Hasta estas alturas, Pedro Aznar es de esos músicos extranjeros que parecen tener un departamento comprado en nuestro país. Sus giras, especialmente en temporadas veraniegas, son habituales todos los años y no por eso dejan de ser menos atractivas, ya que siempre tiene algo nuevo que mostrar.
En este caso, aprovechando la celebración de sus 35 años de carrera, el ex Serú Girán realiza un tour en formato íntimo que lo muestra a él sólo habitando en un escenario con todos los instrumentos necesarios a mano. Y tal como se vio en sus tres noches repletas en el Teatro Municipal de Las Condes, el músicó llegó a hacer lo suyo hasta la sala de conciertos del Casino Enjoy de Coquimbo.
Para bien o para mal, el repertorio escogido para estas fechas se desenmarca de lo obvio que puede ser un tour ligado a lo mejor de una trayectoria. El arranque no es menor: la oscura “Because” de The Beatles es interpretada por capas, al igual que su versión en el registro en vivo Mil noches y un instante. Luego parte una ruta con lo más graneado de su extensa discografía, partiendo desde sus inicios en los ’80 con cortes como “Contemplación”, “Fotos de Tokyo” y “Los chicos de la calle”.
Como es habitual en sus shows, Aznar comenta detalles simpáticos de sus obras entre canción y canción, además de invitar a interactuar al público en momentos karaoke como en la bella “A cada hombre, a cada mujer” (una de las pocas piezas rescatables del último álbum de Serú Giran de 1992 y que quedó para la posteriedad) o en su versión de “Tan alta que está la luna”, original de Quilapayún.
Asimismo, los hits esperados quedan para el final: “Ella se perdió”, “Quebrado”, “A primera vista” y “Ya no hay forma de pedir perdón” quedan para el cierre y son entregadas de a poco, haciendose querer al salir y entrar del escenario con cada tema.
Es natural quedar con gusto de más, pero es en esta gira donde se puede disfrutar de un músico que respeta lo que se promete, y entrega una contundente muestra de lo que significa su música, con lo mejor de lo suyo y evitando los lugares comunes o sumando una infinidad de covers entre medio. La esencia está presente, el resto del decorado está en la chispa que desprenderá sus canciones en el público.
Fotografías cortesía de Leonel Fritis, Culturactiva.cl.