Gran resumen del Lollapalooza 2017: Mutación y nostalgia

La edición 2017 de Lollapalooza Chile fue la más concurrida de su historia. Entre las dos jornadas, 160.000 personas concurrieron al Parque O’higgins para disfrutar de la música, pero también para sacarse fotos, concurrir a uno de los eventos sociales del año y registrar todo por sus redes sociales. Y está bien. Porque el festival es una verdadero campamento que una vez al año vuelca a todo un segmento de personas al centro de Santiago.

Metallica, Duran Duran, The Strokes, The XX y The Weeknd fueron los números que acapararon la mayor atención de este año. En LaRata.cl vivimos la séptima versión del Lolla Chile con todo y dividimos en un gran post lo más selecto de ambos días.

Por: Sebastián Romero y Raúl Alvarez – Enviados especiales de La Rata a Lollapalooza (!!!)

Día 1 – Sábado 1 de abril

Este era, quizás, el día con más incertidumbre sobre el público que concurriría al festival pues, como nunca, el desafío era incluir aunque sea por un momento a un público mucho más difícil y poco cautivo de la “onda” que ha impregnado el evento desde su llegada a Chile en 2011. Metallica y Rancid eran dos nombres que acapararon las poleras negras reservadas para festivales como Maquinaria o Rockout, nacidos precisamente para abarcar una considerable cantidad de fanáticos del rock que nunca se sintieron llamados por el “cartel demasiado pop” ofrecido por Lollapalooza.

La jornada comenzó puntualmente a las 12:30 del día con un bien planificado show de la banda local Prehistöricos y, 15 minutos más tarde, toda la cumbia universitaria de Villa Cariño que atrajo a la mayor cantidad de asistentes que se asomaban timidamente al parque a esas horas.

Tras shows de nombres como Rey Puesto (que repletó la Cúpula y generó, para nuestra sorpresa, una gran cantidad de entusiasmo) y Román y Castro haciendo lo propio al interior de Movistar Arena, el primer gran momento del día llegó de la mano de Weichafe y un grandilocuente show. Protestas sociales, guiños a una selecta elección del cancionero nacional interpretando “Todos Juntos”, “Gracias a la vida”  y “Estrechez de Corazón”, y un recorrido por toda su discografía configuraron un show con que el trío liderado por Angelo Pierattini se despide de Chile para radicarse en México por un tiempo.

En la otra vereda estuvo Lucybell que, aunque integrando a su show sus grandes éxitos, no logró prender del todo a un respetuoso público congregado en el VTR Stage, uno de los dos escenarios principales. Casi en simultaneo a los chilenos y en el otro extremo del recinto, el cuarteto estadounidense oriundo de Los Angeles, Silversun Pickups logró satisfacer a sus fanáticos que los esperaron por más de una década y lo más importante para este tipo de eventos: capturar y cautivar la atención de los curiosos que se acercaron al stage.

La tarde avanzaba con la presentación, también debutante en el país, de los ingleses Glass Animals que con sus dos discos a cuestas -“Zaba” y “How to Be a Human Being”- lograron un buen cometido y pudieron levantar en algo un día que, en el papel, se vislumbraba como el más flojo en los artistas medios.

Uno de los “duelos” se vivió a las 17:15 cuando, en simultáneo, Bomba Estéreo y Cage the Elephant convocaron a un público disímil pero fiel en cada extremo del recinto. Los primeros fueron los encargados de prender un poco la fiesta de una adormilada jornada sabatina con su propuesta única y cargando su más grande hit en esta parte del continente “Fuego”, mientras que Cage the Elephant celebraron con entusiasmo su tercer show en Lollapalooza Chile y convirtiéndose la banda internacional con más participaciones en el evento ¿El dato? Nunca han venido en solitario al país.

La locura adolescente, los gritos y suspiros llegaron con The 1975, la banda que días más tarde realizaría un postergado primer show en solitario en el Movistar Arena, es el fenómeno “alternativo y teen” de los últimos años. Llegando en el mejor momento de una carrera que aún no alcanza su máximo potencial, el cuarteto de Manchester desplegó con gracia, desplante y mucho estilo gran parte de los éxitos incluidos en su debut homónimo de 2013 y en ” I Like It When You Sleep, for You Are So Beautiful Yet So Unaware of It” lanzado hace un poco más de un año.

