, más allá de la performance o el buen estado de algún músico. Por esto, el regreso de Simple Minds para muchos podía parecer una noche más de rock y clásicos, pero quedó en el aire como algo más especial.
El ambiente ya estaba en “buena onda” a las 20 horas, cuando Upa+ se presentó con un contundente set de media hora en el que se fueron a la segura: sus temas más conocidos, desde “Sueldos” hasta “La bamba”, ideal para el público sub40 que llegó temprano hasta el Movistar Arena. Sin estrenos, ni el repaso de otros momentos de su catálogo, la banda de Pablo Ugarte y compañía viven un muy buen momento, sonando tan bien como sus viejos discos.
Poco después, un sonidista de Simple Minds saludó a las primeras filas desde el escenario, dejando todo listo para que los escoceses se instalaran en sus puestos tras apagar las luces. Con la ochentera “Waterfront” y “The Signal and the Noise”, una de sus más recientes (del 2018), la banda encaró el show con la misma fuerza de tener que contener un Wembley.
A pesar de los años, Jim Kerr sigue siendo el frontman magnético al que hay que seguir. En esta ocasión, sorprende ver cómo su proyecto ha seguido en la ruta con canciones de espíritu “rock de estadios”, a diferencia de lo que suelen hacer otros contemporáneos suyos, que, tras 40 años de carrera, tienden a bajar las revoluciones.
Aunque el catálogo de Simple Minds no ha sido revalorizado como otros de su época, quienes sí siguieron su estela en los ‘80 y ‘90 con álbumes como Real Life, New Gold Dream (81-82-83-84) y Good News from the Next World saben que son uno de los grandes del rock británico que faltaba ver nuevamente en estos lados, a 30 años de su única visita a Chile.
Para ellos, momentos como “Big Sleep”, “Someone Somewhere in Summertime” y los temazos “She’s a River” y “Hypnotised” se vivieron como un logro personal.
En casi dos horas de show, la formación actual de Simple Minds demostró oficio con un sonido impecable, sin estridencias y mayores recursos que las visuales que lucían en una pantalla.
Más allá del repaso de algunos temas de los discos más recientes, el show estuvo enmarcado en los grandes hitos de sus primeros años, con especial énfasis en Once Upon a Time, su disco más popular que el año pasado cumplió 40 años y que celebrarán con un tour por estadios en los próximos meses.
Naturalmente, las casi 6 mil personas que llegaron hasta el Movistar levantaron sus manos en los himnos, como “Don’t You (Forget About Me)” y “Alive and Kicking”, canciones que en las radios chilenas es posible escuchar los 365 días del año, gracias a las fórmulas que impiden arriesgarse a mirar más allá.
Aunque de lejos, pareciera ser una banda menos masiva que Tears for Fears o Simply Red en Chile, Simple Minds sigue siendo esa leyenda que cada tanto sorprende, a punta de grandes canciones que no pierden fuerza cuando miles de voces siguen al compás en un estadio. Así lo demostraron Kerr y su fiel compañero, el guitarrista Charlie Burchill, en esta impecable noche que esperamos se pueda repetir en un tiempo más.