Confieso que nunca he sido muy fan de lo acústico. Me gusta la electricidad y cierta sofisticación del formato más minimalista que surge de lo “desenchufado” me quita el entusiasmo. Por eso, cuando supe que Los Bunkers harían su primer MTV Unplugged, la idea no me animó mucho. Mi fan interior pedía el CD doble con los shows del Estadio Nacional o algún souvenir similar, con un sonido enorme que sonara fuerte en mis audífonos. De todos modos, el resultado de esa presentación, que fue emitida por Chilevisión y se lanzó en múltiples formatos, me pareció interesante.
El pasado 14 de febrero, vi al quinteto (con formación ampliada al sumar músicos invitados) en su paso por el Enjoy Coquimbo, en el marco de la extensa gira que llevará toda la experiencia íntima que realizaron ante las cámaras, con fechas agendadas hasta ahora en varias regiones de Chile y México. En esas dos horas lo entendí todo y fue mucho mejor que lo visto por televisión.
Desde temprano la sala lucía completamente llena. El cartel de Sold Out se colgó varias semanas antes y muchos eran los adolescentes que no aguantaban las ansias de que comenzara el espectáculo. Para algunos, era su primera vez. Otros ya tenían la camiseta de alguna fecha anterior. En paralelo, el club de fans Bunkerlandia repartía hojas entre las sillas con frases románticas de canciones del grupo, como parte de una dinámica que se haría visible en “Canción para mañana”. Más allá de que haya sido el Día de los Enamorados, el evento parecía ser algo muy especial.
Si bien, la sala de conciertos de un casino no parecía el lugar más apropiado (en comparación al hermoso Teatro Municipal de Viña, donde se inició el tour), la estructura del tour parece ser apta para cualquier tipo de recinto, con su decoración de sacos de harina y café, candelabros y los instrumentos instalados tan cerca unos a otros, como si fuera una sala de ensayo.
Tras una playlist con espíritu afín a la noche, con hits ajenos en formato acústico, los acordes de “Charagua” de Inti-Illimani dan el paso para apagar las luces y que comience todo con una encendida versión de “No me hables de sufrir”, la cual sintetiza parte de la dinámica del show: son los mismos Bunkers de siempre, con la comodidad de estar tocando casi en un living y sin los chiches eléctricos que vuelven todo más complicado.
En las dos horas de presentación se vio a los músicos compenetrados, inspirados, entretenidos al lucirse con sus instrumentos de palo. Mucha complicidad y chistes varios, con la espontaneidad que se echa en falta en el registro de MTV. Quizás, al verse despojados de pedaleras y recursos tecnológicos, más el apoyo de los tremendos músicos que los acompañan en esta gira (aplausos especiales para Carmen Ruiz y el hiperactivo Martín Benavides), Los Bunkers pueden dejarse llevar para vivir una experiencia nueva, más conectada con sus orígenes como músicos, y disfrutar de su propio legado con esa comunión que se logra siempre cuando las canciones están en su estado puro.
Bajo ese criterio, el repertorio brilla con la mezcla de hits, novedades y covers. A los 20 tracks del Unplugged se suman algunas que se echaron de menos, como “Entre mis brazos” y “La velocidad de la luz”, con bellas arreglos, y “La exiliada del sur”, donde Carmen y Cancamusa unen sus voces en el último verso del tema. Además, se agregan “Me muelen a palos”, que nunca había sonado tan divertida como en este tour; “Una nube cuelga sobre mí donde Álvaro López suele sorprender con un títere de Juan Carlos Bodoque; y “El ruido de las cosas al caer”, que tiene su lugar bien merecido en el setlist del tour.
Así, esta Gira Acústica surge como una inesperada luz en la ruta de Los Bunkers. Una buena forma de superar el difícil paso de la vida-después-del-retorno y poner en perspectiva el estado actual del grupo. Las canciones de Noviembre, el último álbum a la fecha, tienen una nueva oportunidad de ser apreciadas por su público, el mismo que también ha recibido con los brazos abiertos a Cancamusa como parte de la banda.
Las dudas sobre un futuro próspero quedan despejadas con un show dinámico y macizo, con un grado de intimidad ideal para bajar de la grandilocuencia que fueron los recitales del tour “Ven Aquí”. Una suerte de caravana itinerante que sorprenderá a quienes los vean en estos próximos meses, sea en regiones o en una de las 25 fechas en el Nescafé de las Artes.