Cantautor, arreglista y clarinetista chileno, Ariel Grez es además profesor de asignaturas musicales en la Universidad de Chile y se dedica a la investigación en música de videojuegos. El año pasado hizo su debut con los singles “Origen” y “Yerra”, mostrando una sensibilidad especial a la hora de componer canciones íntimas acompañado solamente con su voz y una guitarra. Hace algunas semanas publicó su primer EP titulado “Hoy”, cinco tracks donde el artista describe distintos amores y formas de querer.
Con concierto de lanzamiento anunciado para este viernes de 3 noviembre en Espacio Incluir (entradas en Portaltickets) el músico chileno nos detalla su disco “Hoy”, canción por canción.
Mientras lees esta entrevista te invitamos a escuchar “Hoy” en Spotify:
Origen
Origen es una canción que habla sobre las madres, y su difícil tarea. Es una canción que tiene distintos momentos, de distinta intensidad, tal cual es la vida de una madre y sus hijos, que está caracterizada por ser uno de los más altos modos de querer. Criar es una cuestión que me parece difícil, y que es imposible hacer a la perfección. Eso mismo intenté recoger, con frases de doble sentido como cuando se agradece “por la risa fácil, la verdad difícil”, que se podría entender como la relación entre la alegría de un hogar y las complejidades de la vida, cuando en verdad me refiero a que pueden haber tanto momentos felices, como mentiras en las relaciones. Es una canción de agradecimiento por intentarlo, entendiendo que las personas dan su mayor esfuerzo, aunque fallen, y aunque esos errores tengan consecuencias irreversibles.
Musicalmente, inicia con un dibujo en la guitarra que se abandona en la parte que la letra entra derechamente en el agradecimiento. Lo retoma sólo al final, cuando al voz habla de las distintas facetas que puede tener una madre: “niña, madre, compañera y mujer”, como una forma de retomar la idea del recuerdo como ofrenda.
Acertijo
Acertijo es precisamente eso. Un acertijo. Cada una de sus frases intentan llevar a una respuesta, que me reservaré por el momento. Cada una de sus frases intenta acercarse a una idea clave, que fue el sello de una de mis relaciones más hermosas. La escribí luego de un momento muy bello, y nunca pude terminarla hasta que ya dejé de ver a una persona muy significativa para mi. Habla sobre cómo el amor requiere constancia, ganas de explorar y buscar, una y otra vez, hasta encontrar el lugar en que ese cariño puede fluir. Una y otra vez, aunque hayan momentos frágiles.
Es un poema también largo, y la canción tiene mucho material musical, distintos acordes y secciones que la hacen desafiante de cantar, tanto como acompañarse en una relación. Interpretarla requiere atención al detalle, saber cuando y cómo integrar sus elementos, y un cuidado especial, sobretodo en sus momentos más sutiles. Tanto como el querer.
Yerra
Yerra es una canción que habla de los errores en el amor. Habla sobre el anhelo de poder deshacer un paso, y lo imposible que es. Mi frase favorita de la canción es: “Un minuto tarde es como una década […] Un segundo antes es como no haber nacido”, a lo que sigue un silencio para retomar el aliento y seguir adelante. Yerra es una palabra que significa dos cosas: Es una conjugación del verbo del error, pero también se refiere a la marca que se le hace al ganado con un fierro al rojo vivo, en un cruce de dos formas de entender estos momentos, ya sea como rudo aprendizaje, o como marca indeleble.
La escribí como un exorcismo, para procesar una relación que llegó a su fin, para sufrir al máximo la idea de que estaba equivocado y así poder dar el paso adelante. Por lo mismo, la hice simple, puesto que era más importante para mi poder terminarla que cualquier otra cosa. La mayor parte del tiempo suenan simplemente dos acordes, aunque son tan parecidos que podríamos decir que es el mismo. Quería esta quietud, para rumiar, descansar, y dormir luego de tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida, y así surgió una canción que creo es delicada, pero fuerte, tanto como las vivencias que tuve por esos días..
Rompecabezas
Rompecabezas es una canción que me costó años terminar. Gran parte de la letra fue escrita hacia el final de una relación amorosa de infinito cariño, pero que pensé que no iba a funcionar a largo plazo, por lo que propuse terminarla, luego de lo cual terminé una versión de la letra que más tarde perdí. Sin embargo, no la pude terminar sino hasta que inicié una nueva relación, modifiqué la letra y pasó de ser una canción de desamor a una de duda, con incluso versos que hablan de la idea de deshacer el camino y volver a la relación anterior. Es una canción que incluye varios tipos de cariño, como la admiración de un amor que te empuja, a veces con rabia y otras con autocrítica, o también el amor que implica soltar cuando ya no se puede más. Musicalmente, la introducción intenta representar la soledad en forma particular: el primer verso del poema se canta a una sola voz con la guitarra, pero el segundo se canta armonizando voz y guitarra, a falta de la compañía de otra voz, es el propio instrumento el que hace el trabajo. Además, tiene cambios de tiempo precisamente para representar como la mente pasa de un pensamiento a otro.
El poema original es larguísimo, tanto que no cupo en la canción y corté una parte que debe ver la luz más adelante. Esto, ya que la letra de los coros está construído con un procedimiento: se toman las palabras de los primeros tres coros, se les da un nuevo orden, y así se formula el segundo juego de tres coros, para finalizar la canción. Pero, al escribir, hice nuevamente ese ejercicio de cambio de orden de palabras, para escribir un tercer juego de tres coros, que quedaron sin lugar. Tal cual un rompecabezas puede quedar inconcluso.
Perdonar
Perdonar fue un desafío, de obligarme a estar quieto, lo que tiene mucho significado después de muchos años de sobreexigencia. Es una canción que llama al descanso, desde un reflexión de que la quietud es amor propio. Por eso es que hice el ejercicio de forzarme a escribir una canción con sólo un acorde, y aunque fallé y terminé integrando más acordes, fue una quietud liberadora. Cuando la canto, me llama a parar, a dejar de forzar rendimiento, y es precisamente lo que quiero transmitir, que está bien no estar bien, y que está bien no avanzar, que el permanente progreso es mentira y que sin ocio no hay creación.
Me preocupé mucho de hacer melodías simples que encajaran tensiones en la armonía, para potenciar un sonido melancólico pero no en clave de tragedia, sino que en clave de un dulce cansancio que te abraza, como una manta al final de un día frío.