Kendrick Lamar en Lollapalooza: La definición de un show arrasador

Intentar analizar objetivamente el show de Kendrick Lamar es algo sumamente difícil. Su presentación fue un espectáculo muy completo y lleno de energía. 

En un repaso de su exitosa carrera, el rapero rompió toda barrera idiomática y cerró a lo grande la primera noche de Lollapalooza 2019. Este es seguramente el cierre de noche más imponente de los últimos años.

El horario dispuesto para la aparición de Kendrick eran las 9:30 de la noche. Con un poco más de media hora de retraso, aparecía en pantalla la historia de uno de sus alter-egos: “Kung Fu Kenny“.

A partir de ahí, el show solo fue creciendo en intensidad. Luego de interpretar tres de las mejores canciones del disco “DAMN.”, hizo un repaso completo por sus grandes éxitos.

El orden del setlist no es al azar y funciona excelente, porque le da a el show un ritmo característico. Fue un balance de sus discos más exitosos. Esto a pesar de incluir canciones que no todo el mundo conoce, como el remix de “Bitch, don’t kill my vibe“.

Puntos altos, eso sí, fueron “HUMBLE.” y “m.A.A.d. City.” Ni una sola persona pudo evitar saltar estas canciones.

El ganador del Pulitzer supo encender al público, a pesar del claro choque de idiomas. En buen o mal inglés, todos terminaron cantando.

La puesta en escena se escapa un poco de lo que se acostumbra a ver en Lollapalooza. El hecho de compartir escenario hace que montar la visión completa de los artistas sea complicado. A pesar de esto, el show incluyó fuegos artificiales, fuego en el escenario (cuyo calor se podía sentir en las primeras filas), y una dinámica de luces y pantallas que ayudaba a darle ambiente a cada canción que el norteamericano interpretaba. 

A lo anterior se le agrega también la presentación de videos en ciertos momentos del show. Videos que sirvieron de pausa (y merecido descanso) para él y para el público. Este material fue capaz hasta de sacar carcajadas. 

Artísticamente, calificar el show de impresionante sería bajarle el perfil. Kendrick Lamar no es el artista que solía ser. Él es hoy el líder de un género que se ha expandido mundialmente y que no deja de avanzar. Es un artista consolidado, y eso se ve reflejado en su propuesta. Tanto él como sus músicos son extremadamente buenos en lo que hacen. Desde la interpretación misma hasta el contacto con el público, todo fue de muy buena calidad.

Tomando en cuenta lo poco probable que es una segunda visita de Kendrick Lamar a Chile, el show superó todas las expectativas que generó. Es poco probable que volvamos a ver un show así de imponente cerrando una noche de Lollapalooza. El rey de la West Coast (y del género, por qué no decirlo) aterrizó en Chile y nos lo hizo saber. Vaya que nos lo hizo saber.

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