Lucybell, “La Prueba de la Blancura” (Junio de 1995)

El artículo a continuación es un texto escrito por el periodista Sergio Fortuño en la edición de Revista Rock&Pop en junio de 1995. Por esos días, Lucybell estaba con las energías puestas en la promoción de su disco debut “Peces”.


Junio 1995, Revista Rock&Pop

Para Lucybell es un concierto como cualquier otro. Los preparativos de siempre, las mismas canciones, un público que probablemente es similar al de presentaciones anteriores.  De no ser por algunas cámaras de televisión y una cantidad considerable de gente que entró con una invitación en su mano a una de las discos de la calle Chucre Manzur en Bellavista, nadie pensaría que se trata de un lanzamiento. Por lo menos hasta el momento en que entre canción y otra, Claudio Valenzuela, el vocalista del grupo, se dirige a los presentes.

“Ya tenemos nuestro disco. Un maldito disco que costó más que parir a una vaca”, dice con voz grave y reverberante, como siempre impostada. Peces es el nombre del álbum aparecido en el mercado durante el mes pasado y grabado en agosto de 1994.

El parto de la vaca empezó en 1991 en la casa de Gabriel Vigliensoni, el tecladista, donde los que después formarían el grupo se juntaban para escuchar discos y hablar sobre lo que querían hacer como músicos. Hasta ese momento Gabriel y el baterista Francisco González tocaban en un grupo llamado Kitsch y Claudio tenía una banda llamada La Redención. Francisco y Gabriel aprovechaban de darle vueltas a ideas que quedaban desechadas en Kitsch. También aprovechaban los equipos de ese grupo, porque en ese tiempo andaban bastante pobres de instrumentos. Claudio trabajaba en una tienda de música y, después de cerrar, la futura banda se apertrechaba y tocaba.

Los temas que tocaron en su primer concierto salieron la primera vez que se juntaron a ensayar en la casa de Francisco. A raíz del debut en vivo, surgió el nombre de la banda. Lucybell no se refiere a nada, dice Gabriel. “Queríamos un nombre que fuese sólo eso, nada complicado, nada como Kitsch”. Ya bautizados, tocaron en un pasillo oscuro de la ya lúgubre Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, un lugar de la Remodelación San Borja conocido como “La Placa”. Mientras otros grupos tocaban en el auditorio de la facultad, con buena amplificación, Lucybell se presentó en un escenario improvisado y delimitado con papel higiénico como si fuese un ring abierto por una de sus caras.

El bajista de ese entonces era un tipo llamado Aco, recordado por Gabriel como “un gran tipo que tal como apareció, desapareció”. Marcelo Muñoz, que tomó el puesto meses después, fue al concierto porque era compañero de carrera de Gabriel. Estudiaban sonido en la Facultad de Artes de la Chile, por donde también había pasado Claudio. Luego de encargarse del sonido del grupo por un tiempo, Marcelo ingresó como bajista y debutó en una tocata en la USACH. En 1992, el grupo comenzó a tocar en La Batuta, donde llamaron la atención de gente que los contactó con sellos. En septiembre de 1992, firmaron por primera vez contrato con EMI, que los incluyó en la recopilación “Grandes Valores del Under”. Después aparecieron en la primera edición del disco “Con el Corazón Aquí”, de la Asociación de Trabajadores del Rock, hicieron un video de “De Sudor y Ternura”, gestionaron grabaciones independientes y grabaron la música de la obra de teatro “Blue Moon”. Sin tener todavía clara la posibilidad de grabar un disco, la banda pudo mantenerse activa.

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En Lucybell está claro que la denominación under no tiene que ver con nada estético. “Uno se ve involucrado en el under sólo porque está empezando” dice Marcelo. Por otra parte, concede que “cuando partió el grupo, tenía fuertes reminiscencias dark”. Agrega que “el recuerdo típico de esa época es de una vez que tocamos con Los Tres. Cuando ellos tocaron había varios colores en el público, gente vestida de verde, rojo, azul. Subimos nosotros al escenario y todo el mundo andaba de negro”.

“Lo típico –continúa Marcelo- era ver en las primeras filas a minas de negro pálidas y con los labios rojos babeando por Claudio. Ahora no es tan así, el público es más heterogéneo. O puede ser que haya cambiado la moda que, en vez del negro, esté eso de las faldas cortas, las medias hasta la rodilla, el peinado al medio y chapes a los lados”.

Es probable que el público de Lucybell sea ahora más heterogéneo porque la banda también ha matizado su estilo. “Los primeros temas eran bien simples, algo asi como una parte fuerte y otra suave, ni siquiera sabíamos qué acordes estábamos tocando”, cuenta Gabriel. “Ahora hacemos las canciones más estructuradas”.

Ese cambio se hace más evidente al comparar el primer single de Peces, “Lunas”, con el tema elegido para promocionar como segundo sencillo, “Vete”, que además tendrá un video clip, cuyo director aún no se definía mientras se imprimía esta página.

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En “Lunas” hay algo incontrolable, como una emoción no procesada. El clima puede tener que ver. O cualquier otra cosa donde no pueda intervenir la voluntad. El amor y las relaciones enfocados desde el punto de vista de la banda, por ejemplo. Pero veámoslo por el lado del clima, como una tormenta que, después de un momento de calma, arrecia otra vez. Bajo el temporal alguien anda desabrigado y sin paraguas. Entonces, escribe sobre lo indefenso que se encuentra. Ya tenemos una canción.

