Lo de Pillanes fue una referencia natural en esta noche de sábado: había que aplacar el frío a punta de riffs y más de algún coro pegajoso. No pasaron muchos minutos hasta que el objetivo se cumplió, con la pequeña fraternidad que se formó entre la banda y el público.
En su última cita de los tuvo girando por algunas ciudades y el festival Lollapalooza, el proyecto integrado por los hermanos Felipe y Pablo Ilabaca, Mauricio y Francisco Durán, y Pedropiedra, se mostraron más espontáneos que nunca. Casi como si la explanada de Matucana 100 era el mismo estudio de grabación que los unió en Valparaíso hace un año para dar forma a su disco debut.
No había que mostrarse la suerte entre gitanos. La amistad que los une es la da energía vital al proyecto y lo demuestran en directo, en el que sus canciones adquieren un mayor carácter con cada uno de los músicos mostrando sus trucos.
A seis meses de su debut en vivo, los Pillanes logran crear un buen ambiente con su propio work in progress, como el crecimiento que han tenido temas como “Facho Pobre”, “Loro” y “El mundo es un lugar tan triste”, junto con mostrar adelantos del disco que ya aseguran estar preparando: la instrumental “Chuqui” y otra juguetona canción en la misma línea de “Valparaíso y Concepción” llamada “Sexo, Drogas y Rock&Roll”.
Sumando al repertorio nobles covers de “Lo único que tengo” (Víctor Jara) y “Burning Down The House” (Talking Heads), el quinteto -junto a Ed Quiróz a cargo de la batería y Javi Vinot en coros-, este quinteto cerró su primera etapa como banda que sirvió para refrescar sus carreras.
A diferencia de otros proyectos similares, lo de Pillanes prima la familiaridad y las ganas de compartir lo que cada uno sabe hacer sin presiones, ni exigencias económicas que harían todo el proceso algo forzado. Una amistad musical que, esperamos, tenga una larga vida útil.