En el tercer y último día de esta minga musical, también conocida como el primer Lollapalooza en el Parque Bicentenario de Cerrillos, las expectativas se enmarcaban en cerrar la fiesta con todo. Si bien con menor asistencia que el sábado, los vagones de la línea 6 del Metro de Santiago se llenaron desde muy temprano.
Con el sol amenazando con fuerza, la jornada dio el vamos con Micro TDH desde el Banco de Chile Stage. Minutos después fue el turno de Drefquila, quien inauguró el VTR Stage, recibiendo un escenario más grande en comparación al Lotus que repletó en 2019.
Sin embargo, con tres años de diferencia pareció una continuación de ese show. El joven coquimbano, que en anteriores presentaciones había apostado correctamente al presentar sus hits con una banda, esta vez decidió quedarse en su zona de confort.
Y si hablamos de apuestas, una hora después llegó una de las más llamativas. Stefan Kramer saltó junto a su banda Los Mercader, para presentar un show que se enfocó en imitaciones a músicos como Luis Miguel, Bad Bunny y Eddie Vedder. Si bien fue un acierto por parte de la producción, en medio de su rutina gran parte del público juvenil que sacó carcajadas, comenzó su peregrinación hasta el Perry’s Stage.
Desde muy temprano los alrededores del escenario comenzaron a llenarse para ser testigos del debut de Princesa Alba. Con una propuesta pop, que incluyó coreografías, apoyo visual y canciones que marcan a una generación como Convéncete y Narcisa, se consolidó como uno de los shows destacados del día.
Minutos después la avalancha tomó otras velocidades para la presentación de Marcianeke, a tal punto que retrasaron su salida al escenario. Esta vez, Lollapalooza aprendió de los errores del 2019, entregando a populares artistas chilenos el tercer escenario más grande del festival. Y Matías Muñoz cumplió, entre invitados, cuerpo de baile y fuegos artificiales desató la fiesta en la misma tarde que le decía adiós al verano.
En paralelo, LP confirmó su vínculo con nuestro país al desplegar todos sus éxitos y coros en el escenario del VTR Stage. El público acompañó su folk-pop de estadio coreando sus canciones nuevas, celebrando sus silbidos y disfrutando Lost on You, uno de sus caballitos de batalla.
Mientras se acercaba el atardecer, los escenarios principales tuvieron dos shows que cumplieron las expectativas: los debuts en Chile de la argentina Nicki Nicole y el norteamericano Machine Gun Kelly, quien para muchos solo era conocido por ser el novio de Megan Fox y cantar en eventos de la WWE, con su presentación logró sacarse los estigmas. En ambos shows, ese mismo viento que hacía más llevadera la jornada amenazó los escenarios al botar telas. Por suerte se pudo controlar.
Todo iba bien, hasta que a eso de las 19:50 minutos, con Colson Baker aún sobre el VTR Stage, las luces del escenario que recibiría a Doja Cat se apagaron, anunciando el ingreso de la joven rapera californiana. Entre miradas de asombro, pero por sobre todo emoción, la cantante desplegó un show conciso que mostró lo mejor de su repertorio. Muchos pensaron que esta entrada anticipada significaría que se extendería su debut en Chile, pero cumplió con los 60 minutos de presentación, si es que no fueron menos.
A pesar los 30 minutos de espera, 10 por la salida anticipada de Doja Cat y 20 por el retraso, los fanáticos esperaron pacientemente a The Strokes mientras sonaban clásicos de AC/DC, Arctic Monkeys y Queen.
De repente se apagaron las luces y el quintento neoyorquino se hacía presente con Bad Decisions, uno de los temas más populares de The New Abnormal, y You Only Live Once , paradójicamente canciones que tienen líneas como “I waited so long listening for something to work” y “I’ll be waiting for you baby”. Como si quisieran decir: “si esperamos más de dos años, podemos aguantar veinte minutos”.
Si el 2017 se destacó por el desenfreno y los últimos atisbos de juventud con un repaso del Is this it, este año hubo mayor prolijidad en la ejecución, apoyados por unas llamativas visuales y un Julian muy comunicativo con los fans, a veces demasiado. Uno de los puntos altos fue esa improvisación en medio del show, además de “Ode to the Mets” donde sacó a relucir su rango vocal.
Con “Someday” llegó el fin del concierto de The Strokes y una nueva versión de Lollapalooza Chile. Sin fuegos artificiales, con dudas sobre si era o no la última canción, pero la gran mayoría con la sensación del reencuentro con los festivales y todos sus ingredientes de dulce y agraz.
El décimo aniversario de Lollapalooza fue un evento que dejó varias tareas y responsabilidades a futuro, entre el público y la organización. El primero corre por nuestra cuenta. No hay que olvidar que seguimos en pandemia y el uso de la mascarilla fue más una excepción que la regla general, sobre todo en las primeras filas de los escenarios, donde hubo mayor aglomeración.
Por otro lado, para futuros festivales en el parque de Cerrillos habrá que volver a pensar en la ubicación de algunos escenarios para evitar rebotes acústicos, en la distribución de los accesos, la salida del sector de estacionamientos que fue un tema la noche del sábado, una planificación más acabada en el transporte público, entre otras.
Todos estos desafíos no serán resueltos en la edición 2023, sino que Lollapalooza entregará la antorcha a Primavera Sound, que debutará en noviembre próximo en este mismo parque. El ex aeródromo de Cerrillos puede dar otro vuelo y convertirse en la casa de los festivales masivos, pero necesita de un buen diseño de interiores.