Roma: mujeres solas

Liboria Rodríguez vivió en una casa que no era suya y crió hijos que no le eran propios; lo único que realmente le pertenecía son los recuerdos que uno de sus hijos prestados ha dado a conocer al mundo entero. Es la vida abnegación y entrega de Liboria la que llevó al mexicano Alfonso Cuarón a escribir y dirigir “Roma”, la película más personal de su repertorio.

De la mano de Yalitza Aparicio en el rol de Cleo y Marina de Tavira como Sofía, nos adentramos a las íntimas complejidades de una familia en la Colonia Roma de Ciudad de México. Sofía está casada con Antonio, un doctor que excusa sus largas ausencias con supuestas conferencias en Quebec que pronto derivarán en separación; detrás de Sofía, funcionando como único soporte y real ayuda está Cleo, la empleada mixteca que lava, plancha, cocina y cría.

La complicidad entre Cleo y Sofía, solas en su propio contexto y ahogadas en sus frustraciones internas, se convierte en el pilar de Roma, a pesar de que una siempre sabrá mucho más de la otra. La vida que Cleo lleva fuera de casa, por más ingenua que parezca, es un misterio hasta que Sofía se entera del sorpresivo embarazo de su empleada, una revelación que estrecha sus vínculos pues ahora serán dos madres criando solas en la Colonia Roma.

Grabada íntegramente en blanco y negro, como antiguos recuerdos sacados de la memoria de su querida Libo, Alfonso Cuarón retrata la vida de las mujeres fuertes de su vida y aprovecha de colarse en cada niño de la familia. Quizás lo vemos el Pepe, el menor de los hermanos que sueña despierto fantaseando con historias que vivió “cuando era grande”, o un poco en Toño, el primogénito que corre al cine a ver las historias espaciales de “Marooned”.

Lo que nos impacta y emociona de Roma es todo eso que muchos piden superar en el cine chileno: el sufrir de una clase vapuleada y olvidada y el uso del contexto histórico del país, a raíz de la cruda representación del Halconazo, un oscuro episodio en la historia mexicana donde el Estado se vio involucrado en la muerte de cientos de manifestantes estudiantiles.

No importa lo que te digan: siempre estamos solas. Estamos solas”, esboza una ebria Sofía tras destruir el Ford Galaxie de Antonio, un auto que desde cualquier perspectiva ya no tiene cabida en ese hogar de la Colonia Roma, pero que tiene una última misión: llevar a la familia a la playa donde tendrá lugar una de las escenas más desgarradoras de la película.

Allí, entre el aire salino del mar y una corriente que todo se lo lleva, la familia se abraza para seguir una vida con las mismas diferencias sociales, pero sin diferencias emocionales. Libres ya de culpas y temores, cuando la familia de la Colonia Roma se abraza, nos abraza a todos.

https://www.youtube.com/watch?v=wM_TFwLRQAY

Total
0
Shares
Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Previous Post

A Star is Born: el amor no lo puede todo

Next Post

Black Panther: de Wakanda a los Oscar