Los caminos introspectivos por los que avanza Molino Escarlata en el sur de Chile

Molino Escarlata, más allá de ser una banda indie de Temuco que avanza paso a paso, para que la exploración de su sonido llegue a otros lados del país es, como en muchos casos, un grupo de amigos. 

Mientras que Alejandra Arias (Voz) y Cristóbal Bravo (Batería y percusión) son originarios de Villarrica, ciudad en la zona lacustre que abandonaron para continuar con sus ambiciones artísticas, fue en Temuco donde coincidieron con Carlos López (Bajo, sintetizadores), y Pablo van Treek (Guitarra) para a finales de 2019 dar forma a la banda. 

Son varios puntos que los unen: haber coincidido en algún minuto por la escuela de arquitectura, que viven en un radio de menos de 5 minutos entre ellos, o esa idea de ir más allá en las capas de sonido que se puede implementar en una canción. Quizás por eso no es tan raro que sus obsesiones se hayan unido para grabar su primera sesión en vivo en uno de los inmuebles patrimoniales vigentes más antiguos de la ciudad de Temuco, en la región de La Araucanía. Una decisión estética y de definiciones en base a sus vidas. 

Temuco, a mi parecer, es una ciudad con una calidad artística enorme, pero a nivel nacional pasamos desapercibidos. Mostrar lo que estamos haciendo acá, a través de la sesión, es parte del objetivo de esta”, relata Cristóbal Bravo.

Casa Varas es el escenario donde Molino Escarlata grabó parte de las canciones que conforman “Granete”, trabajo de estudio lanzado este año, y que resume una búsqueda que, pandemia de por medio, expresa una propuesta que juega con tintes análogos y electrónicos, bajo letras que buscan encontrarse con temas humanos que muchas veces pasan desapercibido en días rutinarios, entregando sonidos que hacen sentir que existen tres bandas en un mismo conjunto. Una característica que se enfrenta a una industria que tiende a categorizar y definir.

Esta idea de pasar por varios estilos no es algo al azar, y que parte en el nacimiento del EP plasmando distintas influencias, entre ellas la entrada y salida de integrantes, la depuración de sus canciones y la incorporación de una sonoridad electrónica con uso de nuevos instrumentos, que liberaron texturas que hicieron crecer la sonoridad de la banda. 

Esta búsqueda también tuvo influencias de otros lares. La participación del grupo en el seminario especializado de producción musical “De tu casa al mundo”, instancia en la cual Molino trabajó con los productores nacionales detrás de artistas que han marcado la música en la última década. Fueron Pablo Stipicic y Chalo González quienes sugirieron experimentar con algunos elementos electrónicos.

“Ellos nos plantearon que nuestra música sonaba a una grabación de sala de ensayo, hasta que nos dijeron qué pasaría si empiezan a investigar otro tipo de sonoridades”, rememora Carlos López. 

Carlos López, bajo y sintetizadores.

El EP, con canciones como “Pájaros” o “Galicia” expresa texturas con elementos de la naturaleza, conectando inconscientemente con esa bruma de naturaleza virgen donde es común que las personas encuentren paz y dudas sobre el futuro. 

En cuanto a letras como a voces, Alejandra Arias, quien estuvo a cargo de escribir las letras de los temas, expresa que todo estuvo alrededor de expresar desde una sensación visceral, llegando a tomar idiomas o conceptos que abarcan la violencia, lo abstracto, la fragilidad. “Pura introspectividad” resume la cantante, frente a estas ideas que ensalzan lo profundo de la humanidad . “Situaciones o sensaciones que el ser humano no se da el tiempo de pensar”, agrega.

Alejandra Arias, voz principal.

Entendiendo “Granate” y otros caminos

Ahondando en los descubrimientos de la banda tras la música arterial, el trabajo de composición tiene mucha relación en considerar la frecuencia cardíaca dentro de los temas, por eso en algunos casos hay beats marcados, emulando esta idea de bombear sangre, que incluso se visualiza en el nombre del conjunto, un molino de agua que bombea a presión a un ritmo intrépido. 

“Granate” cuenta con instrumentos digitales, sobre todo sintetizadores. Toda esa sonoridad descubierta tuvo que adaptarse a la sala de ensayo y posteriormente a tocatas en vivo. Molino Escarlata, además de los instrumentos clásicos batería, guitarra y bajo, sale a escena con tres sintetizadores, un pad SPD, secuencias y un procesador de voz. Seis instrumentos más que en la formación original. 

Una tarea que lleva al conjunto a buscar transportar lo hecho en estudio al escenario. “Nuestra idea es que el disco suene en vivo muy similar a cómo está grabado, porque sino es como tener dos bandas”, expresa Carlos López en su rol de bajista. 

En vivo, la banda decide tocar con secuencias para no perder la experiencia digital, algo que en Temuco y la región aún no está explorado del todo. Un aprendizaje en compañía de Mauricio Salgado, productor detrás de la banda y la sesión en vivo. Salgado, a cargo de Equaliza Medios, estudio que nace en 2019 en Temuco, busca replicar lo aprendido tras cuatro años estudiando en Buenos Aires. Una colaboración virtuosa para que la calidad sonora y de producción logre las expectativas de ambas partes.

Molino Escarlata y equipo A + Audiovisual.

Los recientes estrenos del conjunto son parte del camino, que busca que Molino salga del sur hacia otras latitudes, siendo Santiago un objetivo en la mira. Migrar a la capital se ha vuelto una condicionante para hacer de muchos proyectos artísticos algo más grande. Los integrantes también lo tienen claro: si bien esto es para disfrutarlo, también lo ven como un trabajo, con el cual quieren llegar a más escenarios y poder rodearse con la escena nacional emergente.

Ante esta posibilidad, la banda también tiene claro que la escena de Temuco, ya afectada por la crisis de la pandemia y su lenta reconstrucción, difícilmente la banda pueda seguir creciendo. “Siempre tenemos de referente a las bandas de Concepción, que es una ciudad que mueve mucha más música que Temuco, y si hablas con ellos tienen la misma opinión, que quieren salir de su ciudad porque encuentran que no se mueve nada”, sentencia Pablo van Treek, sin dejar de lado que es posible seguir un desarrollo de la propuesta desde Temuco. 

Pablo Van Treek, guitarrista.

Por eso siguen avanzando con prolijidad y paciencia, logrando coincidir los tiempos de la adultez con los tiempos en sala de ensayo para trabajar lo que viene. El próximo disco podría contar en la producción con uno de los ganadores del premio Pulsar a Mejor productor musical, con quienes han tenido conversaciones tras su participación en Las Escuelas de Rock. A eso, se suma su selección como parte del cartel del próximo Festival Kawin 2022, escenario que forma parte de la Red Nacional de Festivales de Escuelas de Rock, instancia nacional que reúne proyectos musicales de todo el país.

Todas estas decisiones se encaminan a dar mayor vitrina no solo a Molino, sino a otros proyectos artísticos que están naciendo en la región, donde una escena indie está creciendo con sonidos más ligados desde al post punk o a la música electrónica. 

El entorno de por sí termina moldeando lo que uno construye. Quizás por eso detrás de los artistas de Molino Escarlata está esa constante búsqueda de estímulos, tanto en la música como en su proyección artística, de retomar esa costumbre de mirarse con el público, de liberar creaciones para que otros le encuentren sentido. 

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