Disobedience: la libertad de elegir

El director chileno ganador del último Oscar a mejor película extranjera, Sebastián Lelio, vuelve con ‘Disobedience’, su primer largometraje grabado y producido en el extranjero.

La adaptación de la novela de Naomi Alderman comienza con la muerte del rabino de una comunidad judía de Londres y una llamada que obliga a Ronit (Rachel Weisz) a viajar desde New York hacia su antiguo hogar. En este lugar frío y casto, la protagonista se reencuentra con sus amigos de la infancia y adolescencia, Dovid y Esti (Rachel McAdams). A lo largo de la película, se reavivan sentimientos y deseos del pasado que rompen el esquema de esta sociedad estable y ritualizada.

La dos mujeres provienen de un lugar donde los hombres mandan, que juzga y margina a quienes no practican la religiosidad y las costumbres conservadoras, sin embargo, el contraste entre las personalidades de  las amantes es clave para desarrollo de la historia. Ronit fue una chica estigmatizada desde niña por ser rebelde, pero logra liberarse de sus obligaciones religiosas y morales cuando se marcha de la comunidad. En cambio, Esti, a pesar del paso de los años, sigue viviendo una mentira basada en la negación de su propia identidad, con el fin de ser aceptada y llevar una vida estable.

La represión sentimental y sexual que experimentan las protagonistas llega a un punto donde el deseo es quien controla sus actos y nos entrega momentos de sensualidad e intensidad, que compensan la simpleza y pasividad que predomina en las escenas. Aún así, muestra el romanticismo y complicidad de la relación entre estas dos mujeres. A diferencia de muchas películas, trata la homosexualidad desde una edad donde la identidad ya está conformada y la madurez media la forma de actuar de los personajes, hasta cierto punto. Al fin y al cabo, la película gira en torno a la frase que pronuncia el rabino al principio: “There’s nothing so tender as being free to choose” (No hay nada más dulce que tener la libertad de elegir).

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