Historia de un matrimonio: alguien que me conozca demasiado

Están casados, son felices junto a Henry, su único hijo, y triunfan en la escena teatral de Nueva York: él maneja todo desde la silla del director, ella desborda desde el escenario. Dentro de sus complejidades y diferencias, han sabido complementarse a lo largo de los años. Hasta que todo se convirtió en un recuerdo.

Así conocemos a Charlie (Adam Driver) y Nicole (Scarlett Johansson): junto a una terapeuta, rememorando los mejores momentos de cuando eran un matrimonio, para hacer más llevadero un divorcio que está a punto de desatar lo peor (y mejor) de cada uno. Mientras todo lo que Charlie ama a de Nicole nos pinta un espejismo de la relación perfecta, lo que ella ama de su ex pareja está estancado junto a una rabia que pronto hará mella en una separación que soñaba con ser civilizada.

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¿Se acaba realmente el amor? ¿Es cosa de dejarlo morir o luchar por transformarlo en otra cosa, en hacerlo mutar hacia un nuevo sentimiento? En “Historia de un matrimonio”, los protagonistas deben enfrentarse al golpe de un amor que ya no es como antes, en un sentimiento que los aplasta y del que, a manotazos de ciego, comienzan a defenderse. Y lo hacen cada uno por las suyas, con recursos que jamás pensaron utilizar, porque ya no son un matrimonio, no son un equipo. Ya no saben qué son.

Bajo la dirección de Noah Baumbach, “Historia de un matrimonio” no busca culpables. No juzga las decisiones de Charlie y Nicole, ni busca malos o buenos en esta historia de amor sobre un divorcio y lo que encuentras cuando pierdes algo.

Quizás son las expectativas, la rutina y el silencio a quienes podemos sindicar como “villanos” de esta historia, que hicieron de las suyas contra un matrimonio que dejó de amarse como pareja, pero no dejan de hacerlo completamente como personas y padres que buscan lo mejor para su hijo.

Además de las celebradísimas actuaciones de Adam Driver y Scarlett Johansson, cuyos nombres no sorprenden al aparecer entre los nominados de las principales ceremonias de premios, el film de Baumbach encuentra en Laura Dern, una feroz abogada de divorcio, un rol espléndido para soltar las tensiones que causan las interacciones de los protagonistas en plena batalla legal por la tuición del pequeño Henry.

Por otro lado, la banda sonora creada por Randy Newman (compositor ícono de varias películas de Pixar y creador de “You’ve Got a Friend in Me” de Toy Story) pone los precisos toques de dulzura y emotividad en una trama que solo crece con cada minuto.

“Historia de un matrimonio” es una película que así como te levanta (o al menos, te mantiene a una altura razonable), te azota con dolor contra el piso. Como ocurre una noche en que Charlie visita junto a Henry la nueva casa de Nicole: él ayuda con un desperfecto hogareño imposible de descifrar para el personaje delicadamente interpretado por Johansson; ella, como en los mejores días de relación, corta la abultada cabellera de él.

La comodidad, la intimidad y la familiaridad están ahí, pero ese ya no es su hogar, la tuición compartida manda y esa era la noche de Charlie. No puede quedarse, su matrimonio se convirtió en una nueva relación que mezcla cordialidad y frustraciones a la que hay que poner límites. 

Así ocurre cuando, al final de la noche, acarrean juntos un pesado portón; ella para quedarse dentro de su nueva casa, él para quedarse afuera. El portón que se interpone entre ambos es el nuevo escenario en el que deben desenvolverse, uno que él ya no dirige y en el que ella no puede actuar. Por ellos mismos y por su hijo, deben caminar en la misma dirección, acarreando las mismas responsabilidades y culpas, con una muralla que tenga la altura suficiente como para separar sus vidas, pero también para saber lo que ocurre de cada lado.

“Historia de un matrimonio” cierra en una nota esperanzadora, no sin antes hacer gala de la vulnerabilidad más pura, personificada en el karaoke de “Being Alive”. Un Adam Driver que se luce y que encuentra en versos como Siempre estaré ahí, tan asustado como tú, para ayudarnos a sobrevivir, el catalizador para asumir su nueva vida que sigue.

Porque en la salud o en la enfermedad, en las buenas y en las malas, como casados o divorciados, la vida sigue.

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