Parece imposible eludir el nombre de Alfredo Castro. Daría la impresión de que el actor y director de teatro chileno no ha descansado desde su debut hace más de cuatro décadas cuando se licenció en actuación desde la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Incontables personajes en teatro, cine y televisión; tantos de ellos memorables y que forman parte de la cultura pop criolla. Hoy Alfredo está promocionando “Blanco en blanco”, largometraje dirigido por Théo Court y que en una propuesta sumamente poética retrata el horror del genocidio Selknam a finales del siglo XIX en Tierra del Fuego.
Castro personifica a Pedro, un fotógrafo que llega al frío e inhóspito sur del mundo contratado por el latifundista Mr. Porter para retratar su matrimonio con Sara, una niña de 14 años. Una vez allí, el protagonista se obsesiona con la novia y en su afán de asentarse en el lugar se va adentrando en su hostil y violento estilo de vida.
El filme obtuvo el premio a Mejor Director para Théo Court en el Festival Internacional de Cine de Venecia en 2019, además del premio de la Federación Internacional de críticos de cine. Desde ahí, galardones y reconocimientos en prestigiosos festivales en Toulouse, Gijón, La Habana, España y Rotterdam por mencionar algunos. “Blanco en blanco” es una multipremiada película chilena-española cuyo estreno en nuestro país está agendado para los días 29 y 30 de mayo a través de la plataforma de streaming Punto Play.
Sobre el proceso y recorrido tras “Blanco en blanco”, su trato de temas sumamente contingentes y aporte a la memoria histórica del país, así como de más cine y su lugar en este “nuevo Chile”; LaRata conversó en exclusiva con Alfredo Castro.
¿En qué momento de tu vida llega a ti “Blanco en Blanco”? ¿Conocías a Théo?
Yo conocía a Théo Court desde el Festival de Valdivia cuando presentó su película “Ocaso”. Lo que me impresiona a mí de él es su autoría, es el tiempo que él se toma para filmar y su poética, su manera de filmar que es maravillosa. Entonces, el guion me llegó a mí después de hacer varias películas, que he tenido la suerte de trabajar con muy buenos directores, no he tenido creo yo nunca una mala experiencia. En el caso de Théo esta es su segunda película, y al leer el guion me fascinó el tema que él trataba, que tiene que ver con el tiempo, con la geografía, con la luz, con el territorio, bueno, con la Patagonia.
Para mí la película tiene tres ejes fundamentales que rescato mucho, más allá de todo el montaje. Sus actuaciones, la dirección de Théo Court y su fotografía que es particularmente atractiva. Una propuesta visual que confieso pocas veces había visto, además de que trata temas sumamente contingentes aun cuando se realizó antes del estallido social y pandemia. Para ti, Alfredo, ¿qué es eso que más sentido te hace de la película y el porqué querer ser parte de ella?
Además de lo que te mencionaba como la historia del genocidio, la historia de la fotografía, la historia de la luz, el territorio, el tema en general que trata la película, de un hombre de especial sensibilidad que es convocado a la Patagonia para la fotografía, que se seduce y cae rendido ante la belleza de una muchacha. Sublima ese amor e inicia un viaje por el territorio, en el cual es lanzado a este mundo de hombres, sicarios, criminales y termina, no te voy a contar la película, pero termina en una situación muy precaria humanamente y su vida sufre una modificación, pero sufre una modificación tremenda. Entonces, todas esas “anécdotas” me fascinan y, por sobre todo, la forma de filmar que tiene Théo.
Cuéntame un poco acerca del proceso de hacer la película. En cuanto a locaciones, por ejemplo, sé que filmaron en la Patagonia y también fuera de Chile, ¿cómo fue el viaje, el tiempo, el proceso de encontrar a Pedro, tu personaje, crearlo y hacer la película?
Por lo general, yo no busco a los personajes y me entrego a la aventura de la filmación. Los guiones, como tú bien sabes, son una guía, son un pretexto para filmar, están escritos para los jurados, están escritos para los concursos, están escritos para ganar fondos, pero lo interesante para mí es la aventura de filmar. Cuando los tipos se encuentran con la cámara, el territorio, el paisaje y los actores y hay que filmar, entonces ahí empieza una aventura hermosa hasta que el guión pasa a un quinto plano. Claro que el guión sigue siendo una guía secuencial de una narrativa, pero lo que pasa es que empieza otra aventura que tiene que ver con el cuerpo, con el territorio, con la cámara y ahí empecé a descubrir la manera de filmar de Theo; que obviamente filma el paisaje porque estábamos en la Patagonia y sería ridículo ir a la Patagonia, viajar 5 horas al fin del mundo para filmar interiores, por tanto, evidentemente se dedica a filmar exteriores. La película, como tú la viste, a la mitad, un poco más allá, tiene un cambio súper radical de narrativa y entonces cambia el territorio, cambia todo, cambia el paisaje, y nos vamos a la Isla de Las Palmas en Canarias, España, donde se filma la segunda parte de la película, que es un territorio del volcán Teide, un volcán cuya erupción, la última, fue en los años 70 y que el territorio es pura piedra volcánica. Entonces, pasamos de la nieve, las tormentas de nieve, el viento, el fin del mundo, a un territorio bastante salvaje, inexplorado de lava negra que también es muy inhóspito y muy en contra de la naturaleza humana porque los vientos y tempestades son iguales, pero es un clima de calor, otra cosa, digamos. Pero fue muy hermoso cambiar de territorio.
