“Only God Was Above Us”: Vampire Weekend empieza a resolver sus propias dudas

Cinco años después de un disco bien californiano, Vampire Weekend volvió a Nueva York. Tras “Father of the Bride”, el grupo estadounidense publicó el pasado 5 de abril su quinto álbum “Only God Was Above Us”. Un lustro de espera para los fanáticos de la banda que celebraron en redes sociales con memes y comentarios como “WE ARE SO BACK”. Y vaya que sí volvieron.

A fines del año pasado, los propios Vampire Weekend fueron cocinando a fuego lento, pero con altas expectativas su retorno. “Siento que podría ser nuestro mejor trabajo hasta ahora. 10 canciones, ninguna para saltar”, señalaba Chris Baio, a cargo del bajo. Meses antes, Chris Thompson, a cargo de la batería, adelantaba que Ezra Koenig (voz) aprendió a “cantar raga en un pueblo de Japón bajo el amaestramiento de Terry Riley”. Por si fuera poco, advirtió que “ha dado con 7 de las 10 mejores canciones que ha escrito”.

El hype es un arma de doble filo. Sobre todo luego del extenso “Father of the Bride” (2019). Un álbum que, a pesar de no ser desastroso ni acercarse a ello, no convenció del todo el paladar de sus fanáticos, quienes venían de un frenesí con la trilogía de sus primeros discos. Al ser un disco prepandemia, las expectativas crecían sobre una banda de la que solo se conoció en el entretanto versiones extendidas del single “2021”, y una colaboración de su vocalista con Phoenix en “Tonight”.

Ante ese desafío, qué mejor que volver a las raíces, no solo musical, sino espacialmente. Así, Vampire Weekend publicó en sus redes los primeros adelantos a “Only God Was Above Us”, con imágenes del Nueva York de los años ochenta, bajo el lente del fotógrafo Steven Siegel. El ambiente estaba instalado y el trío entregó una suerte de sucesor a “Modern Vampires of the City” (2013): una adictiva confusión entre melodías pegajosas y algo alegres con ideas profundas y un tanto desoladoras.

Melodías, armonías y distorsiones: las capas de “Only God Was Above Us”

Un suave “Fuck the world” da la bienvenida al álbum en “Ice Cream Piano”. Lo que parece ser una suave melodía prontamente da paso a una tejida fusión donde pianos, cuerdas y guitarras distorsionadas danzan estrepitosa pero cuidadosamente a lo largo de la canción. Con Ariel Rechtshaid en producción y  Dave Fridmann en las mezclas, Vampire Weekend logra sacudir sin perder su esencia.

Ese sonido que mezclaba raíces punk con pop africano, y una pizca de Paul Simon, se perciben al primer segundo de canciones como “Prep-School Gangsters” y “Pravda”. Sin embargo, alcanzan el siguiente nivel en el primer track, para luego intensificarse en aquel riff pegadizo de “Classical”. El ruido toma protagonismo pero está abierto al diálogo con los elementos ya característicos de la banda.

Si bien lo orquestal está inserto en trabajos anteriores, es en “Only God Was Above Us” donde es uno de los actores principales, entre capas que transitan de un lado a otro si escuchas con audífonos. Pero también hay espacio para nuevos recursos: el trip hop actúa como motor en “The Surfer”, que va agarrando vuelo a medida que la vas repitiendo.

Los cambios de ritmo también sirven como carga emocional, y juegan un rol importante a lo largo del álbum. “Connect” o la catártica “Capricorn” son un claro ejemplo de esos giros sonoros, que te golpean o acarician, de acuerdo al impacto. Y si de emociones se trata, las voces gospel en “Mary Boone” le suman fuerza a un tema que mezcla bien lo tradicional y lo nuevo de la banda.

Más maduros que nunca, Vampire Weekend se atreve con la rebeldía de la distorsión y el ruido, logrando que encaje armónicamente entre su identidad y su aventura por nuevos recursos.

Vampire Weekend: conflicto, lucha de clases y certezas

Entre los primeros temas de Vampire Weekend podemos encontrar ideas como “Who gives a fuck about an Oxford Comma?” para encontrarnos con un “‘Fuck the world’, you said it quiet”. Las preocupaciones cambian a medida que uno va creciendo, y se va enfrentando al mundo. De pasar de un campus de una de las universidades más prestigiosas del mundo, a observar el panorama global, e incluso tomando partido (Ezra manifestó su apoyo a Bernie Sanders en 2020, socialista que perdió las primarias con Joe Biden).

