Nico Carreño y su primer disco “Heterónimo”, una especie de terapia, canción por canción

Su padre, melómano, y su madre, católica, incitaron a su hermana a participar en el coro de la iglesia a la que asistían. Su hermano también se involucró: tocaba instrumentos, escribía canciones, y de paso le enseñó a Nicolás. Quien, imitándolo, inició su camino por la música. Sin saberlo, este sería su camino hacia la aceptación y revelación de su sensibilidad.

Sus primeras canciones fueron compuestas alrededor del 2009. Poco más de 10 años más tarde, Nico vuelve con “Heterónimo”, un concepto que adoptó del escritor portugués Fernando Pessoa, determinado como el acto de atribuir la obra a una identidad literaria para expresarse. En modo heterónimo, el músico de Rancagua usa el pop como una puerta para las múltiples texturas musicales en las que se ha aventurado. No se define.

En esta primera producción discográfica, el rancagüino de 24 años oficializa su inicio en la escena musical, cristaliza su proceso e identidad como cantautor, y finalmente, se reconcilia con él mismo.

Y lo acompañamos a repasar aquel recorrido, canción por canción.

La maldita expectativa

Soy enemigo de la formalidad, o de hacer lo que se espera. Incluso escribir una canción con la estructura de letras, coro, letra, coro. La hice en el 2014, estaba muy pegado con Aristimuño, y en la guitarra me imaginaba yo siendo Greenwood (Radiohead). La pensé en esa dinámica de tratar de despojarme de ciertas idea del amor posesivo… como un lugar utópico. También tiene que ver con una expectativa conmigo mismo. Soy muy inseguro, entonces dejé eso de lado al fantasear en la canción. Fue el tema que trabajamos con Vicente Herrera, el ingeniero del disco, en 2017. Sentíamos que nunca se apegó a la estética de la canción, nos costó encontrar el sonido y nunca me dejo 100% conforme, es como que se salvó. Mi perspectiva ha cambiado dese su publicación, he recibido buenos comentarios y eso la mejora.

Raíz del canto

Estaba casi terminando el disco y anualmente el SCD realiza un concurso de poemas. Elegí este de Óscar Castro, quien vivió en el centro de Rancagua y yo también. Y él frecuentaba lo mismo lugares que uno, entonces es como sentirlo cerca. También, leyendo sobre él, supe que viajaba harto de Santiago a Rancagua, algo que yo he estado haciendo bastante… Toda esa energía me identificaba mucho, lo geográfico, nostálgico, en el poema. Yo no soy para nada del campo, pero hay esto de que se quiere volver a un lugar como de la infancia.  Lo he hablado con amigos y es extraño, es de las provincias. Genera saudade. Nicanor Parra decía que OC, estaba catalogado como criollista y que lo encontraba latero… Cosas de poetas. No gané el concurso, pero es una de mis favoritas. Decidí meterla en el disco porque refleja una búsqueda musical actual, explorar sin ritmo, armonía y en acordes en la que estoy ahora.

Frágiles seguros

Esta canción ya estaba dando vueltas en internet, hay una versión trabajé con un amigo en 2015. Me gustó pero sentíamos la necesidad de trabajarla con los músicos que estaban en el disco. Marcó un antes y un después en la manera de abordar las canciones. Fue un virus porque pololeaba con alguien que era muy fan del rock progresivo y creo que eso me influenció mucho. Me recuerda a los primeros acercamiento a esa mixtura de estilos. Quería reflejar el estado en el que estaba en esa relación. Es mucho una canción de amor, pero también la siento media adolescente. Estaba muy inestable en ese periodo, eran altos y bajos… quise hacer alusión a esto de sentirse muy vulnerable a que algo pase en términos emocionales y destruirse por completo, y a la vez estar seguros materialmente; en condiciones de privilegios, contar con una casa, una red de apoyo. Esa dicotomía de lo que pasa dentro de uno mismo y lo que sucede fuera. Por eso siento que el final estalla, trato de replicar ambas energías, de sosiego y la otra más explosiva.

Cuentos añejos

Yo soy muy fanático del rap y de hecho tengo algunas maquetas de canciones hip hop. En esta me di el lugar para mixturar un poco. Estaba empezando mi primera relación y supongo que de ahí afloraron muchas cosas. No me gusta el binarismo que utiliza Lacan o Freud, con el lado femenino o masculino de las cosas, independiente sea uno hombre o mujer, o entremedio. Pero bajo la mirada Lacaniana, se podría decir que yo estaba en busca de esas dos energías. Buscando un lugar en ambas energías, no sé, teorizando sobre mí mismo… La verdad, no sé muy bien de qué habla la letra, lo que sí creo saber es que el rap, al menos de la tradición que yo ingresé, es una energía muy masculina: altanero, de levantar el pecho. Entonces la posición que tomo es desde la seguridad, esas son las instancias del hip hop en donde me apropio de un personaje, como David Bowie. Me gusta la volá funkera que tiene.

