Lollapalooza Chile 2024 – Día 3: Que nunca falte el indie, la performance y el perreo

Algunos dicen que el mejor remedio para la caña, es seguir tomando, y todo apunta a que esa fórmula también funciona para superar un intenso día de Lollapalooza Chile 2024. Esta vez correspondía el cierre luego de un sábado intenso y nostálgico.

Con varios shows chilenos en los escenarios principales, cuatro propuestas internacionales más bien contemporáneas se daban cita como los imperdibles de la jornada. Desde la esencia de Jungle, pasando por la euforia incombustible de Phoenix, la performática presencia de Sam Smith y la consagratoria aura de SZA. Mucho por donde elegir, y harto por correr.

Por esa razón, seguramente muchos se guardaron para la tarde y no agolparon los escenarios desde temprano a diferencia del sábado. Sin embargo, para quienes tomaron su desayuno y emprendieron rumbo al Parque Bicentenario de Cerrillos, se pudieron encontrar con la potencia de Estoy Bien. El joven trío demostró por qué debieron ser llamados a última hora por el festival y elevaron la termperatura del agradable Alternative Stage.

La representación nacional tomó fuerza durante las primeras horas de la jornada de domingo de Lollapalooza Chile 2024. Así lo hizo Chystemc, quien se dio el lujo de invitar a Tata Barahona (aquí lo anotamos como posible invitado para el próximo año). La segunda artista en subir al escenario del Banco de Chile fue Nicole. A pesar del choque de sonidos tras el retraso de Los Mesoneros, dio cátedra con su puesta en escena con temas como “Hoy”, un himno que resonó profundamente entre el público asistente. “Claroscuro”; su último trabajo discográfico, logró tener espacio entre sus clásicos de siempre, creando una atmósfera vibrante.

La siguiente  la presentación de Denise Rosenthal, que junto a un talentoso cuerpo de baile, interpretó los temas con los que se hizo conocida y canciones de su último álbum “Supernova”. Así, no solo demostró su habilidad vocal y artística en el escenario principal Cenco Malls, sino que también recordó los pasajes de su carrera que comenzó a temprana edad derrochando simpatía. Un debut que tardó más de lo esperado, logrando saldar así la deuda de la frustrada versión del 2020.

Tras deslumbrarnos con los corridos de Grupo Frontera y las piruetas de los aviones, Jere Klein se destacó con un sonido sólido que hizo bailar a la multitud. A sus 17 años, fue preciso: 45 minutos con palos, colaboraciones y un sorprendente manejo escénico, demostrando que sus sold outs en los teatros Coliseo y Caupolicán no fueron mera casualidad o un impacto viral pasajero.

En medio de la tarde, un rumor comenzó a rondar los rincones del Lolla lounge, el espacio VIP del festival. Win Butler andaba con ganas de ofrecer un DJ set. Dicho y hecho. El stand de Cenco Malls logró instalar al líder de Arcade Fire que fue acompañado por integrantes de su banda y por Régine Chassange, que en medio de la fiesta instalada por los norteamericanos bajó a compartir y bailar con el público. Un momento exclusivo e inolvidable para quienes fueron testigos.

Tras el regalo que entregó Arcade Fire al lounge de Lollapalooza, correspondía seguir bailando. Así fue como la masa se congregó en el Banco de Chile stage para la presentación de Jungle. Los británicos regresaban a dos años de su icónico Movistar Arena con nuevo disco bajo el brazo (“Volcano”) y dos contratiempos: el calor que estaba en su peak, y el choque de horarios con otras dos presentaciones imperdibles como la de Nothing but Thieves en el Alternative stage y la de Easykid en el Perry’s stage. Y como el culto siempre gana, el show del antofagastino superó todas las expectativas. Globos negros suspendidos en el aire, outfits oscuros que enfrentaron el calor, y apariciones estelares de Nyruz, Kidd Voodoo y Drefquila hicieron de este un debut inolvidable para el joven de la darkera.

De vuelta en los escenarios principales, de todo el estilo de Jungle, varios gastaron sus últimas energías en correr hacia el stage donde Phoenix haría su esperado regreso a Chile. Y los franceses partieron con todo. “Lisztomania”, “Entertainment” y “Lasso” fueron tres bofetadas directas para quienes creen que el indie pasó de moda. Una energía inconfundible que llevó al propio Thomas Mars a surfear entre el público con vaso en mano. Una postal que hasta el propio Tom DeLonge de Blink-182 no se quiso perder.

Sam Smith nos brindó una actuación impresionante de principio a fin, una declaración de libertad y un viaje emocional que nos llevó a través de sus éxitos más reconocidos aquí en Chile. Desde momentos de profunda emoción hasta diálogos abiertos y sinceros con el público, demostró su gratitud de volver luego de cinco años. La montaña rusa de emociones se vio reflejada también en su cuerpo de baile, banda y coros, especialmente en su emotiva colaboración con su amiga y colega en “Good Thing”.

Con una comprensión excepcional de su audiencia, mostró su aprecio por Chile al lucir la camiseta de fútbol oficial y tirarse unos pasos. De esta forma, mostró su habilidad para transicionar hábilmente entre diversos estilos y vestuarios, aprovechando al máximo su espectáculo. Finalmente, y para cerrar una noche inolvidable, realizó una performance digna de final de temporada para entonar “Unholy”, su colaboración con Kim Petras, un single más que perfecto para dejar al público eufórico y con una satisfacción palpable que les invitaba a disfrutar de la penúltima headliner internacional, SZA.

La presentación de SZA fue simplemente impecable. Aunque el público era notablemente menor en comparación con los días anteriores, y el cansancio se dejaba sentir, su actuación en el Parque de Cerrillos fue digna de ser recordada. Su energía en el escenario era contagiosa, y logró capturar la atención del público, incluso quienes se quedaron sentados. Su versatilidad quedó patente cuando sorprendió a todos bailando salsa con la bandera chilena en mano, en una interpretación única de “Kiss Me More”, su exitoso sencillo junto a Doja Cat. No perdió tiempo en manifestar su audacia y en practicar su español, añadiendo un toque de extravagancia a su actuación. Y nos deleitó con sus éxitos del álbum “SOS”, incluyendo el aclamado “Kill Bill”, demostrando por qué es la ganadora reciente por Mejor Canción R&B.

Chencho Corleone, ex integrante de Plan B, ofreció un repertorio lleno de sus éxitos y colaboraciones más destacadas, desde “Candy” hasta “Fanática Sensual”, brindando una experiencia de carrete en la última jornada del cartel. Un acierto rotundo dejar shows más bailables al cierre, sobre todo un exponente de reggaeton con un show que asegura calidad, temazos y por qué no, también ponceo.

Un cierre marcado por diferentes estilos y propuestas que lograron conjugar bien para un festival de estas características, sobre todo en esta parte del mundo. Quizás ajustando mejor los tiempos de acuerdo a las emociones que entregan pueden hacer que el impacto sobre el público sea mejor.

Aún así, se nota que Lollapalooza ha recogido el guante durante más de 10 años de historia en Chile. Ha sabido reconocer su legado de festival ligado a la música independiente, con un ojo pendiente a lo que es tendencia, a lo que emociona, y al lugar donde se está llevando a cabo. Porque es posible armar un mosh pit, llorar con la canción que marcó una etapa en tu vida y perrear hasta que choque el hueso. Todo en un mismo lugar.

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