En el marco de los 24 años de existencia del templo kitsch santiaguino Blondie, Alex Awandter se presentó con un dinámico show que repasó uno a uno los éxitos que hoy lo posicionan en lo más alto de la música chilena.
No cabía duda que esta sería una de las fechas más recordadas del artista. Con un sold out casi inmediato y la necesidad de abrir una nueva fecha para quienes se quedaron sin entrada, Alex Anwandter nos prometió que sería una cita única e inigualable, digna de llenar toda nuestra memoria del celular con fotos y vídeos de la velada.
La apertura de puertas comenzó a eso de las 19 hrs. Los encargados de encender el ambiente y de sonorizar la previa fueron los chicos de A veces Amanda. El sonido indie de la banda nacional se esparcía por el escenario mientras lentamente la gente iba rellenando los espacios vacíos del recinto.
Con aciertos musicales de pop ochentero, el sonido envasado de la disco se encargó de hacer que la espera fuese más corta de lo presupuestado. A eso de las 22:20 se apagan las luces y los asistentes comienzan a acomodarse para poder lucir sus mejores pasos de bailes. La obertura estuvo a cargo de “Sha na na“, canción ideal para no exaltarnos ni deprimirnos de improviso.
El descontrol inicia con “Bailar y llorar“, los saltitos colectivos afloran y el espacio bailable se da oficialmente inicio. Una efervescencia adolescente se extendió por al menos 6 temas más. Y tal como la vida misma, Anwandter dedicó un espacio exclusivo para la tristeza y melancolía.
“Manifiesto“, uno de los tantos himnos de protesta de ‘Amiga’, inicia el recorrido por el cancionero de la tristeza. La canción termina, pero la emotividad no se detiene. Los músicos vuelven al escenario y “Caminando a la Fábrica” golpea con su melancolía.
La melodía de “Que Se Acabe el Mundo, Por Favor“, es un respiro en este viaje solitario de paisajes invernales. Sin embargo, el respiro dura poco; Alex nos quiere ver llorar. ‘Tormenta‘ y ‘Te Enamoraste‘ comparten el mismo el mismo corazón adolorido, la misma pena, el mismo llanto. Ambas canciones se expanden en los fatales minutos. No obstante, sensibles y sentimentales Anwandter nos trae de regreso a la pista con la explosión que significa ‘Traición‘. De ahí en adelante se trata de no dejar de bailar.
Y porque cada presentación de Alex Anwandter es una caja de pandora, un breve flashback hacia los tiempos de “Odisea” fue la sorpresa elegida por Anwandter y su banda para sorprender a sus seguidores. En esta ocasión “Los gatitos hermanos se reconocen después de años” y “Nuestra casa de violencia” fueron las canciones destinadas para este memorable show retrospectivo.
En conclusión, un show impecable, acabado y perfectamente diseñado. Con un público variado pero que aún así se comportó como una sola y energética masa danzante. Nadie quedó indiferente a esta fiesta del pop. Un viernes para recordar por siempre en nuestros corazones.