Comentábamos que esta película se hizo hace más de dos años ¿Cómo es para ti reencontrarte con ella ahora que está pronta a estrenarse con éxito de ventas, una nueva fecha por demanda del público y la tremenda recepción que ha tenido? ¿Qué tan importante para ti es la acogida de la audiencia a tu trabajo?
Para mí es muy importante, en especial con una película chilena de esta magnitud cuando la gente ya está informada de que lo que va a ver es un cine de autor, es un cine arte, no es una película de acción, ni de monitos ni japonesa. Es una película muy especial, entonces me llama la atención el interés importante que tiene la película. Sé que ya hay dos pre-ventas agotadas y el público se va a encontrar con una película muy especial, una película que tiene el tiempo, la fotografía de fines del 1800-1900, tiene el tiempo de la naturaleza, tiene el tiempo del espíritu humano del siglo XIX-XX. Entonces es otro tipo de película, a mí me emociona, me entusiasma mucho que el público chileno la quiera y la pueda ver y la vaya a ver.
Respecto a eso, ¿crees que la pandemia sea un factor en el éxito que ha tenido el cine chileno con películas como “Tengo miedo torero” o “Matar a Pinochet” vía streaming?
Absolutamente. De hecho, leí el otro día que Ondamedia tiene más de dos millones de visitas y la gente está vendo todo tipo de documentales; cortos, largos, y eso me parece que se ha debido al encierro de las personas y también a la gratuidad. Entonces, te lleva un poco a pensar en las políticas culturales de este país, en que si el Estado de Chile, no los gobiernos chilenos, apoyaran con mayor ímpetu y fortaleza a la creación no solo cinematográfica, sino a la creación artística chilena, tendríamos una población más informada, más sensible, más culta, con juventud un poco más formada, más sensible y eso hace un país. Porque nosotros somos quienes guardamos las imágenes de un país en los territorios, la historia de un país, la memoria de un país, y la gente está viendo harto cine, entonces que “Torero” hubiera tenido más de 200.000 visitas un fin de semana es una locura. Eso indica también que la gente quiere ver cine, lo que pasa es que el acceso es muy caro para el sueldo, para la realidad chilena, la gente no puede. Igual el hecho de estar en sus casas, lamentablemente, incentiva a que la comodidad de estar en tu casa te permita ver en un teléfono de este porte una película, entonces… Eso no me gusta, pero lo entiendo, lo comprendo y lo acepto, pero yo espero que cuando volvamos a las salas la gente se vuelque a la experiencia de ver cine en una sala con otros.
Además se entiende que la película está hecha para el cine en cuanto a imagen y a sonido por ejemplo. Todas experiencias completamente diferentes a lo que se ve en el computador, en el televisor o en el teléfono, así que se entiende por ese lado.
Que la gente lo entienda también. Tú lo entiendes porque eres culto, porque eres un chico sensible también, pero ojalá el público que no va habitualmente al cine, entienda que bien vale ir a ver una película junto con 200, 500, 600 personas.
Hablabas de memoria, algo sumamente presente en “Blanco en blanco” con el retrato del maltrato y exterminio al pueblo Selknam. En la actualidad, cuando hablamos de una nueva constitución plurinacional, una convención con escaños reservados y reconocimiento a pueblos indígenas, ¿cómo ves el paralelismo entre la película y el escenario actual en Chile?
Bueno, tú sabes que en la Patagonia hubo dos familias predominantes, que fueron la familia Menéndez y la familia Braun. Gente dueña de Chile que se instaló en la Patagonia y robó las tierras en su codicia, afán de imperialismo, de liberalismo e hizo desaparecer a una etnia con su lenguaje y cultura quienes fueron sepultados en un genocidio. Actualmente a ocho horas de Santiago de Chile está ocurriendo más o menos lo mismo, de otra manera. En este momento son 11 familias las dueñas de Chile, en su momento eran dos en el sur, tres en el norte, en las salitreras; entonces se repite la historia muy violentamente y yo tengo la esperanza de que esta constituyente logre mostrar un país heterogéneo, radical, que no va a permitir más abusos. Y me parece que tengo la esperanza de que eso suceda, para eso votamos, para eso luchamos, de que hay un sector que ha gobernado Chile durante siglos, no estamos hablando de décadas, estamos hablando de siglos de abusos, de dominación, de codicia, y espero que eso haya llegado a su fin.
Me salgo un poco de libreto pero no quiero dejar ir lo que mencionas. Ayer conversaba con una activista trans que me decía que existe un genocidio indirecto de parte del Estado por falta de políticas públicas, garantías y protección a la población marginada. Hablamos de las disidencias sexuales como de las mujeres, de los pueblos indígenas, un genocidio que también lleva siglos y existe cierta esperanza en que una nueva constitución ponga fin a todo eso.
