Por Ignacia Aránguiz Oro y Patricio Pérez
En un domingo de sol y sombra, el Viña Rock Festival hizo de la quinta región una fiesta familiar. Con un lineup que dejó entrever parte importante de la escena nacional de rock, albergó en el anfiteatro de la Quinta Vergara fanatismo, euforia y por supuesto, mucha música.
Juani Mustard: La energía local que abrió el festival
Puntual en su llegada y con la animación de la conductora chilena Rayén Araya, Juani Mustard se tomó el escenario. Estaba anunciado como banda local, y con el sol en su peak, fue el encargado de sumar nueva energía al repertorio del festival.
Los primeros asistentes ya se tomaban las calles de Viña del Mar, que desde temprano tuvieron los accesos reservados para el importante evento, tiñendo gris y negro las calles con poleras de bandas de rock y chaquetas de cuero para una noche que prometía coronar a lo grande con Los Bunkers.
El show de Juani Mustard duró aproximadamente unos veinte minutos, que introdujeron a la audiencia una nueva propuesta para la escena viñamarina. Autodenominado punk-folk, este proyecto pretende reunir elementos disruptivos. Sin duda una sorpresa para quienes esperaban los clásicos a todo sol.
Frank’s White Canvas: Desde Alemania a su tierra natal
Avanzando la tarde, la ciudad jardín se tiñó de rojo con la llegada de Frank’s White Canvas, el dúo radicado en Alemania que reúne a las chilenas Karin Aguilera y Francisca Torés. Encargadas de prender a los primeros asistentes, hicieron a La Quinta vibrar desde el inicio. Con gráficas psicodélicas, el Viña Rock Festival ya presenciaba el agradecimiento de los fanáticos que gritaron y corearon a todo pulmón.
El calor no impidió la llegada de los primeros aplausos, palmas y gritos de entusiasmo. Aunque aún medio vacío, el anfiteatro se recargaba de la energía contagiosa de los seguidores. La banda, con repertorio completo en inglés, ganó la ventaja, saludaron al público, y agradecieron al equipo.
La voz principal de Karin Aguilera fue removiendo de a poco el aire, haciendo un trabajo impecable en conjunto a Francisca Torés en percusión. A polera puesta, con grandes letras “FRANK’S WHITE CANVAS” un seguidor se atrevió a corear cada uno de los temas de principio a fin, entrenando al resto de los asistentes en lo que estaba por suceder el resto de la jornada.
Rodillas moviéndose al compás, y melodías que recorrieron parte de la discografía del dúo. Con el décimo aniversario a la vuelta de la esquina, Frank’s White Canvas no pudo dejar de agradecer al público viñamarino -con algunos infiltrados viajeros-. Un homenaje al paso del tiempo y al poder de la música que sigue reuniendo generaciones en la ciudad jardín.

Llegan los Brujos: La magia de Kuervos del Sur
Con una quinta casi llena, empezamos a respirar al ritmo de la energía de un público acomodado entre los últimos puestos con sombra de galucha. El anfiteatro comenzó a cobrar vida y una brillante expectativa se transformó en grito colectivo. El rock de raíz está por tomar el escenario: llegaron los brujos Kuervos del Sur.
La multitud impaciente y ansiosa, comenzó a corear con fuerza cada una de las notas de una escena completa. La jornada inició con la afinación de cuerdas, mientras Jaime Sepúlveda -a pesar de llegar en proceso de recuperación-, se adueñó del escenario con una presencia magnética. Sonrisa en cara, llegó la magia a Viña.
En los primeros asientos, una pareja de pie coreó de principio a fin las canciones, mientras ondeaban una bandera símbolo de su pasión por la banda. Más tarde sabremos, entre risas, que Kuervos del Sur es parte de su playlist de amor.