Hace más de 10 años, en “Modern Vampires of the City” el tópico principal es el tiempo. En “Father of the Bride” es la espiritualidad. Hoy, con “Only God Was Above Us”, asoma con fuerza el conflicto, y en diversas aristas, desde la religión, la lucha de poder, hasta los embates internos. Ezra Koenig hace un rescate de las fotos de Steven Siegel no por un gusto estético, sino porque el disco refleja el Nueva York del siglo XX, el lugar donde crecieron. Desde personajes como Mary Boone, una coleccionista de arte, el Water Tunnel 3, hasta sus propias historias, el vocalista rescata el ambiente de la ciudad y los transporta a los problemas de hoy.

Y los conflictos que propone Vampire Weekend en este disco van de la mano con la lucha de clases. Desde “Prep School Gangsters”, que retrata a las diferencias sociales en un ambiente escolar con un grupo privilegiado, o el valor de lo material en “Mary Boone” (‘siempre quisimos dinero, ahora el dinero no es el mismo’), hasta el punto de la guerra que se toca en “Ice Cream Piano” y “Gen-X Cops”.

Esta última canción también toca un tópico relevante en este disco: el conflicto generacional. “Cada generación hace su propia apología/defensa”. Vampire Weekend le escribe a los millenials, y hace una retrospectiva al siglo XX para encontrar las respuestas a todo lo que causaron los conflictos bélicos que marcaron a su generación.

“Capricorn” y “Connect” hablan sobre no lograr encajar en los parámetros que la sociedad les dictó, las inseguridades que conlleva, y la frustración de buscar ayuda en medio de una sociedad decadente. Reconocen el pesar, teniendo en cuenta que están en la cresta de la ola en comparación a sus antecesores (‘solo y herido, pero en mi prime’). “Somos los hijos e hijas de los vampiros que drenaron los cuellos del viejo mundo”, proponen al comienzo del disco.

LOS ANGELES, CALIFORNIA – MARCH 29: Chris Baio, Ezra Koenig and Chris Tomson attend Vampire Weekend Visits The SiriusXM Studio at SiriusXM Studios on March 29, 2024 in Los Angeles, California. (Photo by Alberto E. Rodriguez/Getty Images)

Sin embargo, entre todas las reflexiones, llega a una conclusión. Esto se trata de un círculo vicioso. Mientras la clase privilegiada logra mantenerse en el poder a pesar de los procesos de cambio, tal como lo plantean en “Classical”, la disputa generacional seguirá, solo irán rotando los roles. Hoy, los millenials intentan enmendar los errores de sus antecesores o mejorar el mundo. En cambio, los de la generación X creen temerosos que sus hijos estén destruyendo todo lo construido. Y así seguirá sucediendo.

Con este planteamiento, Vampire Weekend parece resolver sus dudas con “Hope”. El cierre del disco repite, en una dulce melodía, que lo mejor es dejarlo ir, no podemos vencer al enemigo. ¿Cuál es este? Puede ser desde la clase dominante, el conflicto generacional, o incluso el paso del tiempo. Proponen dirigir tus energías a otra clase de lucha. Y es comprensible la visión que entregan: están llegando a los 40, con familias formadas y seguramente con batallas más perdidas que ganadas.

El propio Ezra Koenig lo confirma en una entrevista para New York Times. “Un viaje desde el cuestionamiento hasta la aceptación, tal vez hasta la rendición. De una especie de visión del mundo negativa a algo un poco más profundo”, señala postulando además que lo considera un LP optimista, dentro de todo. Con un armónico pero complejo “Only God Was Above Us”, por fin parece encontrar más certezas que dudas. Por más que estas probablemente no sean las respuestas que esperaba, Vampire Weekend logra despejar la incertidumbre a través de la distorsión y la esperanza.

Total
0
Shares
Previous Post

Milky Chance: “Tocar en latinoamérica es una aventura”

Next Post

Corvje revive sus últimos cuatro años y relata su disco homónimo, canción por canción