Ciento sesenta y ocho horas. Siete días. Una semana.
Sea cual sea la unidad de tiempo de preferencia el resultado sigue siendo el mismo: La espera a un reencuentro casi eterno. Y es que un día como hoy, cientos y cientos de fanáticos estaban contando las horas para así poder ver a The Drums en Teatro Coliseo.
Sin hacer ingreso a Nataniel Cox 59 ya se podía sentir una vibra distinta. Y es que esa cita a la nostalgia era el capítulo final de una ronda de shows por Sudamérica por parte de la banda. ¿Sería Chile el broche de oro? La balanza imaginaria ya estaba a la disposición de lo que ocurriera en esa noche, sin embargo, aquellas letras que desgarraban a su paso crudas emociones, pero que eran compensadas con instrumentales acogedoras al más puro estilo indie pop, ya anticipaban que lado sería el ganador.
Una vulnerabilidad a flor de piel en medio de la oscuridad
La sensibilidad de la voz de Safo conectó a la perfección con las emociones que flotaban en el ambiente, transformándose en la encargada adecuada para abrir esa noche cargada de sentimentalismo.
Con su guitarra como fiel compañera, la cantante presentó parte de su repertorio en donde destacó la nube de dolor y anhelo que es oír “Dormida”, además, de la participación de Martina Lluvias, quien la acompañó para cantar “No quiero ser tu amiga”. Ambas canciones lanzadas en marzo y julio de este año respectivamente.
Entre luces que coexistieron bastante bien con la oscuridad del lugar, sin perder ese toque íntimo y vulnerable que regalaba Safo en cada verso, se cerró una participación destacable y sólida de un proyecto digno de seguir teniendo en el radar.
Cada minuto vale oro, en especial si el último fue hace dos años
Con una puntualidad que de seguro sus fans agradecieron fue que salió The Drums y de ahí todo se trató de un viaje sin retorno.
Fue con la contradicción misma que significa sentirse reflejado ante la letra de “What You Were”, pero no poder evitar que tu cuerpo se deje llevar por su ritmo contagioso, que Jonathan Pierce marcó el inicio de lo que sería una seguidilla de éxitos, en donde Portamento fue un total protagonista.
De una manera interesante también se hicieron presentes nombres pertenecientes a “The Drums” (2010) y “Jonny” (2024), dos álbumes que marcan el contraste entre el ayer y el hoy, por decirlo de alguna forma, de una trayectoria que ha tenido altos y bajos, pero que sigue igual de vigente.
La energía de la banda era algo tan innegable como el dominio escénico de Pierce, que entre movimientos que a veces parecía que iban en cámara lenta y un juego con el micrófono que daba la sensación que era una extensión más de su brazo, dejaban en claro quién era la viva alma del proyecto.
“If He Likes It Let Him Do It”, “Let’s Go Surfing”, “Heart Basel”, “Days”, “Money”, “Better”, “Little Jonny” y “Harms”, fueron, por solo dar unos nombres, parte del setlist que mantuvo a tope a todo el público que tras 44 minutos y una pausa que los dejó en alerta, siguieron disfrutando con los últimos temas de aquella noche que cerró en una hora y quince minutos.
Apreciar todo desde una perspectiva de mera espectadora fue grato de presenciar. Y es que no era necesario ser un completo fan del grupo para comprender que aquella dosis de dolor mezclada con euforia que es entregada en cada una de sus canciones era la respuesta exacta para comprender qué era lo que unía a esas cientos de personas.