Simón Campusano de Niños del Cerro: “Tocamos bien porque nos queremos mucho”

Era un agradable miércoles de abril. Con galletas y jugo Simón, voz y guitarra de Niños del Cerro conversaba sobre los días entretenidos que venían: iban a debutar en La Serena y los sorprendieron con una nominación en los Premios Pulsar. Nada hacía presagiar que ganarían en la categoría de “Artista Revelación”.

“Sirve para validarme con mi familia” dijo, agregando que “no nos va a cambiar la vida. A nadie le va a importar eso, como que los cabros que nos van a ver no van a pensar “son más bacanes porque ganaron”. En términos de reales está bien, es bonito, pero ¡da lo mismo! Si fuera plata sería la raja, podríamos hacer una gira nacional”. Y es cierto. Días después terminaron celebrando en su misma sala de ensayo, después de tocar de debutar en el Teatro La Cúpula, teloneando a José González, lo que no les dio mucho más que para dejar los equipos más cómodos, devolverse todos apretados en un auto de un amigo y hacer lo mismo que hacen todos los viernes.

Aquí compartimos la buena conversación que sostuvimos con Campusano, la cara visible porque es el que canta, pero que está más que contento por estar avanzando a paso firme con sus amigos de banda y los de ruta, como Patio Solar, El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco, Paracaidistas, Planeta No, Silabario, Urban Monk y todos con los que comparten los fines de semana como parte de una de las generaciones más intensas del último tiempo.

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¿Cómo eras en el colegio?

Tenía mi grupo de amigos, lo pasábamos la raja, pero en realidad sufría harto porque yo quería hacer mis cosas siempre con la música. No tenía mucho ese espacio y, sobre todo en la media, sufrí caleta porque ya me resigné. Como que se lo dejé claro a los profes, a mi mamá, a todo el mundo, le dije “ya, no voy a estudiar más”…. Como sabía que quería estudiar música y que no necesitaba mucho la PSU, me pasaba por la raja los ensayos, todas esas mierdas.

¿Cuándo supiste que querías estudiar música?
Desde que empecé a tocar guitarra caché que no quería hacer ni una cosa más, pero ya cuando vino la decisión formal fue como en octavo, séptimo. Incluso, en un momento pensé que podría estudiar periodismo, porque igual me gustaba escribir, pero como lo empecé a pasar peor en el colegio, pensé que eso me iba a pasar cuando iba a tener que estudiar, con una ansiedad culiá… pensé “voy a ver eso pero amplificada por mil en la universidad”, y decidí que ni cagando estudiaba otra cosa.

¿Ya componías en esa época?
Sí, de chico, como de los 13 o 14, cosas chicas, y tampoco como no tenía muchos amigos, y de los pocos que tenía eran aún menos lo que me podían apañar en la música. Nunca tuve una banda en el colegio, pero como de ahí viene el concepto de Niños del Cerro, de esa época y de pretensiones de tener una banda que no me resultaba, eso resultó mucho más tarde cuando estaba en la U.

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¿En esos primeros intentos, que cosas tocabas?
Era un indie bien 2008, como de los dos primeros discos de los Arctic Monkeys, Vampire Weekend, los escuchaba caleta (…) Yo empecé a tocar guitarra como a los 11, después empecé a tocar guitarra eléctrica, estaba pegado como con Green Day, The Vines, The White Stripes, The Strokes, todas esas bandas con “the” algo. Nadie me pescaba, estaban jugando a la pelota, haciendo cualquier hueá. Entonces, me sentía como bien solo en ese sentido.

¿De esas letras, quedó algo?
No, no, esas letras eran pésimas y me sentía medio forzado a hacer letra, porque era que hacerlo como para hacer canciones, entonces no me gustaba, y todavía no me gusta tanto hacer letras. Ponte tú que en el disco siento que hay cosas que quedaron bien y otras que no tanto. Al principio me daba mucha vergüenza, como lo típico que te da vergüenza cantar tus propias letras, pero hace mucho rato que sobrepasé eso, pero aún siento que es lo que menos he trabajado, onda para el disco lo dejé para el final porque era lo que menos quería hacer.

