La intensa lluvia en la ciudad penquista no fue impedimento para la llegada de cientos de fanáticos que a la espera de un reencuentro con el pasado se dieron cita en el Espacio Marina. Un reencuentro que uniría a más de una generación con la icónica banda argentina, Virus.
La noche prometía más de un sentimiento, bastaba con tan solo ver el ambiente previo a que aparecieran los protagonistas en donde todos los presentes disfrutaron y corearon a todo pulmón hits como “Estrechez de corazón”, “Prófugos”, “Tren al sur” y “Hablando a tu corazón”, transformando aquel lugar en toda una pista digna de los 80.
Ya a las 21:30 y tras una ansiedad visible, Virus salió entre gritos y ovaciones, reacciones que a los segundos explotaron aún más al oir “Sin Disfraz”. Luego le siguió “Tomo lo que encuentro”, “Lugares Comunes” y “Pecados para Dos”, disfrutando de gran parte de los éxitos de uno de sus discos más queridos: Locura.
La noche fue avanzando y la conexión era notoria entre el público y aquel grupo que cosechaba más de cuarenta años de trayectoria, y que tras un receso y dificultades por la pandemia por fin pisaba nuevamente tierras chilenas con la presencia de tres de sus fundadores en el escenario: Julio Moura, Marcelo Moura y Mario Serra.
La melancolía también formó parte de la noche cuando sonó “Dicha Feliz”, canción que no fue cantada por ninguno de los presentes sino por “un amigo nuestro y suyo” como declaró Marcelo, dándole paso un joven Federico Moura que se dejó ver a través de la pantalla, envolviendo a todos los presentes en una intimidad única al recordar al talentoso ex vocalista que falleció en 1988.
“Nosotros les compusimos una canción cuando él estaba ya en sus últimos días y bueno, obviamente es muy fuerte, pero, además, él escuchó la canción de todos sus amigos que lo despidieron”. comentó Marcelo a la orilla del escenario antes que sonaran los primeros acordes de “Despedida Nocturna”.
Pese a que la fiesta estaba en su máximo punto, tras veinticuatro canciones el show llegó a su fin cerrando con “Luna de Miel en la Mano” y “Carolina”, concluyendo aquel encuentro que demostró la vigencia de esos pioneros del new wave y la fidelidad de un público que de seguro los esperaría toda una vida y con locura.