A mí me gusta mucho que ustedes que son jóvenes comprendan. Porque hubo un momento, después de la dictadura, en que la gente joven se quejó mucho de que los viejos estábamos pegados con la dictadura, pegados con la dictadura y dale con la dictadura, pero es que es algo que marcó a este país demasiado y muy violentamente. Es muy loco que tú que eres joven te duermas un día 10 de septiembre en un país y te levantes un 11 de septiembre con centros de tortura, con centros de hacinamiento, de cárceles, con crímenes, con exiliados, te despiertes en un país diferente, es muy raro, muy loco. Cuando me pasó a mí tenía 17 años, entonces es muy loco pensar que la historia de este país ha estado marcada por el genocidio de la derecha, del poder, del capitalismo, de la riqueza, su codicia, su abuso, su explotación, y puede ser que de aquí en adelante cambie no solamente para las etnias como tú dices, sino también para las disidencias sexuales, culturales, étnicas, religiosas, cualquier disidencia que ha sido brutalmente castigada. Esperemos que esto llegue a su fin, porque en las constituyentes tenemos personas LGBTIQA+, tenemos pueblos indígenas, hombres, mujeres, tenemos paridad; en fin, hay otro mundo. Ojalá que esto sea efectivo y está peligroso porque la derecha está negando la minoría, o sea, no sé si tú ves los programas políticos del día domingo pero la derecha está desatada y furiosa, negando que ellos son minoría y Stingo les paró el carro y les dijo: “A ver, espérense un poco, aquí somos nosotros los que ponemos las reglas ahora”.
Da un poco de susto que desde la derecha, o en general los grupos de poder del país, estén tan reacios a perder el control, uno piensa: “¿Qué son capaces de hacer o hasta dónde pueden llegar?”
Golpes de Estado pues querido, golpes de Estado (ríe).
La historia es cíclica.
No creo. Los milicos están muy ‘calladitos’, muy fondeados, muy tranquilos, no están pescando a la derecha, no han hecho causa común con Piñera, no han querido salir más a la calle. No están, no sé, no veo posible otro golpe de Estado. Se caen las bolsas, se caen… en fin. Esas cosas para ellos son bien importantes, a uno qué le importa que se caiga la bolsa, a ti y a mí no nos va a afectar en lo absoluto que se caiga una bolsa de comercio, así que, que se caiga.
Me quiero ir brevemente a otro tema que no puedo dejar de preguntar. Tengo patente el recuerdo de haber leído en un titular hace 10 años: “Alfredo Castro abandona las teleseries”. Sabrás que muchos crecimos contigo en televisión, con tus personajes, fuiste parte de telenovelas que hoy vuelven a pasar y vuelven a ser vistas por tantos, me incluyo ¿Cómo ves, Alfredo, la televisión hoy en día?
Hay de todo. Yo estuve 25 años haciendo teleseries, unas muy buenas y otras muy malas, pero fui parte de esos 10 años de oro de la televisión chilena. Después he hecho otras series que han sido súper buenas, ha habido hitos de series buenísimas, de “Los 80”, “Geografía del deseo”; en fin, para qué voy a nombrar porque me quedan fuera miles; “Ecos del desierto”; miles de series. En fin, una cantidad de series y que las dan a los dos de la mañana un día miércoles, un día laboral. O sea, parece que esa gente de los canales están fuera de la realidad.
Para ir cerrando y volver a “Blanco en blanco”, ¿cómo invitarías a las personas a ver la película? ¿Por qué tienen que verla?
Yo con todo respeto y con un poco de cariño, porque no te conozco, pero te he llegado a conocer ahora, yo esa pregunta la encuentro nefasta. Perdón, es que la encuentro espantosa porque si tú me hablas de las teleseries, las últimas que yo hice, la pregunta clásica de la conferencia de prensa era: “Invita al público a ver la teleserie” o “¿Por qué tendría que ver el público la teleserie?” Y tú dices: “Hueón, ¿por qué?”.
Igual es un cliché periodístico.
No, no, no. Te pido disculpas, pero de verdad creo que es una pregunta que habría que sacar de la batería de preguntas. La gente tiene que ver lo que quiera ver, lo que le guste ver, yo no voy a seducir a nadie ni voy a inventar: “Véala porque es cómica, porque es linda, porque es rápida”. Mentira. Es una película preciosa, lenta, profunda, inteligente, sensible, hermosa ¿Qué más quieres que te diga?
Me basta.
Si eso no seduce a alguien no tengo nada más que decir, no voy a mentir. Y los canales nos pedían ser súper espontáneos y rápidos y decir que la teleserie es linda, que es rápida, que es joven, que es dinámica. Bueno, esta película no lo es, así que si no le gusta, no la vea.
Entradas para “Blanco en blanco” disponibles aquí.
Primera Preventa: $3.000 (hasta agotar stock).
Segunda Preventa: $4.000 (hasta agotar stock).
Entrada General: $5.000.