Los seguidores escucharon su instinto, ¿cómo no?, si estamos en el bosque. Levantaron los brazos en un ritual colectivo, el sonido de tres cuerdas, teclado, percusión y voz que en su energía envuelve a quienes fueron a disfrutar del rock. La Quinta se sacude ante una flauta, elevando la frecuencia del ambiente. La mezcla de sonidos guturales, sumados a un folk que evoca el misterio de un trance.
Este evento acoge a todos. No importa la edad ni el origen: desde los jóvenes aprendices hasta los fieles que han acompañado a Kuervos en su viaje a lo largo de los años. La banda anunció la celebración de los 15 años de su primer disco, que vio la luz en 2009. Acompañados, cantando y celebrando como si el tiempo se suspendiera.
El homenaje sigue y suena “Porvenir”. Una experiencia de palmas en el aire y manos con forma de aplauso. Una galería completamente llena canta “La Caravana” y el cielo se acerca. Kuervos cerró el círculo: música, público y espíritu fusionados en un solo latido.
Lucybell: Tres décadas de historia
Lucybell se hizo paso cuando el sol daba sus últimas luces. Lo del trío ya es parte de su oficio de tres décadas de historia: saben que con sólo sonar bien, ya tienen al público ganado.
Se van unos y entran otros. Así es la escena, pero no con ellos, el sol cede su espacio a la noche y las luces del escenario marcan la tarde ondera. Suena “Ave Fénix” y todos resurgimos de las cenizas, nos devolvemos a la vida.
Material y potencia les sobra. Por eso, son capaces de comenzar un show con su último single, “De este amor no sabrás huir”, uno de los temas que serán parte de Sesión 3000, disco en vivo con clásicos más creaciones inéditas que planean lanzar próximamente.
Luego dejaron lucir hits y temones de todas sus épocas, como “Luces no bélicas”, “Tu sangre”, “Solo crees por primera vez”, “Ver el fin” y “Mataz”, logrando la mayor comunión con el público de la Quinta con las baladas “Carnaval”, “Milagro” y “Vete”.

“Mírame directo a los ojos”, Lucybell nos desafió y de inmediato una pista de baile se abrió en el anfiteatro casi lleno. Las primeras filas, ya completamente de pie, se entregaron por completo, moviéndose al ritmo de la nostalgia.
Aunque el show culminó a eso de las 20:15, el público no tenía suficiente. En el clamor por más suena “otra, otra”, resonando en el espacio. La banda, sin pensarlo, nos regaló un último impulso de energía, porque como bien dicen “podemos seguir cantando y terminar cantando también”.
La muerte que nos esconde: El cierre de Los Bunkers
El broche de la noche estuvo a cargo de Los Bunkers, ¿qué más queda decir sobre ellos?: clásicos. Después de tantos años de historia, la banda penquista sigue siendo de las principales fuerzas para la escena chilena, y esta noche en la Ciudad Jardín, dejaron claro su legado.
¿Tenemos razones para pedir perdón? Tal vez quienes se habían perdido de las últimas de su carrera. Abrieron su set con el enérgico “No me hables de sufrir” y una Quinta Vergara llena no dudó ni un segundo en levantarse de sus asientos.

La galería en un solo cuerpo, y la voz unidas retumbando a lo largo y ancho de nuestra travesía por el bosque. La nostalgia y emoción desbordante en cada canción.
Tal como lo habían anticipado -y sin contar su próxima fecha en Rapa Nui-, con este show en la Ciudad Jardín el quinteto se despedía por un rato de los shows “eléctricos”, un mensaje ni tan entre líneas sobre una eventual presentación de su Unplugged que estrenarán el próximo 12 de diciembre en cines y plataformas digitales.

Con esta máxima, el grupo aprovechó todo el voltaje de sus equipos en su setlist, tocando “Si estás pensando mal de mí” en su versión original, sacando chispas en “Ahora que no estás” y “El necio”, además de desempolvar “Sur”, uno de los tracks de La Velocidad de la Luz que pasó 10 años guardada en el baúl.
Un sonido abrasivo sacó chispas en un público fiel que viajó de todos lados del país para ver a la banda.
Mención aparte, la emotiva versión de “El derecho de vivir en paz” que volvieron a interpretar con el apoyo de Víctor Jara desde las pantallas y que sólo fue parte de sus dos shows en el Estadio Nacional, y la recuperación de “Y volveré”, el clásico eterno de Los Ángeles Negros que Los Bunkers solo han sumado en sus vueltas por México en estos años.

Los Bunkers ya son un clásico de ayer y hoy, dotados en sus últimos proyectos de una reinvención de imagen que los ha catapultado a uno de los mejores momentos en su carrera. Esta vez cerraron la noche con éxito rotundo, un “lujito” dirían algunos. Para despedirse sonó “Miño”. Cancamusa brilla en las luces. Álvaro, Gonzalo, Mauricio y Francisco.
El Viña Rock Festival nos trajo devuelta, más acá o más allá no importa, solo sabemos que A la velocidad de la Luz.