¿La música estaba lista y todo?
Sí, las melodías estaban definidas, pero las letras habían como atisbos, o por lo menos, las temáticas de los temas estaban. Yo sabía que hablaría de Nonato Coo, de “Viste las palabras” y tenía los coros, por ejemplo, porque el coro es un concepto que te queda más, como en “Nos vemos cómodos en este frío”, donde lo primero que se me ocurrió fue el coro, y después dije “ya, debo rellenar los versos con otra mierda”, pero las trabajo así, con concepto, de ahí quedan y con eso pienso de qué hablaré en esa canción. Claro, no es que me cargue, pero es la parte que menos me agrada.

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¿Qué cosas te inspiran para las letras?
Cosas de la vida, los conflictos que tengo en mi cabeza siempre. Son bien personales, me resultaría difícil hacer letras que no lo fueran. Hay músicos que dicen “este disco es muy personal, pero ahora saque otro disco que no lo es tanto”, o incluso hablar de política más directo, hay gente que le sale bien, como a Jorge González. Pero claro, a mí me resultaría más difícil hablar en esos términos, prefiero como tratar de resolver en las canciones las hueás que tengo en la cabeza o a nivel emocional.

¿Qué tanto te ayudó estudiar música en la Universidad?
Me dio mucha más perspectiva, más que en cosas técnicas, en eso nunca me gustó y me peleaba con la teoría. Igual aprendí un montón de cosas que quizás después incorpore, pero no de la forma en que ellos lo veían, porque pese a que mi escuela era de música popular, tienen esa visión más cercana al jazz y otras cosas que son más… como virtuosismo, no me gustaba, no me interesaba hacer música desde ahí. Lo que sí, con los profes que estudié composición, me dio mucha perspectiva, y conocí un montón de música que si no hubiera entrado a estudiar quizás todavía no cacharía, como la música electroacústica, la acusmatica, que está más allá de la música popular, viene más como de la música clásica, pero todavía más allá de eso. Habían varios profes que experimentaban con cosas electroacústicas, de ahí llegue a la ambient, ya otras cosas que si me gustan mucho.

¿A ti te gusta la música electrónica?
No sé si precisamente electrónica, pero sí me gusta el disco de Brian Eno con Robert Fripp, o he estado escuchando Stereolab. Me gusta el acercamiento más análogo al recurso electrónico, como lo hacen los Animal Collective. Música que tiene recursos como samplers, pero que están tocados todo el rato, no es que los locos toquen encima o que producen de otra forma. Están encima tocando encima todo el rato.

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¿Y hay música o bandas que odies?
Cuando uno es más pendejo de repente uno odia hueás, categóricamente. Quizás ese metal como de nivel más técnico lo encuentro fome. No sé cómo se llaman esos géneros, porque nunca he enganchado con el metal. Es típico que converso con amigos y todos tuvieron una etapa en que les gustó Iron Maiden, o alguna de esas cosas, pero yo nunca escuché ninguna de esas, siempre fui demasiado indie y decía “no, el metal culiao”. Pero hoy en día me interesan cosas mas rancias, como el deathmetal o el blackmetal, o el doom. Me gusta Sun O))), que es como doommetal. No sé si lo odie pero no sé, nunca enganché con el metal. Cuando chico me cargaba el reggaetón porque era algo que suena en todos lados, pero después empecé a desarrollar una relación como más amigable con eso, y terminé haciendo algo que suena… no es cercana, pero al menos a nivel rítmico como que tira para allá, así que no tengo atados con eso.

