Tata Barahona en Teatro Ñuñoa: una analogía a la vida misma

Pedro “Tata” Barahona presentó por primera vez en vivo “Retratos” en el Teatro Municipal de Ñuñoa. Feliz ante la idea de tocar en un escenario de tal magnitud donde todas las butacas se encontraban ocupadas para verlo solo a él, y sumándole a su show la compañía del conjunto LSD. El tata y compañía pudieron llevar a cabo el “nacimiento” oficial de su sexto trabajo de estudio de la forma más exitosa y familiar posible, causa de la tierna acogida mutua que se percibió tanto del público como de él mismo.

Porque para un lanzamiento más dentro de la trayectoria del músico, no se necesita de estrafalarios ni rimbombantes efectos para realizarlo, sino que por el contrario, bastará solo con la cálida presencia del personaje más la guitarra. Y el fuerte vínculo más la amistosa comunicación y por supuesto que todo el talento musical fluirán como si nada para generar un todo sostenido por los intrínsecos aires del músico.

Y es así como desde que las luces del salón se apagaron a las 21:05 de la noche que se pudo comprender cómo se darían las cosas. El cantautor, acompañado del grupo de música medieval y teatro Calenda Maia ingresaron tocando desde el fondo del teatro desde la entrada general del público encaminados hacia el escenario, como si todos formáramos parte de una comunidad y quisieran hacernos ser parte de la transportación hacia una época pasada. Una vez en el escenario y el Tata con la gaita en sus brazos, el colectivo hace la reverencia final y se cierra el momento con un “cómo no abrir el show con mi cofradía de música y teatro medieval”.

Además, las dedicaciones de temas a familiares y cercanas del músico podían hacer sentir la importancia del momento del cual se quería compartir y sentir el apoyo recíproco. Nada sería lo mismo si no se está rodeado de los que te quieren, y en el caso del Tata, la familia.

 

Porque la vida se mueve por el tiempo a través de momentos que van y vienen. Para no dejarlos ir y que sigan palpables, se retratan. Una parte del corazón del álbum -y del concierto- enseña eso, “Canción hecha piel”, por ejemplo, es una demostración. La canción retrata el amor de padre que sentía el músico cuando su hija mayor tenía tan solo dos años de edad. Y pese a lo frustrante que era que aquella composición no cabía en álbumes anteriores, el músico antes de tocar pudo afirmar entre luces y humo que, “la cariñosa espera ahora fue grata”.

Por otro lado la canción “Lircay”, antes de ser tocada, fue introducida mediante algunas palabras en forma de recomendación para apreciarlas como su autor. “Es como si fuera un paisajista”, dijo el Tata previo al primer acorde para hacer amena la atmósfera.

 

A lo largo del lanzamiento también hubo pinceladas de los hitazos – de estos, “Te vas de mi” fue el primero- porque la contingencia lo amerita. Y “No le entregues el poder” fue de las más coreadas de la noche, incluso algunos estaban de pie. Momentos rebeldes y de cánticos dentro de un espacio donde todos podían expresarse de igual manera, “porque el amor alcanza para todas, todos y todes”.

Cargadísimo en técnica, Tata Barahona tuvo el poder de convertir una noche de mitad de semana en un intercambio de energía donde se pudo transmitir desde su ser más interior hacia el mayor de los exteriores. Nacido para cantar como nunca y con la mayor de las facilidades oscilar con su voz con la cautiva transparencia misma hecha música.

Fotos por: Fabian Bernales(@suspensivofotos)

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