Con más de 2 millones de reproducciones, el reel de Instagram que muestra la melodía sutil de una sinfonía de amanitas, un hongo común y silvestre en la flora chilena, ha logrado conmover y llamar la atención de cientos de usuarios, que desde sus pantallas pueden contemplar algo que va más allá de la naturaleza.
El video, hecho por la corporación artística de Concepción Actos Sinestésicos, conectó la música, la ciencia y la filosofía en un acto transversal y digital, al transformar las fluctuaciones micro voltaicas de la amanita en una señal análoga, que luego fue traducida a una señal digital mediante un dispositivo, que finalmente permite escuchar el flujo continuo de música natural.
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Una metáfora de los procesos naturales que Sebastián Parra (27) lidera junto a un multidisciplinario grupo de artistas en la región del Bío Bío desde mediados de la década pasada. Si bien él es ingeniero en biotecnología vegetal de profesión, lo primero que recalca es que es mucho más que eso.”Somos personas, somos seres”, relata, al contar cómo su necesidad de llevar la ciencia fuera de la academia lo llevó a buscar desde su época de estudiante a generar espacios, que permitan a cualquier persona vivir la ciencia a través del arte.
Los primeros pasos para llegar a ello fue presidir un congreso de biotecnología, donde contempló un evento a todo público instalado en la Diagonal, una de las calles más concurridas de la ciudad. Una intervención arquitectónica que reunió desde niños a ancianos bajo el concepto de vincular el componente artístico como vehículo para llegar a “la mente de las personas”, y así empezar a co-crear un conocimiento donde no sólo es sentir fuera el actor, sino también la comunidad.
Posterior a ello, en 2018 Sebastián tuvo que viajar a México a un congreso similar, donde encontró la pieza del puzzle que faltaba para consolidarse bajo los Actos Sinestésicos. En una galería de arte se encontró con la historia del pintor ruso Vasili Kandinski, un artista que renegó de la academia artística de su época. “Me vi reflejado en él, porque después inició su propia escuela de pensamiento del arte, en una perspectiva holística de las cosas”, rememora.
Entre todos los aspectos de Kandisnki, Parra, quien también es concertista de violín, destaca que el pintor hablaba que los sonidos y formas tenían asociado un color constantemente, un piso artístico que tras su vuelta a Concepción, comprendió que “la sinestesia era un elemento de unión aglutinador, de perspectiva, de disciplina, donde había mucho valor”.
Fue así como apareció el nombre de Actos Sinestésicos (AS), una corporación cultural que antes de llegar a Instagram -donde poseen más de 75 mil seguidores-, realizaron una serie de eventos presenciales que buscaban el mismo motivo que trasladaron a lo digital: lograr presentaciones artísticas o sensoriales que permitan un acercamiento a grandes conceptos de la filosofía.
Ante esto, Parra agrega: “Si queremos hablar de botánica, hagamos que las plantas canten. Si queremos hablar de lo invisible, hagamos música con lo invisible. Si queremos hablar, por ejemplo, de las interacciones humanas, hagamos que el tacto suene”.
En esa misión de inspirar ideas a través del asombro, el teatro y la música en vivo fue clave levantar propuestas que dejen al espectador “preguntándose un poco de todo”. Frente a esa necesidad de sorprenderse, uno de los creadores de AS afirma que hay una necesidad de sorpresa que se visibiliza en el mundo que habitamos. “Si queremos cambiar este mundo, la perspectiva de nosotros es que esa realidad va a poder ser alcanzada en la medida que lo logremos imaginar”.
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Búsqueda de lo sensorial
Los motivos creativos que guían a Actos Sinestésicos han sido influenciados por la misma condición humana, con el sufrimiento que arrastran algunas ocasiones, y que impulsa a sus creadores a transformarlos para poder seguir en pie.
Algo que fue decisivo en todo este proceso fue el periodo en que Sebastián sufrió de una discapacidad física, que lo mantuvo un año en cama. “Eso me llevó a entender la fragilidad de las cosas y lo poco que apreciamos lo que poseemos, por muy cotidiano que sea”. Si bien piensa que en el equipo no hay una historia más relevante que el resto, cada uno ha pasado por algo que los unió en esta causa artística.
Sabiendo lo difícil que es poder lograr la tarea que se impusieron, empezaron a buscar apoyo gubernamental para comenzar a labrar el camino. El 2019 se adjudicaron un fondo del Ministerio de educación, y recientemente consiguieron un Fondart Regional, con los que han realizado actividades y adquirido herramientas que logran traspasar lo que imaginan.
Para ello consiguieron una serie de dispositivos que se ven en Instagram como el PlantWave, que permite musicalizar variaciones electromagnéticas de la planta y poder crear un flujo constante de música, y el que han aplicado en el canto de árboles o el mismo río Biobío. El éxito del Reel llevó a la empresa norteamericana detrás de la herramienta a regalarles una versión más moderna.
Hay otros hardwares que permite hacer una una bio significación en tiempo real del tacto humano como es el Touch Me, dispositivo hecho en Rusia. “Dos personas pueden tomarlo y con la otra mano puede tocar al otro generando melodías como si fueran un piano”, describe.
AS tiene también el Playtron, que permite a través de cambios en la resistencia del objeto orgánico, ocuparlos como una tecla de piano. Pueden conectar hasta 16 frutas y generar un instrumento musical con piñas. naranjas, limones. “Para un niño es una experiencia inolvidable. Tocar sintetizadores y cosas raras moviendo unos limones”, relata Parra.
A todas esas peculiares herramientas se suman la placa de Chladni, que permite ver el sonido y contemplar lo que escuchamos a través de una pantalla. El canto de un gorrión se logra plasmar en vibraciones electromagnéticas.
Con todo eso han logrado sorprender los usuarios de redes sociales, que pese a que añoran regresar a sus presentaciones presenciales, creen que a través de la pantalla han permitido que el otro no necesariamente entienda si es verdad lo que uno está viendo, sino que prima lo que siente. “Esa sensación habilita al otro a que genere otro tipo de procesos internos permitiendo cuestionarte”, remarca.
Ante la crisis medioambiental que afecta al globo, y en particular a la región donde nace este proyecto al existir gran parte de la industria forestal, Sebastián anhela que si existiera mayor empatía dentro del sistema, o que alguna persona logre admirar la naturaleza desde la sinestesia, va a generar un cambio necesario para el presente.
“Si reconozco el canto de un árbol, eso te puede cambiar, y quizás ya no vas a romper una rama porque vas a acordarte de que una vez lo escuchaste cantar”, agrega, explicando que el mismo impacto en internet también les ha permitido sobrevivir como artistas. “Fue harto tiempo invertido y alcanzamos finalmente una receta que nos permite conjugar todas estas claves en nuestro discurso. Creo que funciona de forma bonita. Son 30 segundos que inspiran, que generan asombro”.
Mientras tanto, AS trabaja en un futuro sitio web, a la espera de seguir asumiendo su rol inspirador en la comunidad, esa revolución espiritual del arte y la ciencia bajo una auténtica forma para volver a cuestionarse los procesos de la vida.
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