Es muy fácil recordar a Juliette Lewis por sus increíbles actuaciones en filmes como “Natural Born Killers” o su papel en “Cape Fear” que significó una nominación a los Premios de la Academia con tan solo 19 años. Sin embargo, también es recordada por más cosas que sus interpretaciones desde pequeña.
Incorrecta, rebelde, conflictiva, fuerte; sexy y un largo etcétera son algunas de las palabras que podrían definir a esta actriz; actitudes que acompañadas de ciertas circunstancias en la vida terminaron con un programa de rehabilitación que le costó el desinfle de su carrera y singular, pero muy frágil, prestigio en Hollywood.
Si bien en su juventud Lewis vivía la paradoja de la cultura hollywoodense y consideraba que esta era tan opresiva como para no formar parte de ese sistema, su temple mezclado con el temprano uso drogas -que nadie le perdonó- fueron los motivos que catapultaron el conseguir buenos papeles y seguir escalando.
Y cómo olvidar que es en esa encrucijada cuando la solución y escapatoria del estigma y sus problemas fue migrar hacia otra arista del arte y manifestación: la música.
“Felizmente descubrí esta forma de expresión, aunque siempre he querido actuar, lo que importa es el lado artístico”, es una de las explicaciones que hizo la ahora también cantante, al momento de comenzar su diletante carrera.
Inspirada en figuras como Keith Richards e Iggy Pop acompañada de letras agresivas y esa actitud de rockera destructiva que podría saltar y escalar dentro del público sin pensar en las consecuencias, quién anteriormente estuvo en un set con Robert de Niro comenzó su propio camino; acompañado después con la banda The Licks, dónde pudo plasmar y representar –como ella misma ha afirmado- su espíritu, complejo vital y libre. Su propia voz.
Se puede decir cualquier cosa, pero es innegable que la personalidad de Juliette Lewis puede ser percibida, en cierto punto, con un dejo de admiración.
Ella no es una muñeca dócil ni sumisa, es simplemente la viva imagen de sí misma. Y si la música no era su plataforma primordial para desenvolverse en la vida, la actriz ha expresado que le sirvió para “tener menos tontería y preocuparse menos de mi propia mierda”.
Total lo que quería era dejar huella y garra en la cultura femenina, motor principal para poner en marcha su grupo que quedó como la anécdota de la mujer ruda que le permitió hasta homenajear al mismísimo Chris Cornell junto a Audioslave.
