La noche del viernes de Primavera Sound, antes de Beach House, “La Gata bajo la lluvia” sonó con fuerza. Una suerte de anticipo a lo que viviríamos este sábado. La predicción metereológica anunció durante de la semana que un par de gotitas caerían durante la segunda jornada del festival en el Parque Bicentenario de Cerrillos, coincidentemente el día más masivo. También encajó con un lineup que por los nombres de Interpol, Lorde y Arctic Monkeys se sintió como un revival de la era del Tumblr.
A pesar del pronóstico, unos pequeños rayos de sol se asomaron sobre las cabezas del público que llegó temprano a ver a Santiago Motorizado. El compositor argentino, líder de El Mató a un Policía Motorizado, interpretó temas de su banda, canciones que forman parte de Okupas, la popular serie argentina de Netflix, y covers a bandas como 107 Faunos y Las Ligas Menores. Cada una era la “mejor de todos los tiempos”, según el propio Santiago.
Con el correr de las horas el nivel de asistentes fue aumentando, dispersos entre los escenarios principales y los debutantes Primavera y Pepsi, quienes recibieron, entre otros, a los brasileños Terno Rei y los españoles Carolina Durante. Sin embargo, el primer acto masivo llegó con Los Jaivas. Con casi 60 años de carrera, la ejecución y la atmósfera que entregan Mario Mutis, Claudio Parra, Juanita Parra, Francisco Bosco, Alan Reale y Carlos Cabezas es inigualable. “Mira Niñita” y “La Conquistada” fueron las más aplaudidas.
Minutos después llegaría la segunda patita de Japanese Breakfast. En un show más acotado que su catártica presentación en la Blondie, la banda originaria de Philadelphia interpretó gran parte de su último disco, “Jubilee”, haciendo saltar a los más adelantados en el escenario Santander en “Slide Tackle”, a levantar sus manos y girasoles en “Boyish” y bailar con “Be Sweet”, la más coreada. Mientras interpretaba “Glider”, parte del soundtrack del videojuego “Sable”, un par de gotas muy tímidas comenzaron a caer del cielo, como si subiese el nivel de dificultad.
El ping-pong entre escenarios principales continuó con Interpol. Con muchas más ganas que su presentación en Lollapalooza de hace tres años, desplegaron un setlist basado en sus grandes éxitos, además de presentar canciones nuevas como “Fables” ante la punzante mirada de Paul Banks, uno de los bastiones del revival del rock a principios de milenio. En paralelo, Lizz, una de las referentes del neoperreo, hacía bailar a quienes dejaron los pies en el parque hasta llegar al escenario Primavera. Otros, comenzaban a agolpar las filas de los puestos de comida.
Acompañada por un increíble atardecer, Phoebe Bridgers subió al escenario Santander para desplegar su intensa melancolía que estaba pendiente con el público chileno. La oriunda de Pasadena era una de las confirmadas para la edición 2022 de Lollapalooza, sin embargo tuvo que cancelar su presentación a semanas del festival. De punta en blanco saldó su deduda con canciones de “Motion Sickness” y el aplaudido “Punisher”, sus dos álbumes. Bridgers también tuvo un par de palabras sobre el aborto, aprovechando de instalar una pañoleta verde sobre su micrófono.
El efecto boomerang entre el Santander y Puntoticket vivió su capítulo más intenso. Luego de haber caído de manera intermitente, en medio del show de Lorde la lluvia hizo su aparición. Como si se tratase de otro artista invitado al festival, irrumpió con una energía que sorprendió a asistentes y trabajadores, quienes corrieron hacia los toldos, sacaron sus impermeables o improvisaron con bolsas de basura o los cojines que estaban para sentarse.
Sin embargo, aquello no fue impedimento para que la neozelandesa entregara uno de los shows más destacados del festival. Presentando su último álbum “Solar Power”, en medio de una estructura giratoria, Lorde bailó bajo la lluvia, demostrando que hace mucho rato dejó de ser la promesa que con 17 años irrumpía en 2014 con temas como “Royals” y “Ribs”. En perfecta sincronicidad, o también como si fuese una batalla contra la naturaleza, la cantante se impuso a las precipitaciones, levantando a un acuático público con “Green Light”. Paradójicamente, “Solar Power” dio el broche de oro a su presentación.
Mientras Bad Gyal y Arca hacían gala de su puesta en escena, se avisó la suspensión del escenario Bits. Sin embargo, ya no habían atisbos de gotas y el temporal comenzaba su viaje hacia Argentina. La banda Los Iracundos en su canción anuncian que la lluvia caerá, y luego llena el sereno. Sin embargo, en el parque no había espacio para la tranquilidad, solo voluntad de acelerar.
“Last Train to London” animaban al público que esperaba pacientemente en el escenario Santander. De repente, en medio de la voz de Tom Jones, Arctic Monkeys tomó sus instrumentos para salir a la cancha con “There’d better be a Mirrorball”, de su reciente disco “The Car”.
Ya poco queda del joven y tímido Alex Turner de hace quince años. Hoy, junto a sus compañeros, mucho más maduro e incluso coqueto apuntando hacia las primeras filas y enviando besos, sosteniendo el apodo de “hombre sexo”. “Brianstorm”, “Snap out of it” continuaron con un setlist marcado por hits de los británicos, muchos de ellos interpretados de manera ligeramente dispar a su versión en estudio como la coreada “Cornerstone” y “Four Out of Five”.
Luego de la intensa “505”, Arctic Monkeys se tomó su tiempo para volver a escena. Lo hicieron con “Body Paint”, otro de los singles de su último álbum, que tuvo un cierre potente y sorpresivo, para dar paso a las dos guindas de la torta que cerraron la fiesta: “I Bet you Look Good on the Dancefloor” y “R U Mine?”.
Un cierre marcado por la procesión que significó la salida del parque, donde muchos saltaron la reja para alcanzar el metro. Mientras otros caminaron por Av. Pedro Aguirre Cerda amontonándose por las últimas micros hacia distintos sectores de la capital. Un tema que quedó al debe y que, sumados al frío y la humedad tras la arremetedora lluvia, seguramente agotó los tapsin caliente y los trioval de las farmacias de turno.