Grabada en plena pandemia, la película de Netflix nos traslada a una casa en medio de la nada, en la que un director de cine y su novia se ofenden mutuamente. Se cuestionan, además, los aspectos que rodean a la industria cinematográfica actual.
Malcolm (John David Washington) es un joven cineasta afroamericano. Acaba de estrenar su película, la que retrata las dificultades de una joven drogadicta. Al parecer, todo ha sido un éxito. Las alabanzas de periodistas y cercanos lo dejan con nada más que las ganas de celebrar en la intimidad de su hogar. Pero la tensión se deja ver apenas llega a casa junto a su novia, Marie (Zendaya). Ella está molesta por algo y, a lo largo de 106 minutos, él intentará descifrar por qué.
El filme es dirigido por Sam Levinson, reconocido por dar vida a Euphoria, la serie de HBO sobre adolescentes que también es protagonizada por Zendaya (quien, además, en ambas producciones representa personajes que lidian con la drogadicción). Con un reparto de apenas dos actores, la película se grabó en plena pandemia del Covid-19, en el clásico formato 35 mm. El blanco y negro, sumado a la música original compuesta por Labrinth, crea una atmósfera que permite disfrutar cada detalle.
Una vez que llegan a esta casa en medio de la nada, Malcolm y Marie se despojan de las apariencias que caracterizaron el estreno de la película. Por un lado, Malcolm se desahoga con respecto a la búsqueda de los críticos de cine por descifrar cada aspecto de las películas. Por otro, Marie comienza a demostrar su malestar con Malcolm, quien no la reconoció por todo su apoyo entregado en la producción de la cinta.
Lo que en un principio parece ser un gran logro en la vida del protagonista, deriva en un dilema sobre la subjetividad del cine. El cómo la opinión de los críticos suele definir la mediocridad del director en cada una de sus producciones pone en duda la seguridad de Malcolm. Los comentarios de Marie sobre cómo la película podría haber sido mejor también lo atormentan. Del mismo modo, la aparente relación ejemplar de esta pareja también entra en su peor crisis.
Así, la discusión escala a tal punto que ambos se dicen cosas imperdonables. El hogar que los acoge, aislado de la ciudad y de todos, se convierte en su propio mundo, el que minuto a minuto está a punto de derrumbarse. Los momentos de tensión solo se ven pausados cuando salen al exterior a despejarse, en una aparente calma que pronto se volverá a desvanecer.
La vida privilegiada de Malcolm es sacada a relucir por Marie. Actriz retirada, enfrentó la drogadicción y la falta de recursos económicos durante su juventud. Es esta finalmente la raíz de su enojo, ya que Malcolm habría robado su historia para apropiarse de sus emociones, quien se niega a reconocerlo. En una lucha de egos, ambos personajes buscarán tener la razón y demostrar quién es el que más depende del otro. A través de diálogos llenos de furia, Zendaya y John David Washington realizan un trabajo impecable.
El cine afroamericano, el inherente aspecto político que acarrea, la visión masculina y la sexualización femenina son algunos de los cuestionamientos que se plantean en el largometraje. La visión femenina de Marie se contrapone a la visión masculina de Malcolm y su forma de representar a la protagonista de su película, Imani. Así, el filme juega a ratos con la metaficción y hace referencia a los mismos aspectos que le dieron vida.
Sin un hilo conductor más que la conversación entre esta pareja codependiente, Malcolm & Marie resulta atrapante principalmente por su espectacular guión (que fue escrito en una semana) y una fotografía que destaca la belleza de cada elemento de este lugar aislado. A partir de lo que podría ser una típica discusión subida de tono, las reflexiones sobre la vida en pareja y el rol del cine en la actualidad son capaces de cuestionar las propias perspectivas del espectador. Para los amantes de un drama lleno de citas inolvidables, sin duda esta película puede convertirse en una de las favoritas del año.