Rancid empezó a preparar la pista para el gran número de cierre.  Tras 26 años de espera, los fanáticos chilenos de la legendaria banda punk recibieron fervientes a los californianos que centraron su presentación principalmente en los éxitos cosechados a mediados de los 90’s. El punto alto de la jornada fue la coreada “Ruby Soho”, probablemente uno de sus  más grandes éxitos.

Uno de los shows que más sorprendió fue el de The XX. Si alguien tenía alguna duda del porqué ellos estaban anotados dentro de los cuatro headliners de la edición 2017 la duda quedó resulta apenas pisaron el Itaú Stage. Con ellos el indie volvió a estar en la primera plana del Lolla. Las voces de Romy Madley Croft  y Oliver Sim se juntan de una manera especial logrando que cada pasaje del show sea una verdadera experiencia para atesorar y un protagonismo compartido pocas veces visto en las bandas.

Punto aparte fueron los esperados números de Marshmello y Diplo, ambos lograron repletar el Movistar Arena en una hora donde todos se agolpaban a los escenarios principales para ver lo que justificaba el día. Como dato: a la hora en que Metallica reunía a varias generaciones en el exterior, el show de Diplo causaba la locura en el recinto cerrado dejando a varios fanáticos sin poder ingresar y desordenes por parte de la gente que quedó sin la posibilidad de ver al DJ.

Metallica: Una simbiosis extraña

Lo de Metallica fue algo similar a lo que se vio con Pearl Jam y Red Hot Chili Peppers en 2013 y 2014, respectivamente. Miles de fanáticos de la banda llegaron especialmente a Lollapalooza para presenciar el que parecía otro concierto más de un grupo de más de tres décadas. Sin embargo, y a pesar de que en esencia lo fue, el show mostró la cara más renovada y cercana al mainstream de una banda que lleva veinte años buscando la aceptación masiva.

Con Hardwired… to Self-Destruct bajo el brazo, un dueto con Lady Gaga en los Grammys y el paso por varios festivales masivos como Lollapalooza y Glastonbury, el cuarteto liderado por James Hetfield apareció en el Parque O’Higgins para dar un show impecable. Incluso, hasta el mismísimo Lars Ulrich no desentonó tanto en la batería como ya nos tenía acostumbrados desde hace muchos años. Fuel y Motorbread fueron las sorpresas de la noche, con un setlist dominado por los clásicos ochenteros y temas de su último disco como Moth Into Flame y Halo on Fire.

A pesar de todo, lo de Metallica en Lollapalooza fue una simbiosis extraña. Con la banda en uno de sus mejores momentos en años y toda su identidad -aunque renovada- presente en escena, no fue como un concierto común del grupo. Sea el variado público, el lugar y su sonido, o la misma renovación. Pero al menos, este cambio se ve bueno, bien motivado, alejado de las constantes críticas de su fanaticada y justo en el momento en que comienzan a ser un clásico de la música en sí, mas que de un género en particular.

Día 2 – Domingo 2 de abril

A diferencia del día anterior, la jornada dominical de Lollapalooza Chile 2017 fue más calmada. Las poleras negras se esfumaron en su mayoría, aunque aún quedaban algunos metaleros que no estaban dispuestos a dar tregua ante las tenidas más cercanas a H&M, Forever 21 y Topshop.

La jornada empezó temprano, con grupos como Liricistas y Gondwana que buscaron llegar al público que no iba sólo por la música alternativa. Sin embargo, el indie rock se instaló desde un principio en manos de dos cartas chilenas: Tus Amigos Nuevos y We Are the Grand. Los primeros lograron atraer una gran cantidad de fieles espectadores al Teatro La Cúpula con su música desenfrenada, siendo uno de los grandes exponentes de la nueva escena nacional. Por otra parte, los segundos se presentaron por tercera vez en el festival con un sólido espectáculo. Sin embargo, su particular estilo aún no convence del todo.

Tras esto Tegan and Sara tenía a una gran masa cautiva en el tercer escenario. Sin embargo, a la media hora comenzó Alex Anwandter en el stage norte, dando un show impecable y lleno de consignas políticas. Eso sí, esta vez el ex Teleradio Donoso se preparó para evitar fallas como las de la Cumbre del Rock Chileno y tuvo más instrumentos en escena, reemplazando el uso del sampleo.

