“¿No se te ha ocurrido tomar la ciudad por asalto, pasar la ley por alto y ponerte a vivir?”, vocifera Jorge Yogui Alvarado desde el escenario. La pregunta se vuelve invitación en el verso siguiente de “Ponte a vivir”, la explosión que Emociones Clandestinas eligió para abrir su show en el Havana Club de su natal Concepción, la noche del sábado 3 de diciembre pasado.
La canción tiene treinta años, pero su mensaje –una crítica a la vida bajo el capitalismo- y su sonido son tan actuales, que parecen inspirados en la rabia social que se ha tomado las calles en la última década. Probablemente por eso sea uno de los dos temas que la banda penquista ha rescatado de sus etapas anteriores para incluir en su segundo disco, que aún no tiene nombre y se espera para abril de 2017.
El otro es “Pasajeros de la noche”, de la encarnación 2007 del cuarteto, y el resto son canciones compuestas durante el último año con una formación que se configuró durante los conciertos en que celebraron los 25 años del histórico “Abajo en la costanera” (1987).
Junto a Alvarado, la única constante en Emociones, está el reintegrado bajista Mauricio Melo (Santos Dumont, Los Brando), y se unen Sebastián Larrea (Kayros) en la guitarra y Joaquín Cárcamo (Niño Cohete) en la batería.
“A Joaquín lo convocamos como percusionista para ese ciclo de conciertos de 2012 y después se fue aguachando”, cuenta Melo, “y como el Pollo Muñoz (Machuca) estaba viviendo en Curacautín, decidimos trabajar con el Seba, que es un viejo amigo de nosotros y está viviendo en Concepción”.
“Esta formación lleva cuatro años, aproximadamente, y ya estamos bien compenetrados”, añade Sebastián.
Es la 1 de la madrugada y los Emociones no saldrán a escena hasta 30 minutos después, así que hay tiempo de conversar sobre el LP venidero en el apretado backstage del local, entre tentempiés y aperitivos previos al show.
¿Cuántas canciones tiene el disco? ¿está grabado ya?
Mauricio (M): Son 9 canciones, dura unos 35 minutos y está un 70% grabado ya.
Sebastián (S): Faltan algunas voces del Yogui. La mezcla ya la tenemos más o menos encaminada. Todo depende de los viajes a Santiago porque, si lo estuviéramos haciendo acá, yo creo que en una semana estaría listo.
¿Cómo ha sido el trabajo para este disco?
M: Ha sido de composición colectiva, pero bien cargado al trabajo del Seba como guitarrista. Es un disco bien riffero.
S: Los riffs son un arte un poco perdido últimamente, y la influencia en nuestro caso viene del glam y del sonido Detroit, de bandas como los Stooges.
Yogui (Y): Teníamos unas 60 o 70 ideas de riffs grabadas con el Seba, junto con baterías electrónicas como referencia, y que fueron mutando y mezclándose entre sí. También hubo otros riffs bien buenos que quedaron en el camino, porque no encajaron. En la mayoría de las situaciones, eso sí, nacieron de forma directa y desde casualidades como estar instalándose en la sala de ensayos y estar probando los pedales, por ejemplo. Las letras salían solas también, fueron como un vómito.
Las letras son super importantes en Emociones ¿cómo se vienen las de esta placa?
Y: No voy a repetir lo mismo que hace 30 años, porque es otro contexto. Ahora me fui más al territorio emocional, pero no deja de ser rabioso. El primer single, que se llama “En la cima”, es un tema hiper rabioso. En general hay mucho de eso en el disco. Las letras son directas, como me gustan, pero desde el territorio emocional y sobre cómo te afecta el entorno geográfico, social y político.
Cuando esa noche tocan “En la cima”, Yogui se descuelga la guitarra y –enérgico como un veinteañero- se pone a bailar a la Mick Jagger, llenando el escenario. El carismático vocalista se roba buena parte de la atención, pero la banda entera suena como cañón, fuerte y sólida. Emociones Clandestinas es una leyenda que vive, y su increíble show es la prueba.
