Hacia un nuevo nivel de fanatismo y producción: el show de BTS en Chile

“¿Ustedes estarían por siempre con nosotros?”, fue la pregunta (realizada en inglés) de Rap Monster, líder de BTS, a los 14.000 presentes en el Movistar Arena. Sin siquiera dudarlo, las Armys responden con un “Sí” que sobrepasó los decibeles que cualquier oído podía aguantar.

Cuando eres más joven todo parece durar para siempre. La energía es demasiada y no se vislumbra ni la más mínima posibilidad de que todo se desvanezca. Acampar desde un lunes para un concierto de un día sábado no parece un problema ¿Qué hay en los fans de estos grupos, además del fanatismo que algunos insisten en comparar con el de los Backstreet Boys para que otros entiendan mejor?

Quienes estuvieron en los conciertos del 11 y 12 de marzo en el Movistar Arena, y vieron a las Armys (adolescentes, adultos, madres y padres) quizás puedan entender un poco que el fanatismo que todos asociamos con desmayos, llantos y gritos ha ido evolucionando. La consagración de internet como la forma más rápida de difundir información hace de las Armys (y de todos los fanbase actuales) una organización capaz de mover montañas: cascadas de globos mientras cantaban “Feliz cumpleaños” a Suga, carteles repartidos por toda la Arena que las chicas debían levantar durante la canción 2! 3!, instructivos donde se promovía el respeto a los artistas (“No grites durante los talks”, entre otras recomendaciones para mantener el espectáculo en orden), información actualizada al segundo confirmada o desmentida por las mismas armys, transmisiones en vivo (permitidas o no) para quienes no asistieron, y una Army Bomb gigante que entre todas hicieron llegar al escenario el día 11 (y que no querían dejar entrar al recinto), con la que J-Hope y Suga jugaron durante un buen rato. Los peluches y los regalos pequeños parecen tacañerías comparado con todo lo que están dispuestas a sacrificar.

Muchas veces me pregunto el por qué todos estos esfuerzos increíbles ante sus idols: pelear con otras fans para que los dejen descansar, felicitarlos constantemente, entender sus horas de vuelo, reiterarles que se alimenten bien, etc, y mi única respuesta es el valor de esta nueva generación de fanaticos al trabajo realizado: la industria del K-Pop es una de las más exigentes con sus artistas a nivel mundial. Sus vidas, abnegadas al trabajo, conviviendo con sus compañeros de grupo, participando en reality shows, programas de variedades, ensayando y grabando a diario, reflejan los resultados de un Movistar Arena con el escenario más grande jamás instalado (compuesto por dos stages y una pasarela), usado de forma plena por los siete miembros de BTS, con coreografías ejecutadas sin ninguna falla, con nulas desafinaciones, constantes cambios de vestuario, fuegos artificales, show de luces y enigmáticas visuales que hablaban de siete jóvenes haciéndose hombres, tal como versa el tour con el que se presentaron en Chile.

El show más grande de K-Pop hecho en Chile y uno de los mejores en cuanto a calidad artística y musical en el mundo del pop, donde no dejaron fuera ninguna canción de Wings: You Never Walk Alone, incluyendo un mix de canciones más antiguas y dándose reiterados espacios para hablar con sus fans, en un notoriamente ensayado y dedicado español, añadiendo un par de diálogos en inglés e incluso cantando la canción Bésame mucho.

Cuando se habla de un artista “debiéndose” a sus fans (como erróneamente dijo una mujer de un grupo que hostigaba a BTS afuera de una restaurant) hablamos precisamente de este tipo de diálogos, donde, en medio del espectáculo, se reconoce que sin ese público enorme y organizado, probablemente los Bangtan Boys seguirían solo realizando tours en la comodidad de Asia, pero hoy la historia es distinta y muchas productoras y medios son testigos: el K-Pop es un éxito masivo en Chile y probablemente se quedará por un buen tiempo, para desgracia de las mentes cerradas que dicen que no es música (ignorando que algunos ídolos americanos con suerte pueden trabajar con un par de acordes) y para fortuna de quienes siguen a estos artistas y las productoras: aún hay un público capaz de gastar en entradas de $160.000 y de agotar el merchandising de un grupo.

*Fotografías Gentileza de Noix Producciones

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