Call Me by Your Name: Lo trascendental del primer amor

“Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío”, es la frase que comprende la relación imposible entre Elio (Timothée Chalamet), un adolescente de diecisiete años y Oliver (Armie Hammer), el nuevo asistente de su padre que se aloja todo un verano en su casa y lo instala en un viaje de descubrimiento sexual y amoroso.

Alejado de los cánones, el largo film conmueve por la sensibilidad de sus personajes y los simples detalles que te recuerdan constantemente los desafíos de la realidad que posee un melodramático romance.

Sin embargo, lo distintivo de este escenario romántico a otros, es la sensualidad en lugar de una sexualidad plana y los significativos diálogos que no solo logran quebrantar las emociones, sino que también contextualiza todos esos silencios incómodos que deja la cinta. No se demuestra la entrega completa hacia otro, pero sí de cómo nos apreciamos y mostramos hacia el resto.

Por otra parte, la dirección artística de Luca Guadagnino logra cubrir las sólidas actuaciones de los protagonistas, quienes personifican de forma poética la experiencia de un primer amor en los cálidos valles italianos. Guadagnino, además, logra acertar con la elección del soundtrack que incluye la participación de Sufjan Stevens (“I have loved you for the last time”).

Esta intensa historia, inspirada en la novela homónima de André Aciman, nos muestra una emocionante interpretación de Timothée Chalamet y de Armie Hammer, quien encarna un ambiguo y complejo Oliver. Aunque, sin dudas, el clímax emocional lo instala Michael Stulhbarg, el padre de Elio en la obra, quien se abre con un tolerante discurso frente a su hijo, desviándose del estereotipo parental representados en los largometrajes LGBTI.

La nominada y premiada película, se aleja de los comunes relatos desarrollo identitario donde el protagonista se enfrenta a desafíos que lo convierten en una mejor versión de sí mismo. En Call Me by Your Name (2017), se recalca la importancia de ser visto como realmente somos, de entender lo frágil que son las relaciones humanas, incluso cuando están destinadas a ser.

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