La impaciencia

Es un himno a la ansiedad. Era una cosa muy repetitivo que se estaba dando. Lo veía como algo natural, y a través de la canción pude ver que es, más que ser inherente a mi persona, es ajena a mí. La impaciencia y la ansiedad son emociones, entonces el aprender a reconocerlas y nombrarlas, como entes que me llegan y que no son tan naturales, sino que uno se lo genera. Hay una búsqueda sin querer haciéndolo. Autoobservación. Esta fue una de las canciones que venía de un proyecto de Tomás Preuss (Prehistóricos), lo conocí a principios de 2017. Estábamos trabajando en un proyecto que no se concretó, él me influenció mucho sí, es muy sabio. Y Matías Mardones, el baterista de Camila Moreno, hizo la batería y me gustó mucho… En ese momento lo pensé como un machitún, como para sacármela. Pienso en esos rituales de la lluvia…

Convicción

Es una forma de hacer paz con esta visión de un cabro de 16 años. Fue escrita en el 2011, creo que fue alrededor del acontecer social de esa época, el movimiento estudiantil y yo iba como en tercero medio. Me gustó llevarla al disco porque es súper emocional. Es un poco personal, pero no me gusta caer en sitios cristalizados de la política. Creo que se puede tener claridad y quería expresarlo, desde el lugar de privilegio que tiene uno, de enunciación, de donde uno puede decir las cosas. Tomás Pérez (La Salitrera) conocía la canción porque habíamos grabado la batería en su estudio y cuando la íbamos a botar, él la tomó. Él la refrescó. Me gusta porque es una de las pocas canciones que tiene una visión colectiva. No me gusta eso de hablar por otros, creo que es irrespetuoso. Aún así, logré compartirla con el Benja (Walker), conversamos, y fue muy lindo ése proceso porque hizo suyas mis palabras. Por eso también encuentro lindo que él parta cantando. Se entremezclan autorías, como las canciones infantiles. Siento que socialicé la canción. Es un cantautor que admiro y con el cual me identifico mucho.

La distancia

Esta tiene un tintineo que corresponde a la atmósfera que le dio Javier Barrías, quizás lo que él leyó en la canción, es como su voz. Es una de mis favoritas, porque logré conectar súper bien la incertidumbre a esos minutitos de canción. Hablo sobre una relación en la que la otra persona se fue muy lejos y además de sentir ese choque, esa angustia, también había celos de que esa persona estaba progresando y yo no. Es amor y despecho, una sensación muy oscura… Siento que es como irse tan adentro en uno, que parece que estoy hablando con los demás. Quizás suena hippie. Mientras más adentro uno se va, más se parece al otro. Puede parecer contradictorio, pero así lo siento. Es puro arrojo, puro desprenderme, no estoy pensado en el otro. Es muy fuerte lo que me pasa. También quiero hacer mención al Cello hecho por Polét Gallardo. Le quedó muy lindo, le da su toque.

Seas

Es del 2013, y otra de las que grabé junto a Tomás Preuss. Él me dio consejos en cuanto a la voz. Yo la cantaba muy fuerte como Mon Laferte, y él me dijo menos Mon Laferte, más Elliot Smith, más susurrado, así respetar la intimidad de la canción. La letra me recuerda a Francisco Victoria. No sé si él es tan pragmático, pero tiene que ver con esta sensación adolescente de amor imposible, o sentir una atracción muy fuerte que no se puede concretar. Se llama así por esa fantasía, por lo que quiero que seas. Algo que me pasa es que me crié en un en torno… la ciudad, bueno, Chile, que es muy machista y… encuentro bacán que en esa época en la que yo aun no tomaba conciencia del machismo en sí, cómo me estaba afectando muchas cosas de mi vida. Casi como una vía de escape estaba haciendo estas cosas, encontrando la sensibilidad en un espacio medio permitido. Pude expresar mi mundo. Por eso la encuentro un tesorito de esa época. Me gustaba alguien de mi curso y me imaginaba que yo también le gustaba. Pensé en eso de las guaguas, el egocentrismo, me tienen que dar esto. Me costaba tanto aceptar le rechazo que tuve que invitar un mini fantasía en donde ese rechazo no existía. Hay una parte A, que es la voz de él y una parte B. Esa soy yo, donde digo “estas ganas de querer, estas ganas de gritar”… como estas ganas ser sensible frente a un otro.

Pajaritos

Es una pieza instrumental que pensé evocando a la estación Pajaritos. Cuando yo estudiaba, el tramo era Rancagua, Santiago y Valpo, y no siempre llegaba allá, a veces me quedaba en Santiago, donde mi pareja. Y era rico llegar ahí, sus papás eran bacanes. Me sentía acogido. Es una sensación calurosa y eso trato de hacer con la canción. También la hice instrumental como una especie de ejercicio. Cuando estudiaba música  y entré en el mundo intelectualoide, me di cuenta de que había hartos quehaceres artísticos. Esto fue una pizca de esos diversos mundos (como el de la improvisación) en los que me gusta coquetear. Estaba con el Moa, el segundo guitarrista. Ambos nos metimos en la canción y cuando terminó, desperté. Fue lo más grande de la vida, el salir de uno mismo. Te vas en la música y eso sentí en esa toma. Me gusta este cierre porque es lo contrario a un climax, es cerrar casi en silencio. Tiene que ver con una cosa enérgica, algo que empieza fuerte y luego baja. Aparece también el disco de Chini and The Technicians “Arriba es abajo”.

Puedes escuchar “Heterónimo”, el disco debut de Nico Carreño aquí:

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