Crystal Castles – Amnesty (I) (2016): Superar el quiebre

Sin duda, Crystal Castles es de las bandas más raras e hipnóticas que he escuchado en mi vida. Mi primer acercamiento a ellos fue a través del soundtrack de un videojuego y me llamaron poderosamente la atención los sonidos de ensueño y caos, dulzura ambiental y violencia industrial. Hay bandas que impactan por la calidad, pero, mi caso con los canadienses, es que el primer golpe fue con la propuesta sonora y escénica. Parte de esa propuesta murió con la salida de Alice Glass de la banda. El problema de las separaciones es ese, el miembro que ya no está se lleva consigo una parte de la banda. Ethan Kath tomó su mitad y decidió refundar Crystal Castles.

El resultado de eso se llama Amnesty (I), el disco que nos convoca. Kath se encargó de buscar una nueva voz femenina que se adecúa bastante bien al sonido clásico de la banda. Digo sonido clásico porque el nuevo álbum rememora el brillante primer lanzamiento homónimo de los de Toronto. Grandes cambios y experimentaciones novedosas no hay, Ethan sigue a la cabeza con composiciones electrónicas sólidas, destacando Char, la para mí, mejor canción de la placa. Le sigue de cerca la industrial Concrete, un manifiesto de lo que significa el sonido de Crystal Castles, un batazo de noise EBM a la vena.

Me quiero detener un momento en la nueva vocalista, Edith Frances. Quiero hacer hincapié en que su trabajo es correcto y seguro, le da mucha frescura al disco y por lo menos en estudio no es inferior a Alice Glass. Las comparaciones son inevitables, aunque ambas son bastante diferentes como para decantarse por una u otra puesto que sus puntos fuertes van por líneas distintas. Por eso necesito volver a lo que hablaba en la introducción sobre la propuesta escénica de la banda. El toque de Glass si se extrañará; su carisma y desplante era lo más atrapante de la banda, aunque la fortaleza vocal en la grabación de Edith Frances es destacable y no deja de ser aporte.

Crystal Castles supo sobreponerse un quiebre importante, se iba la otra mitad de la banda, en sentido de la esencia. El álbum es un producto fuerte y muy bien trabajado, las composiciones impecables invitan al deleite ambient y al baile desenfrenado. La estabilidad de la banda en el disco le sube la calidad, superando a III. Los canadienses nos traen un regreso grato, de calidad y que apunta en la reconstrucción del imaginario de la banda.

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