“La primera vez vine como un novio y ahora llegué como un abuelo”. En sus propias palabras, Robbie Williams definió el momento que lo trajo de vuelta a Chile, donde pasó de un Estadio Nacional en 2006 a un Movistar Arena en 2018. Sin embargo, ni las diferencias de recinto ni la cantidad de asistentes mellaron lo que sería un show de primera categoría, donde el británico demostró a punta de hits que los años solo han pasado en su carnet.
Fiel a su estilo carismático y bromista, el concierto que trajo “The Heavy Entertainment Show Tour” comenzó con “God Save Our Robbie”, una parodia en forma de himno donde Williams se burla de sí mismo, haciendo guiños a sus momentos más decadentes con el alcohol y las drogas.
Cual luchador arriba del ring -el concepto en el que se basa la gira y cuyas estructuras laterales no fueron parte del espectáculo en Movistar Arena- Robbie Williams sube al escenario del que sería amo y señor durante las siguientes dos horas.
En primer bloque dedicado a la producción que le da el nombre a su gira, sumado “Freedom 90” como homenaje a George Michael, el ex Take That no para de interactuar con el público con miradas cómplices y anécdotas de su vida como padre, derrochando simpatía y una camuflada madurez personal. Pero la mayor participación del público llega en un medley plagado con grandes éxitos de Bon Jovi, Tina Turner, su compatriota Amy Winehouse y hasta recuerdos de su época boyband con “Back for Good”.
Después de eso, el show se convirtió en una metralleta de éxitos, uno tras otro. La ternura de “Somethin’ Stupid” se conjugó con la fiesta que causó “Rock DJ”, además del coro que al unísono se hizo parte en “Feel”.
La última canción que suena de forma íntegra en el show es un cover de “My Way”, original de Claude François y popularizada por Frank Sinatra, cuya letra viene a resumir un espectáculo que al igual que toda su carrera, disfrutamos a la manera de Robbie Williams.
Fotos: Carlos Müller