“Vete” puede venir de la misma manera de ver las cosas. Como casi todas las canciones de Lucybell, se trata de una relación fuera de control. La frase “Vete, antes que yo intente evitarlo” lo deja claro. Pero da la impresión de ser un tema que nació bajo techo, al lado de una estufa con ropa seca y una taza de chocolate caliente. Y no sólo por la calma el tema, sino por el control que se advierte sobre la forma en que se representa una situación. Porque da la impresión de cuando se trata de Lucybell, las situaciones en sí siempre están fuera de control.

NO HAY NADA ALLÁ FUERA

Es curioso, porque el mundo que generan las letras de Claudio Valenzuela es bastante básico.  Uno puede darse cuenta al enumerar las cosas que nombra en las canciones. Los sustantivos de los temas de la banda hablan básicamente del cuerpo, de algunas fuerzas de la naturaleza (el sol, la luna, eclipses) y de lo sobrenatural (ángeles, principalmente). El paisaje cotidiano no existe. Hay que suponer entonces que todos los conflictos que animan lo que dice en Peces surgen de una especie de encierro, antes que de un enfrentamiento al mundo.

Algo de eso hay “Hubo un tiempo en que me daba miedo andar por la calle. Me atemorizaba la gente. Todavía es algo difícil”, dice Claudio. Ni el matrimonio ni la paternidad han podido aliviar radicalmente ese problema. De hecho, una de las principales crisis de Valenzuela se produjo tres meses después de su casamiento, según cuenta él.

En los conciertos debería ser distinto. Sobre el escenario, Claudio se ve siempre seguro de sí mismo, histriónico y capaz de remecer las hormonas de las adictas a la banda. El tipo se contornea y gesticula a tal punto que sólo deja dos opciones: enganchar de inmediato o detestarlo por posero. Sea cual sea la alternativa, igual existiría una relación con la gente. Pero eso, dice él, pasa en “otro nivel de comunicación”. Aunque cree que “la música es comunicarse”, está seguro de que “el escenario no tiene nada que ver con el mundo real”. Además, como es un letrista que prefiere la ambigüedad y las metáforas antes que el lenguaje directo (algo bastante usual en un buen número de bandas chilenas), destaca eso de que las interpretaciones sobre los temas pueden cambiar de persona a persona. “Desde chico pensaba que eso que para mi era el rojo, por ejemplo, no tenia por qué ser lo mismo que era el rojo para otros”, explica.

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Claudio habla de esto momentos antes de que empiece el concierto en Chucre Manzur. Él y sus compañeros de la banda están en el departamento de Gabriel, preparándose para la actuación. El dueño de casa se ducha y se cambia de ropa. Marcelo intenta alivianar un dolor de cabeza. Francisco le pide una polera a Gabriel y Claudio saca una arrugada camisa blanca de cuello cuadrado, con unas guardas amarillas. La banda lo convence para que la planche. Mientras otros toman once, ponen los discos de Gabriel. La lista de lo que escuchan puede dar algún indicio sobre las influencias y los intereses del grupo: Galaxy 500, Blur, Suede, My Bloody Valantine, Wolfgang Press, Cocteau Twins, Killing Joke, Jesus Jones, Sade (Claudio raya con “Is It a Crime?”). Y los Beatles, conocidos entre ellos como “el denominador común”, porque es la banda que hace coincidir a los cuatro. También se relaciona con su música. En Peces hay una cita a “Come Together” en “Rodar” y, en ese primer concierto rodeado por papel confort, Lucybell presentó una versión de “Dear Prudence”.

Momentos atrás habían terminado la prueba de sonido. Francisco y Gabriel habían sido los primeros en chequear sus instrumentos. Como estaban desocupados en las últimas horas de la tarde partieron a Extra Jóvenes para promocionar el concierto, mientras Marcelo y Claudio se quedaban probando. En eso estaban cuando llegó a la disco una decenas de chicas entre los 17 y los 19 años. Se trataba del Fan Club de Lucybell llamado “Sudor y Ternura”, en honor a una de sus primeras canciones y carta de presentación de la banda. Su presidenta, Verónica Muñoz, cuenta que “ellos me ubican bien porque los vengo siguiendo hace tiempo”. Verónica tiene fotos de Lucybell en su pieza y se preocupa de redactar comunicados con la historia del grupo para difundirlos entre sus amigas. A futuro, piensa organizar actividades para reunir fondos y así poder “ir en bus a los conciertos de ellos y celebrar los cumpleaños de cada uno”.

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Por supuesto, Verónica está nuevamente por la noche en el local. Cuando el concierto termina, hay una cierta euforia en el camarín. Es una pieza estrecha, provista de cervezas, bebidas, tequila y champaña, otro de los detalles que hacen ver que se trata de un lanzamiento . Viene un brindis junto a ejecutivos del sello y gente cercana. Todo el mundo se ve feliz.

No es la misma felicidad la que se ve en las caras de la banda una semana después mientras tocaban en La Batuta. Es una felicidad más real, que no necesita champañazos. Algo donde no hay notas de televisión ni centímetros impresos en los diarios, algo que, con la aparición de Peces, ha sido frecuente para el grupo. A veces parece que los medios vieran en ellos a las nuevas estrellas del rock, cuando en realidad alguno de los integrantes de la banda todavía tienen días en que no les alcanza para la micro. En fin, volviendo a La Batuta, el sonido está bastante bien y parece que la gente del grupo se entiende como nunca. Incluso da la impresión de que bromean en clave.

Quizás sea temprano para saber qué va a pasar con Lucybell. Qué resultados arrojará el disco después del parto largo y dificultoso. Qué sucederá en la vida de Claudio y si el Fan Club podrá o no celebrar los cumpleaños del grupo. Pero sí está claro que la banda logra al menos proyectar esa sensación de vivir un momento que vale la pena. Eso ya es algo.

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