Francina Carbonell, directora de “El cielo está rojo”: “Pareciera que en las cárceles se suspenden los derechos humanos”

El largometraje que retrata la tragedia del incendio en la cárcel de San Miguel de 2010 llega a Chile tras un vasto y exitoso recorrido por festivales internacionales. Se trata de un retrato sensible de poco más de una hora que pone en el centro la dignidad de las 81 víctimas fatales, así como el derecho de sus familias a tener justicia.

Testimonios y versiones discordantes de un mismo hecho, una catástrofe que pudo ser evitada, archivos judiciales, un caso cerrado sin responsables, ¿negligencia?, ¿desigualdad? A 11 años de la mayor tragedia carcelaria de Latinoamérica, “El cielo está rojo” llega justo a tiempo para poner sobre la mesa la discusión en torno a la profunda crisis en el sistema penitenciario de nuestro país.

Francina Carbonell, realizadora del documental, conversa con LaRata sobre los detalles del filme y el caso sobre el cual se basa.

Recuerdo cuando fue el incendio que hubo muchos comentarios del tipo: “Se lo merecían, eran delincuentes”, “No hay que tener lástima por ellos”; y ahora, a más de una década, el documental le da un tratamiento sumamente humano y sensible a la tragedia. ¿Cómo decidiste mostrar el caso desde esa perspectiva? 

Yo me acuerdo de haber visto las imágenes del incendio en el colegio, pensar que era algo infernal y entender que era una tragedia porque estaba ocurriendo en manos del Estado, lo que me pareció terrible. Además, como decías, hubo muchos comentarios de ese tipo con ideas muy peligrosas: “Que bueno, ahora son menos”, “Algo habrán hecho para merecerlo” y esas cosas. Me impactó ver como ese discurso se salió de las manos y me sigue pareciendo muy duro hasta el día de hoy, cuando figuras como Kast, por ejemplo, hablan de abrir más cárceles y criminalizar, suponiendo que pareciera que los derechos humanos se suspenden en la cárcel. La gente parece aceptar que no tengan luz, que no tengan agua, ni espacio ni posibilidad de ver a sus familias.

Entonces, nos fue muy difícil entrar a la temática porque creo que siempre es complicado hablar del dolor ajeno, uno se siente incapacitado, ¿qué puedes decir sobre una cosa tan horrible y trágica? Pero las familias de las víctimas nos hicieron entender la idea del luto colectivo y el sanar juntos y eso volvió la película algo mucho más emocional y afectiva.

Es una apuesta, considerando que pudiste haber optado por un tratamiento de investigación más duro o de tipo policial… ¿Cómo trazaste la hoja de ruta para el documental?

Teníamos la idea de hacer un cortometraje, pero nos pasó que empezamos a investigar y después de mucho tiempo pudimos acceder a los archivos judiciales y cuando los vimos pensamos: “¿qué mas vamos a filmar?” Más que generar nuevas imágenes, lo que había que hacer era cuestionar los archivos que ya existían. Nos propusimos un ejercicio de arqueología, sabiendo que todas las imágenes estaban manipuladas, nos empezamos a preguntar el porqué habían sido manipuladas. Y de repente, todo lo omitido, todos los vacíos en la investigación y los agujeros, se convirtieron en información.

Teníamos claro que no queríamos revictimizar a las familias de las víctimas, hacerles pasar de nuevo por un proceso doloroso y también que se trataba de una crisis del sistema. Así, decidimos que no era tan importante entrevistar a tal gendarme en particular o tal preso, sino entenderlo como una fractura estructural.

“El cielo está rojo”, Francina Carbonell. Gentileza de Cactus Medios.

Respecto a la crisis del sistema penitenciario en Chile, “El cielo está rojo” sin ser un documental panfletario o políticamente explícito, no deja de ser un registro sumamente político. ¿Lo sientes de esa forma?

Primero, nosotros no estábamos en una posición de buscar verdad o culpables, yo no soy abogada ni era mi intención serlo. Ahora, cuando empiezas a tener versiones que se contradicen, ves las imágenes y todo, obviamente tomas posiciones políticas y es imposible tener una posición de neutralidad. Ves una grabación y dices: “¿Si escuchaban los gritos porque no hicieron nada?”, eso genera una desesperación e impacta personalmente.