¿A ustedes como se le ha dado presentar su música en provincia?
Nosotros hemos viajado poco. Sólo una vez que fuimos a Conce, que tuvimos una muy buena recepción, pero es difícil. Esa vez nos invitó un amigo de allá, el Pablito de Determinación de Mil Inviernos, que a él le gustaba mucho el disco se encargó de golpear puertas de lugares de allá, hasta que la Galería Aura enganchó y nos pagaron los pasajes. Fuimos y el lugar resultó no ser el mejor, porque era un restobar con mesas, una cosa que en Santiago nunca habían tocado algo así, y había gente comiendo de antes, pero llegó también llego un montón de gente a vernos, estaban súper incómodos metidos entre medio de las mesas.
Además, en el mismo local nos dijeron que tocáramos bajito. ¡Al Pepe le pasaron unas plumillas! (risas), imagínate eso, es como cortarle las alas. Al final no tocó con ellas, pero intentó tocar más despacito. A mí me bajaban el volumen del ampli a cada rato, que fue súper charcha. Y el lugar no tenía ni una onda, era como zorrón, era feo. Pero la gente fue bacán, fue caleta de gente, conversamos con ellos, con otros que nos quieren llevar más adelante, sirvió pa’ ese tipo de cosas.

¿Qué te gustaría conseguir con el segundo disco?
Me gustaría que nos pudiéramos mover más tranquilamente por Chile, tener más redes de contacto y armarla bien, sin tanto sacrificio. Si salen festivales, cosas pagadas, sería bacán. A mí en realidad lo que me interesa es que ese segundo disco quede bueno nomás, más que la proyección. La idea es que el disco sea interesante musicalmente, que no sea lo mismo que el primero y que entregue otras cosas. Esa es mi mayor preocupación.

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¿Te gustan más los escenarios chicos o grandes?
Es que no conocemos escenarios grandes (risas). Bar Loreto quizás es lo más grande en lo que hemos tocado pero sigue siendo chico, no es como tocar en Lollapalooza. Esos son escenarios grandes, quizás nos falta mucho para eso. Es cómodo tocar en casa con amigos, pero a veces se transforma en un desastre. No me gusta tocar en escenarios con butacas, como que los veía ahí (al público), muy incómodo. Siento que ven todos mis movimientos, me siento observado en mala. Se escucha bien, estaba todo perfecto pero no siento la energía de la gente.

¿Qué le cambiarías a la escena actual?
Cambiaría a los periodistas que hablan hueás por Twitter. Si pudiera borrar a todos tipo “desaparezcan”, sería la zorra. También las condiciones de ciertos lugares, que son una mierda para tocar. No sé si ha pasado tanto pero eso.
Esto no puede durar tanto tiempo de la forma que está, aparte somos todos jóvenes, muchos estudian pero me gustaría que la buena onda se mantuviera. Por ejemplo, el atado que hubo con el compilado y todo eso, después como que lo pudimos conversar con las bandas y nos dimos cuenta que entre nosotros no había ningún atado.

Cuando ustedes se conocieron ¿Qué los unió?
Teníamos un pasado y presente común. Nos unía el indie de siempre, éramos pendejos que habíamos crecido escuchando más o menos la misma música. A la mayoría los conocí en el primer año de Universidad y en los primeros carretes y ensayos, terminábamos, nos fumábamos un pito y escuchábamos música. Nos mostrábamos las cosas que cada uno escuchaba en ese momento, incluso llegamos a tener una carpeta en Dropbox donde sólo nos compartíamos discos.
Después nos une las relaciones de amistad y mucho cariño que desarrollamos por lo mismo. Yo creo que se nota igual cuando tocamos y, claro, obvio que tenemos nuestros atados de repente. Hubo un tiempo que decíamos “tocamos bien porque nos queremos mucho entre los cuatro” y sigo pensando eso. Hay un fiato bien fuerte.

*Fotografías tomadas en el Festival Nuevo Frenesí en enero del 2016 por María José Bahamonde

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