Si el día anterior fue The 1975 la banda alternativa que se llevó todo el fervor adolescente, el turno ahora fue de Catfish and the Bottlemen. Los británicos dieron un acotado show de diez canciones, sacadas de sus dos discos editados a la fecha: The Balcony (2014) y The Ride (2016). Al mismo tiempo, Vance Joy sonaba el tercer escenario sin mayor expectativa previa debido a su único hit -Riptide- que alguna vez sonó en un comercial de multitienda.

Cada año, la organización de Lollapalooza Chile nos regala un número de esos que “tenemos que ver alguna vez en la vida”. Pasó en años anteriores con las presentaciones de New Order, Johnny Marr, Pixies o The Specials y ahora era el turno de uno de los “grupos históricos” más vigentes y en forma: Duran Duran. Con un setlist que nos regaló un par de canciones más al público chileno comparado con sus pasos por Brasil y Argentina, Simon Le Bon y compañía demostraron con creces que la grandeza también puede estar en el baile. “Come Undone”, “Ordinary World”, “Hungry Like the Wolf” y el encore con “Rio” y “Save a Prayer” fueron algunas de las gigantes canciones que pudieron ser disfrutadas al máximo por un público que abrazaba el momento histórico.

Con Two Door Cinema Club vendría el reencuentro. Una especie de nostalgia se sintió en el ambiente al escuchar sus éxitos provenientes de discos como Tourist History y Beacon. Algo raro, considerando que son placas que no tienen más de seis años. A diferencia de su show de 2013 en el mismo festival, en donde una energía maníaca estuvo presente de principio a fin, esta ocasión fue más para el relajo entre las distintas presentaciones a seguir. Sin embargo, la banda levantó el vuelo con sus grandes hits de años anteriores. Lamentablemente, el futuro no es tan prometedor como lo era hace un lustro.

El sol se fue y el frío cayó en el Parque O’Higgins tal como si fuera San Carlos de Apoquindo. Ahí es cuando entra The Weeknd en el escenario sur para satisfacer a toda su fanaticada, en su mayoría millenial, quienes presenciaron exaltados al headliner de moda del festival. Partió sólido con Starboy, para luego seguir con un setlist similar al de Brasil y Argentina. Glass Table Girls Earned It demostraron la impactante presencia en escena del músico, quien luego cerró con su más reciente hit I Feel It Coming, y The Hills. Un plato fuerte sin dudas para el penúltimo show de la noche.

The Strokes: La gran carta de la noche

The Strokes puso la guinda de la torta en una versión de Lollapalooza que si bien no apostó por la novedad, sí fue más contundente que las últimas dos ediciones. Los newyorkinos se retrasaron veinte minutos en salir al escenario norte, acondicionado especialmente para los dos headliners de la edición. Los acordes de The Modern Age comenzaron a sonar, sin embargo, la voz de Julian Casablancas no. La gente, anonadada, piensan que están jugando. Pero no es así; es una falla técnica de la que misma banda no logra percatarse, mientras el público se desespera. ¿Cuántos temas más se desperdiciarían así?

En Soma la banda paró completamente. Casablancas por fin se escucha, pidiendo disculpas al público y anunciando que comenzarán todo de nuevo, mostrándose cercanos al público nacional. El setlist no varió en su comienzo, siendo en su totalidad temas del Is This It (2001). SomedayReptilia Threat of Joy de su reciente EP fueron una especie de calentamiento para el gran final, en un show que no tuvo pausas. Barely Legal fue una de las sorpresas de la noche, para luego rematar con Last Nite antes del encore en que tiraron toda la carne a la parrilla con Heart in a CageHard to Explain, You Only Live Once Take It or Leave It.

Lo de The Strokes fue una presentación que apeló al recuerdo y a los sueños cumplidos, más que a su carrera musical que hace años viene en declive. Sin embargo, a pesar de dicha decadencia, la banda dio un show más que decente. No se hizo presente el pésimo sonido en vivo, arraigado en la despreocupación, que alguna vez se les escuchó. La banda cumplió, fueron cercanos con el público y de paso devolvieron al festival chileno a sus raíces indie rock, siendo la jornada del domingo tan memorable como en los mejores años del evento.

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