Entonces, me parece que tuvimos que hacer una lectura más profunda y ver también que los gendarmes tenían entre 19 y 20 años, no eran más de ocho, llevaban cerca de seis meses trabajando, con pocas o nulas herramientas para estar frente a 3.000 personas y ahí aprendimos que ellos también son víctimas del sistema. Además, los mismos presos y gendarmes generalmente vienen de los mismos barrios, mismos círculos, familias, entonces es muy fuerte ver eso de cerca.

Da la impresión de que por mucho tiempo en un país tan conservador como Chile, con una sociedad igual traumada por la dictadura, se optó siempre por la despolitización de todo. No hablar de derechos humanos, de que eso es de izquierda o derecha, de las carencias del sistema, etc. El Chile del incendio en 2010 era un país sumamente diferente, ahora a dos años de un estallido social y en medio de procesos políticos importantes, ¿crees que el público puede hacer otra lectura del caso?

Sí, y encuentro muy interesante lo que estás diciendo, porque es verdad que tuvimos muchos años donde se decidió quitar el valor político a todo apelando a una presunta objetividad. Ahora, ¿quería yo que hubiera una posición política en la película? No. ¿Las imágenes son neutras? Tampoco, ninguna imagen lo es. Entonces, me parecía importante y valiente poner ese valor, no desde consignas o un lugar panfletario, sino más bien desde el análisis.

Con el estallido ocurrió algo muy fuerte. Recuerdo haber salido a marchar los primeros días y encontrarme con carteles con fotos de los chicos fallecidos en San Miguel. Porque claro, fueron víctimas de la lógica neoliberal que aplastaba a todos y no era la primera tragedia que pasaba en una cárcel en Chile.

“El cielo está rojo”, Francina Carbonell. Gentileza de Cactus Medios.

¿Cómo fue el contacto y la relación con las familias de las víctimas?

Fue un contacto que comenzamos a hacer desde el principio, cuando ni siquiera sabíamos qué íbamos a hacer. Nos reuníamos con ellos, conversábamos sobre el rumbo de la película y se formó una relación muy estrecha. También nos ocurrió que, como se trata de 81 personas y cada una con grupos familiares extendidos, hubo a muchos que no pudimos contactar o localizar. Pero fue muy importante poder escuchar a las familias para entenderlas, sobre todo la rabia que sentían con los medios de comunicación y cómo la cobertura mediática fue un obstáculo en el proceso judicial y eso los tenía a la defensiva en un inicio. Entonces, para crear el lazo de confianza y esa relación, pasamos de pensar el proyecto como una película a construirlo como un puente entre las familias y nosotros. Me dejó de interesar solamente hacer la película y se volvió importante que igual fuera algo que a ellos también les sirviera.

Hicimos una función al aire libre en Matucana 100 antes del estreno con todas la familias y yo estaba nerviosísima por miedo a, no sé, no estar a la altura. Además, tenía miedo de que fuera angustioso para ellos, porque son imágenes fuertes, pero yo creo que ellos ya habían pasado por algo mucho peor cuando fue el incendio. Pero no fue así, siento que terminaron de ver la película con mucha dignidad e incluso con más ganas de luchar y eso me dejó muy satisfecha. De hecho, una de las madres se me acercó para decirme que nunca nadie les había contado el relato de esa noche, algo muy fuerte.

“El cielo está rojo”, Francina Carbonell. Gentileza de Cactus Medios.

¿Qué tan importante es para ti que el documental llegue a los cines? Lo pregunto porque pasa mucho con el cine chileno que hay grandes producciones que recorren festivales y no salen de ahí, no llegan al público general. Además, tengo entendido que luego de pasar por las salas de cine estará disponible en PuntoPlay.

Sí, creo que pasa mucho eso con el cine chileno de que se hacen películas increíbles y terminan circulando en festivales para los cuatro gatos de la sala y el nicho cinematográfico. A mí esta película no me hace sentido que quede en un circuito de festivales, ese no es mi público. Este es un documental sobre un proceso social que toca a Chile y a todo el mundo, entonces tengo ganas de que se democratice esta película y todos podamos tener acceso a ella.

“El cielo está rojo” ya está disponible en cines chilenos desde el 11 de noviembre.

“El cielo está rojo”, Francina Carbonell. Gentileza de Cactus Medios.

 

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