El carácter pionero del conjunto está bien documentado. Emociones es la banda que le dijo a Santiago que en el resto del país también había música importante, lo que permitió directa e indirectamente que bandas como Los Tres o Los Bunkers tuvieran el impacto cultural posterior. Dos datos de la causa: Yogui fue mentor y luego compañero de grupo de Álvaro Henríquez en la época de Los Ilegales (junto a Titae y Pancho Molina), y Melo produjo el disco homónimo de la disuelta banda de los hermanos Durán.
Todo gracias a “Abajo en la costanera”, un disco que hablaba -con tanta rabia como irreverencia punk- de las dificultades de ser joven en dictadura. El título es una respuesta irónica a “Arriba en la cordillera”, uno de los estandartes de la misma Nueva Canción que llamaba fachos a los rockeros por ocupar guitarras eléctricas, símbolo cultural del capitalismo norteamericano. A esas quejas les dedicaron “Tiempos modernos”, un reggae muy Clash.
Los Shows del 26 y 27 de octubre de 1984 que Los Prisioneros dieron en el Aula Magna Arzobispal, en pleno centro de Concepción, supusieron el origen de la relación de cierto apadrinamiento de los de San Miguel con Emociones. Gracias a ella, logran grabar unos demos en la casa de Jorge González (en tiempos donde la voz de la banda penquista estaba a cargo de Carmen Gloria Narváez), consiguiendo la representación de Carlos Fonseca y un contrato discográfico con EMI. Y no sólo eso: Los Prisioneros también aportaron con algunas voces en “Abajo en la costanera”.
“En ese tiempo no lo dimos a conocer a solicitud de ellos, porque no querían que fuéramos opacados por su participación”, cuenta Yogui Alvarado. “Los Prisioneros hicieron coros en ‘Mal dolor’, donde la voz del Miguel en los coros está muy arriba, y también en ‘¿Es esto revolución?’ y en ‘Cajitas rectangulares’. De hecho, ese disco lo grabamos con sus amplificadores”.
“Ellos, muy noblemente, dijeron que no los pusiéramos en los créditos, creyendo que algún día se convertiría en un mito urbano. Y así fue”.
Después de “Abajo…”, ustedes tenían un segundo disco casi listo para lanzar que se llamaba “Beat!”, pero que nunca alcanzó a ser grabado. Se supone que hay unos demos del álbum, ¿qué pasó con ese material? ¿será editado algún día?
Y: Mi idea es sacar este disco y luego hacer un compilado con esos temas, estén como estén –porque esa es la gracia: son un testimonio-. Sería hacerle justicia a esa música, porque no se merece quedar botada. En el soundtrack del documental “Mi nuevo estilo de baile” están casi todas esas canciones, y fue en ese proceso que me di cuenta lo miserable que sería no sacarlos. Sería como ocultar un hijo.
Entiendo que no pudieron editar el “Beat!” por imposibilidades económicas…
Y: Y políticas. Ese disco lo compuse inmediatamente después de grabar “Abajo en la costanera”, porque teníamos que hacer tres discos para EMI. Cuando se vino la temporada del plebiscito, ellos cerraron unilateralmente los contratos y el disco quedó compuesto, los temas quedaron grabados de caset a caset, con dos deck. Eran tremendos temas, y los hicimos prácticamente solos con el Iván [Molina, baterista histórico de la banda y actual Santos Dumont].
Hay algunos de ellos que grabamos, como “Cocaína” y “Nos siguen matando” en 2001, y antes había grabado “Ya no te veré” y “Cuando ella viene”. Con otra formación grabamos “El último grito”, que está increíble.
¿Tienen sello para este disco?
Y: No hay nada oficial al respecto, y personalmente no me quiero apurar con eso. He tenido tantas experiencias con los sellos…
Ahora que el paradigma ha cambiado, ¿no les tinca sacarlo como autoedición?
Y: Se podría, pero es mucha pega. O me dedico a hacer música o hago mi propio sello discográfico. Preferiría trabajar con un sello argentino o mexicano, o incluso uno americano o inglés. Afuera están mirando mucho la música que se hace acá.
Esa noche, el conjunto estrenó cuatro canciones (“Puerta de atrás”, “Ayer te vi” y “Árbol”, además de “En la cima”) y se despachó un show eufórico y generoso en decibeles, que terminó con el Yogui bailando entre el público. La rabia y energía punk está ahí. Parece que el tiempo no hubiera pasado.