Bremen (2024) de Ases Falsos: los animales nunca se equivocarán

Desde el Teatro Cervantes de Valdivia

Cuando en 2021 los Ases Falsos anunciaron la grabación de su primera película, la apuesta sonó incierta: todo podía pasar. Cristóbal Briceño, a través de diferentes videoclips de escaso presupuesto, había aprovechado de plasmar su faceta audiovisual entregando ciertas imágenes que complementaban la estética de sus canciones. Así comenzó una recaudación que contó con el dinero propio de la banda, el apoyo de los fanáticos y, una tarea que, de no ser por el aislamiento de los años de pandemia, no habría tenido el tiempo que le faltaba para escribir lo que sería su primera película.

La producción salió a flote y este 2024 —mientras, realizan su última gira —Bremen es el punto de partida de esta despedida, donde el frontman asume el rol de guionista y director, entendiendo las complejidades presupuestarias y condiciones que significa levantar una historia de 90 minutos.

 

Bremen se inspira en el relato homónimo de los Hermanos Grimm de 1819, donde cuatro animales prontos a ser sacrificados escapan de sus hogares, y que, por razones del destino, terminan juntos buscando ese paraíso donde al fin dejarán atrás los dolores del pasado. Los roles principales recaen en los miembros de la banda: un burro, interpretado por Daniel de la Fuente, que se une a un perro (Simón Sánchez), un gato (Francisco Rojas) y un gallo (Cristóbal Briceño), mientras que el resto de los personajes fueron asumidos por el leal grupo de colaboradores presentes desde los inicios del grupo, que se remontan hace más de una década, entre ellos Pía Vargas (exencargada de prensa) y Leonardo Osorio.

La trama busca resumir la filosofía del cuento germano que le da el título a la película, mezclada a la distancia con el propio periplo de llegar a ser una banda de música reconocida en el escenario nacional. Dicha filosofía se expresa a través de canciones, hitos referidos a los desafíos que se enfrentaron como equipo, denotando lo que ha significado para el grupo de amigos crear himnos que suenan por todo Chile.

La película parte desde una sala de clases de derecho político en la locura de un profesor, pasando desde lo corriente a lo onírico, para ambientar locaciones en el campo chileno y lugares emblemáticos de Santiago. No obstante la desconfianza de los novatos actores y actrices (o la falta de ensayo declarada por Briceño) la historia se sostiene y pervive gracias al entusiasmo y cuidado de ellos; el mensaje que logran transmitir mientras viven situaciones peligrosas buscando un camino que parece no llegar, a medida que viven el hambre y la incertidumbre, logran no perder el objetivo de hacer lo que desean y brillar a través de su música, que es lo que más disfrutan hacer.

Una fábula que busca educar a niños y niñas es la excusa para esta definición de valores donde Bremen no es el destino, como en el arte podría ser la fama y la gloria, sino el propósito. El hacer música deviene en encontrar personas igual de incomprendidas, por lo que, ante esta dura necesidad de expresar el arte en un mundo donde se espera que todo se convierta en moneda, hacer una banda pareciera no tener sentido.

 

Pese a que en Bremen no se observan grandes actuaciones, así como en la música las cosas no suelen estar a simple vista, ¿cómo es que entonces el ser humano logra sentir identidad y empatía con ambas expresiones? Luego de conjugar la presentación de esta película y el concierto del adiós, se comprende sin remedio que el arte tiene un lenguaje propio que cobra vida a través de las individualidades, siendo capaz de expresarse en conjunto, y es por eso que logra movilizar a masas. Ases Falsos lo ha logrado. Sin ir más lejos, la composición derivada del disco presentado aquella tarde, Juventud Americana (2012), hace el repaso por aquella adolescencia incomprendida y soñadora, aterrizada en un país autodenominado como el “jaguar de Sudamérica”, en el que se continúa admirando las Europas por sobre las Américas, encontrándose jóvenes ya cansados del humo, optando por un crecimiento in vitro, observando lo que se tiene más próximo para alimentar el desarrollo personal y humano, atesorando, al menos, el tener una identidad propia.

Eso ha podido ser Ases Falsos con el pasar de los años, porque siempre han respondido de otra forma a las exigencias de la industria, pero en su forma. Aunque no cabe duda que esto podría ser una idea rebuscada en una película que solo quiere hacer reír, y en la que sus propios integrantes se divirtieron una vez más, solo que en esta ocasión fue desde otro escenario.

El mensaje de la película es reforzado por canciones originales y la banda sonora de Rojas. A ello, durante el transcurso de los minutos, abruptos cambios de escena, chistes sin sentido —que descolocan al espectador— y una serie de guiños a la cultura pop, que pasan desde Roberto Bolaño, Leo Dan, Caperucita Roja, hasta ciertas burlas a la identidad chilena, que no hacen perder de vista el mensaje entrelíneas.

En Bremen (que continúa en edición con miras de su estreno definitivo en festivales) destacan las interpretaciones de Hermes Villalobos por el resto de sus compañeros, Simón Sánchez, Leonardo Osorio (mánager del conjunto), junto al preponderante rol de Freddy Soto y la productora Arrecife, contando con logradas tomas y una fotografía que mantiene la estética de la banda.

En un plano quisquilloso, se podría decir que Bremen hace meta arte y genera un cierre idóneo con lo que han sido los Ases Falsos, tanto para sus integrantes como para sus fanáticos, pensándose que la película y el disco debut son dos hojas de una misma raíz. Inicio y desenlace de una obra que ya había hablado desde la sinceridad del cosmos y que los animales nunca se equivocarán en su rol protector.

Se apaga el proyector y a lo lejos comienzan a sonar esas canciones que hicieron a un grupo de fanáticos exigirles más, tanto que terminaron explorando nuevas formas de hacer arte. Y eso es lo que queda.

Título: Bremen
País: Chile
Idioma: Español
Género: Ficción
Duración: 109 min

Dirección y guion: Cristóbal Briceño
Producción ejecutiva: Pedro Pineda y Cristóbal Briceño
Producción general: Leonardo Osorio
Asistencia de producción: Pía Vargas, Macarena Carreño, Ohian Ubiergo
Director de fotografía: Fredy Soto
1AC: Álvaro Mesías
2AC: Julián Medina
AD: Diego Jorquera
Gaffer: Juan Maturana
Eléctricos: Fernando Estrada, Norton Silva
Montajista: Ohian Ubiergo, Diego Jorquera y Cristóbal Briceño
Sonido directo: Felipe Hernández
Asistencia de sonido: Alberto Villarroel
Locacionista y data manager: Leonardo Osorio
Coordinadora de distribución: Nicole Bonilla
Distribución streaming: Macarena López

Casting: Cristóbal Briceño
Vestuario: Viviana Hormazábal
Segunda unidad: Felipe Herrera, Giorgio Morelli, Lautaro Ruminot y Nadia García
FX: Eva Martínez y Esteban Vidal
Post producción de audio: Felipe Hernández
Post producción de imagen: Diego Jorquera
Música original: Francisco Rojas y Cristóbal Briceño

Traducciones y subtítulos: Valeria Castro

Produce: Ases Falsos y Arrecife Studio
Año estreno: 2024


Reseña escrita a cuatro manos en conjunto a:

Vanessa Ballesteros Brevis (Temuco, 1995) Abogada de la Universidad de La Frontera. Escribe a menudo en servilletas, pieles, y a veces en diarios.

Ricardo Olave-Montecinos (Temuco, 1997). Poeta y periodista. Ha trabajado en medios como Culto en La Tercera, LaRata.cl o El Austral de La Araucanía. Publicó Enclaustro (Tortuga Samurái, 2022), su primer poemario, recientemente traducido al francés. Actualmente vive.


 

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